Sinou Tchana atiende a víctimas de la mutilación de senos. Foto Eva Fernández O.
Por Eva Fernández Ortiz
"Por favor, Dios, haz que mis pechos desaparezcan", solía rezar Joyce Forghab todas las noches durante el mes en que sufrió intensos dolores luego de que su madre le planchó los senos con una piedra ardiendo.
La terrible práctica es realizada aún por un cuarto de las madres de Camerún para revertir el desarrollo sexual de sus hijas.
Joyce solo tenía ocho años. Su madre tomó una piedra liza y la calentó sobre el fuego por varios minutos hasta que quedó ardiendo. "Ella protegió sus manos porque sabía que estaba realmente caliente. La tomó y la presionó contra mis senos y la frotó mucho", recordó Joyce, ahora de 25 años. "Fue muy, muy doloroso… tuve que correr lejos de la casa. Fue horrible".
La experiencia de Joyce no es una excepción en Camerún. Se calcula que una de cada cuatro niñas sufre esta práctica. Se trata de un ritual tradicional en el cual, usando objetos ardientes y planos, madres o tías planchan los pechos en crecimiento de las pequeñas para revertir su desarrollo.
La mutilación es hecha generalmente con un mortero de madera o con una piedra. También se utilizan cáscaras de coco, piedras pulverizadas, palas o carbón ardiente.
La práctica "ha existido desde que existe Camerún", dijo Sinou Tchana, ginecóloga y vicepresidenta de la Asociación Camerunense de Médicas.
A principios de los años 90, Tchana visitó 10 regiones del país para conocer las prácticas que afectaban la sexualidad de las camerunenses, y quedó impactada por la prevalencia de la mutilación de senos.
"Les explicamos que no era bueno, pero las madres y las tías nos dijeron que era normal para ellas que cuando los pechos se estaban desarrollando tenían que plancharlos para impedir que crecieran. No veían los peligros de lo que estaban haciendo", explicó Tchana.
Práctica propagada
La asociación camerunense de mujeres Renata informó en 2006 que la práctica era más prevalente en dos áreas: la costa (53 por ciento) y el noroeste (31 por ciento). El estudio también concluyó que era más común en el sur cristiano y animista (entre 30 y 50 por ciento) que en el norte musulmán (10 por ciento).
Aunque la mutilación es más practicada en Camerún, también es realizada en Guinea-Bissau y en países de África central y occidental, incluyendo a Chad, Togo, Benín y Guinea-Conakry.
Tchana tiene contacto por igual en las clínicas con víctimas y practicantes del ritual. Generalmente, las madres no son plenamente conscientes de todo el daño que les hacen a sus hijas.
Ella recordó a una mujer que llegó a ella con una quemadura y le decía llorando: "Perdóneme doctora, no era consciente del dolor, pero cuando me quemé yo misma me di cuenta del sufrimiento que mi pequeña niña tenía que pasar".
"Cuando toman una piedra del fuego comienzan a planchar un seno primero. En el caso de esa niña, uno quedó realmente destruido. El otro no estaba tan mal, pero ahora tiene uno más pequeño que otro", contó Tchana.
La práctica puede tener dos efectos opuestos en los senos de las mujeres. Por un lado, puede reducir su tamaño considerablemente, dejando a las niñas con el busto totalmente liso. Por otro lado, al destruir el tejido de las mamas, éstas simplemente se transforman en bolsas de grasa sin forma ni músculos. Esto último es lo que le pasó a Joyce.
"Mis pechos colapsaron. No tiene nada que ver con haber dado a luz, porque antes de tener a mi hijo ya tenía el problema. No puedo estar sin mi sostén. Lo necesito todo el tiempo, incluso cuando estoy durmiendo o alimentando a mi bebé", dijo.
Tchana explicó: "En realidad, los pechos pequeños se deben al hecho de que la familia usó la técnica ‘correcta’. Esto significa que las piedras no estaban demasiado calientes y las mamas fueron planchadas en forma pareja. Por el contrario, cuando se usan malas técnicas –piedras muy calientes y una aplicación rápida—las consecuencias son quemaduras y pechos descomunales".
"En todos los casos, sin embargo, hay problemas para la (operación de) reconstrucción, y ésta es muy cara", añadió.
Aparte de ser dolorosa y psicológicamente traumática, la mutilación de senos expone a las niñas a múltiples problemas de salud. Según muchos informes médicos, puede causar absceso, picazón, incapacidad de amamantar, infecciones, deformidad o desaparición de los senos, quistes, daño del tejido e incluso cáncer de mama.
"Yo atendí a una joven que murió de cáncer de mama a los 24 años. Puedes padecer cáncer cuando el calor es tan intenso que destruye todo el tejido de la piel", explicó Tchana.
Inextinguible
Con toda la evidencia médica presente, ¿por qué un cuarto de las niñas camerunenses aún sufren la mutilación?
"Cuando los pechos de una niña empiezan a crecer y los hombres comienzan a acercársele e intentan tener sexo con ella, tenemos que plancharle los senos para ayudarlas a que puedan seguir estudiando", afirmó Ze Jeanne, de 57 años, madre de ocho hijos.
"En su caso", dijo Ze señalando a su hija Clarisse, "sus pechos comenzaron a crecer a los nueve años, así que me vi obligada a planchárselos para detenerlos. No lo hice para destruirlos, sino para ayudar a la niña", insistió.
Además de estar arraigada a su cultura, muchas madres insisten en que la mutilación previene el contacto sexual prematuro de las niñas, evitando embarazos no deseados. Afirman que de esta manera las jóvenes permanecen vírgenes y puras.
Pero las víctimas señalan que la práctica es extremadamente dolorosa y en manera alguna previene las relaciones sexuales.
"No es la mejor forma de evitar los embarazos porque, después de todo, alguien como yo aún puede quedar embarazada. Tuve un hijo antes de casarme, así que en mi caso no sirvió para nada", dijo Joyce.
"Para mí, está todo en la cabeza. Una vez que te haces mayor, piensas dos veces en los riesgos que corres", afirmó./IPS-Street News Service.
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