Por Mariella Rosso
El diputado José Albornoz fue destituido de su cargo en la Vicepresidencia de la Asamblea Nacional como pase de factura política a su posición. El diputado declaró: “Sorprende al país la forma como se hace, pero es parte de lo que hemos estado viviendo en los últimos tiempos, de la intolerancia que hay al tener una posición”.
Primera noticia: ni es en los últimos tiempos ni nos sorprende. Las palabras del diputado nos hacen pensar mucho a quienes tenemos años con el sello “exclusión” en la frente. Lamentablemente su denuncia no es noticia en este país. Somos demasiados los ciudadanos que nos vimos en la lista Tascón en Internet -bajo el calificativo de “traidores a la Patria”- de forma pública por haber ejercido un derecho que nos da la Constitución. De igual manera con la lista Maisanta, que fue vendida masivamente en CDs por buhoneros en el centro de Caracas, y que digitalizó abiertamente la exclusión política en Venezuela.
Surgen en la memoria demasiados capítulos tristes de los últimos 11 años con las declaraciones del diputado Albornoz. Por ejemplo, cabe preguntar si la bancada del PPT alguna vez se interesó por lo que sienten los empleados públicos que se ven obligados a ponerse una franela roja o a asistir a una marcha del PSUV sin comulgar con ese partido, por el simple hecho de trabajar para el Estado, no para el partido de gobierno. Estas denuncias son públicas, todos conocemos gente que ha pasado por esa humillación para mantener un puesto de trabajo, porque las responsabilidades familiares los han llevado a bajar la cabeza y a hipotecar su hambre, aunque sabemos que no olvidan las caras que les pasaron lista, la del burócrata de turno que debía verlo en la marcha no fuese a pensar que no había asistido, con riego de despido. Cabe preguntar ahora qué opinaba de la intolerancia el día de la tristemente famosa intervención del ministro Ramírez ante los empleados de PDVSA en la que dejaba clara la prepotencia del Poder.
Cabe preguntar a cuántas violaciones de la Constitución dio anuencia la bancada del PPT levantando las manos en la Asamblea Nacional y a cuánta exclusión política dieron pie esas manos que avalaban el “aprobado por mayoría”, de aquello que sirviese al Poder de turno y no a los intereses de toda la ciudadanía. Cabe preguntar qué opinan de las cientos de marchas y actos a las que asistieron en que los opositores éramos tildados de “golpistas, oligarcas, lacayos del imperio, escuálidos, basura”, por citar sólo algunos ejemplos.
Son demasiadas las vistas gordas y las complacencias ante las múltiples ridiculizaciones de quienes piensan distinto en todo su derecho. De quienes no creemos en la violencia, ni en el militarismo y por eso no apoyamos nunca un golpe de Estado militar de nadie, de ningún color político, de ningún grupo aventurero y por ende nunca votamos por un militar. Quizás ahora empiecen a entender que muchos somos opositores, porque estamos del lado de la Constitución y conservamos el espíritu crítico que ellos perdieron y nosotros mantuvimos desde los tiempos del bipartidismo, cuando marchábamos contra los abusos de Lusinchi y CAP, cuando denunciamos la masacre del Amparo y las violaciones de derechos humanos del Caracazo. Aquellos que nunca fuimos “lacayos del imperio” porque protestamos cuando los contras estaban en Nicaragua, ante las invasiones de Panamá y Grenada, ante la guerra en Irak, entre muchas otras actuaciones de “antilacayismo” imperial.
Ojalá que desde ayer hayan entrado formalmente en la disidencia, aunque nunca se sabe lo que puede pasar. Y escribo disidencia y no oposición, porque la misma oposición es variopinta y el término disidencia -para mí al menos- es el que nos engloba a los que asumimos una posición en defensa de la Constitución, y que tratamos de guardar fidelidad a nuestros principios y a nuestra dignidad, no al Poder.
Celebro que hayan entendido por fin que muchas de las arbitrariedades del gobierno son actos de intolerancia y exclusión. Sin embargo, qué elegante les quedaría ahora el corolario del “nos equivocamos”, “creímos que el fin justificaba los medios”, “creímos que al montarnos en ese barco llegaríamos al socialismo”… Triste manera de darse cuenta de que a los disidentes los echan del barco por la borda, de que de los medios depende el fin (Ghandi) y de que la libertad siempre es la libertad de los que piensan diferente (Rosa Luxemburgo).
Publicado el 26 Mayo 2010 por conflictove
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