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Caracas, 03 Abr. (Intopress).- El sábado a las 6 de la mañana, cuando escuchaba las notas del Himno Nacional, dejó de existir Priscila Salas Torrealba (69), una de las víctimas de la masacre protagonizada por el portugués Joao de Gouveia en la Plaza Francia de Altamira, la noche del 6 de diciembre de 2002, durante un acto de la oposición.

Era administradora, trabajó en la empresa Ars Publicidad donde fue querida y respetada. Dejó dos hijos y dos nietos. Estuvo entre aquella veintena de heridos que dejó la masacre, además de tres fallecidos (Keila Guerra de 17 años, el profesor Jaime Giraud de 58 y Josefina de Inciarte de 76).

Nunca se recuperó. Los primeros auxilios se los prestaron en la clínica El Ávila, junto a otros heridos, donde permaneció varios días en terapia intensiva. Desde que recibió el disparo que le afectó la médula quedó parapléjica, pero “deseaba vivir, no quería morirse sin ver a su país libre de este régimen”; comentó un familiar.

Sus restos fueron velados en la funeraria Vallés y sepultados este domingo en el Cementerio del Este en La Guairita.

Durante los últimos ocho años Priscila Salas estuvo padeciendo hasta que su cuerpo no resistió más. Fue operada en los Estados Unidos, allá le ofrecieron asilo, pero se negó a irse de su país.

Su hermana Mirna Salas contó que el 14 de marzo tuvieron que hospitalizarla en el Centro Clínico La Urbina, sus órganos (riñones, pulmones, etc.) colapsaron, tuvo una trombosis pulmonar y finalmente la septicemia, que terminó minando su cuerpo.

-Mi hermana murió por una bala traicionera, cuando ejercía un derecho que tiene todo ser humano, protestar; dijo Mirta Salas, quien se fue a vivir al extranjero, agobiada por la situación del país.

Les han dicho que “el caballero Gouveia” fue trasladado a una cárcel de Falcón, que está recién inaugurada, “será para que agarre el ferry se vaya para Aruba. Esto es una burla más contra el país”.

Para sufragar los gastos de Prisicila crearon una fundación. La empresa Ars siempre le dio el apoyo económico, nunca dejó de pagarle su sueldo, costearon sus medicinas y operaciones.

Un familiar refirió que cuando la estaban operando, llamó a la clínica la esposa del ex gobernador Reyes Reyes y pidió que la sacaran con vida del quirófano, pues si moría la oposición la iba a utilizar como bandera política.

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