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Los Kirchner son de los últimos gobernantes de un país importante que no se avergüenzan en retratarse con “El Caudillo”. De por medio está la colocación de cientos de miles de toneladas de alimentos, equipos industriales, armas, transferencia de tecnología, la participación de las petroleras argentinas en la explotación del crudo y del gas venezolanos y los llamados “bonos basura” argentinos, que han enriquecido a los colaboradores de ambas administraciones.

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Por Santiago Alcalá

Nunca se sabrá si fue por miedo a que le cantaran la verdad sobre la catástrofe nacional aun de parte de historiadores identificados con la “revolución”, o por seguir amarrado a una alianza que, a pesar de resultar extraordinariamente costosa, resulta indesechable ahora que los Kirchner son de los últimos gobernantes de un país importante que no se avergüenzan en retratarse con él, que Hugo Chávez incurrió en el abuso de invitar a la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, a pronunciar el discurso de orden en la celebración de loa 200 años del 19 de abril.
Insulto a la venezolanidad que, no solo ofende a académicos, políticos, profesionales, estudiantes, obreros, campesinos y religiosos, sino, sobre todo, al pueblo venezolano que está acostumbrado a que sean sus voces más dignas y representativas quienes les hablen de la gesta nacional.
Que algunas veces, muchas veces, también han sido extranjeras, pero emblemáticas del decoro sin el cual, nadie puede hablar a nombre de nadie.
Como es el caso de esta señora Kirckner que, para empezar, no es historiadora, ni se le conocen otras aficiones intelectuales como que no sean repetir algunos  de los tópicos de rutina que han caracterizado la política rioplatense de los últimos setenta años. 
En cuanto a Venezuela ¿qué duda cabe que sus ideas sobre el país no deben ser anteriores a 1999, cuando descubrió que había sido electo un presidente que conocía Perón y a Evita, y que se consideraba hijo o heredero del proceso populista que sigue significando para los argentinos la peor carga de su historia?
Pero hay más: Chávez traía de asesor o mentor a aquel Norberto Ceresole, de ascendencia sureña, y, como los Kirckner, peronista radical que, justamente, había hecho una revisión de las tesis del caudillo y traía la fórmula, para que una vez en el poder, sus vástagos no pudieran ser desalojados del mismo.
De modo que, podría decir, que una vez Chávez en la presidencia de Venezuela y los Kirchner en la de Argentina, fue natural que los dos proyectos se anudaran, se juntaran, se trabaran e iniciaran la carrera que, tendrá a Cristina dentro de semana y media en Caracas, evocando los padres fundadores de la patria venezolana.
Antes, sin embargo, han aparecido apersogados en no pocos escándalos de corrupción internacionales, el más sonado de los cuales fue aquel maletín con 800 mil dólares, que según tribunales de Estados Unidos, fueron enviados por Chávez para contribuir a la campaña electoral en que fue electa, Cristina.
Pero es que, también, se habla de gigantescas comisiones cobradas por los dos factores gobernantes en el calientísimo comercio que sella la alianza binacional  y que cubre, desde bonos basura argentinos, a la colocación de cientos de miles de toneladas de alimentos, pasando por diesel, equipos industriales, armas y transferencia de tecnología.
Pero, igualmente, participación de las petroleras argentinas en la explotación del crudo y del gas venezolanos, así como en el ávido negocio financiero que, por puntos más, puntos menos del petróleo a futuro, hace a los socios de cualquier bandos, billonarios en dólares.
En definitiva, que todas las prácticas que han contribuido a que, tanto los Kirchner allá, como Chávez acá, ocupen los primeros lugares en los ranking de corrupción en el mundo, los pibes de manera directa, comprando hoteles, fincas, e inmobilarias, pero el llanero a través de testaferros e intermediarios que también podrían figurar entre “los ricos y famosos” de las revistas del jet-set.
Tratando unos y otros de llamar la atención y hacerse notar: aunque sea deshonrando las efemérides de un país honesto por naturaleza y que, solo porque sufre el constreñimiento de una dictadura tropical, no saldrá a tirarle piedras a la oradora.

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