"Papá cantaba siempre; mi hermano mayor, además de ingeniero, componía temas clásicos; mi hermana Teresa era pianista", contaba Ítalo Pizzolante.  

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Por Antonio  Grillet

Caracas, 12 Mar (Enfoques 365).- Italo Pizzolante nació en Puerto Cabello el 2 de Diciembre de 1928. Ingeniero Civil. Desde 1956 comparte su profesión con la necesidad vital de componer canciones, actividad creativa en la que logró grandes éxitos que siguen vibrando en el ambiente nacional e internacional.

Su fama empezó a crecer cuando Pedro La Corte, solista de la famosa Rondalla Venezolana, le grabo el bolero “Motivos”. Más tarde, Felipe Pirela lo inmortalizó con “Puerto Cabello”. El Grupo vocal “Los Cuatro” le cantó “Poco a Poco”, y más tarde llegaron “Olvídate que me olvidas”, “Te lo voy a decir cantando” y “Tu eres bonita”.

Pizzolante tocaba el piano en sus espacios de descanso; y por lo regular, cuando sus amigos llegaban a su casa, cantaba y tocaba sus canciones que eran y seguirán siendo siempre motivo de recordación e insinuaciones para el romance. Formó  parte del nutrido grupo de autores y compositores de la Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela (SACVEN).

 

Sus padres, don Antonio y doña María, provenían de Salerno, en la Península Itálica. Contrajo matrimonio con Nelly Negrón, y de esta unión nacieron Italo, Cecilia (+), Isabel, Silvia y María. Ingeniero, profesor universitario, músico y poeta, se formó en un hogar donde la música estaba por todas partes.

"Papá cantaba siempre..."

"En mi casa -solía comentar-, papá cantaba siempre; mi hermano mayor, además de ingeniero, componía temas clásicos; mi hermana Teresa era pianista y profesora de la

escuela de música local”.

El Puerto Cabello que lo inspiró es el mismo que nos describió Lucas Guillermo Castillo Lara, en uno de sus escritos donde rememora el hotel Los Baños, el colegio La Salle, el barrio La Marina o los clubes El Recreo y Los Rivales, en aquel pueblo que para ese entonces ya tenía cinco plazas.

De la "Ingeniería de la Imagen" a la "Geometría de la Comunicación"

De su obra  "La Ingeniería de la Imagen" (publicada por la Universidad Católica Andrés Bello, UCAB, en 1992), extractamos una reflexión interesante en la que Pizzolante planteaba “la estrecha relación metodológica que existe entre los procesos de una construcción civil y la 'construcción' de una buena 'imagen' para empresas o personas”.

Propuso una nueva aproximación "matemática" para contribuir a la comprensión científica de los procesos que permiten una comunicación corporativa y estratégica que asegure la coherencia, consistencia y permanencia de la reputación y, en consecuencia, una confianza en la empresa que sea sostenible en el tiempo, y que se extienda a los productos que fabrica, servicios que presta y los procesos de relación con los públicos internos y externos que ella posee.

Todo un compendio interesante que ponía de manifiesto, no solo la vena artística de Pizzolante sino el conocimiento de dimensiones y espacio que conjugó su música con la ingeniería.

Pizzolante poseía un concepto elevado sobre "Identidad Corporativa" un elemento que estudió a fondo y  de la cual afirmaba que “es la suma de expresiones verbales y no verbales, características particulares que son interpretadas en forma de 'valores' para sostener o no las relaciones entre los seres humanos. Ser sólido, honesto, flexible, cercano, innovador, global dinámico y actual, entre otros, son atributos que se construyen a través de aquellos rasgos, muchas veces gráficos, que vemos o sentimos en la empresa, diferenciándola de las demás; rasgos que surgen de nuestra forma de ser y de hacer las cosas. Antes que el 'contenido', son primero las formas lo que impacta al ser humano y ellas deben ser y parecer aquello que somos o que queremos ser. Es la identidad, lo que hace tangible la cultura de una empresa, ella está 'contenida' en su dintorno y es mucho más que un 'simple logotipo'; se trata de la suma de expresiones gráficas y no gráficas que comunica una empresa.”

 Su visión sobre los negocios, la identidad y el medio empresarial le permitió asegurar: ”para que un plan de negocios de esta categoría tenga éxito,  se  debe agregar valor y ser coherente con aquello que queremos representar. Es el mercado de nuestras audiencias, y no la propia empresa, quien valora la 'identidad', es el mercado quien decide, a partir de nuestros mensajes verbales o no verbales, si desea creer o no, confiar o no, relacionarse y ser leal y respetuoso de la relación, con visión de largo plazo. La 'identidad corporativa' es una decisión de negocios, un importante activo empresarial, no un 'gusto' a capricho. Los cambios de identidad deben considerar al mercado y escuchar sus opiniones oportunamente y con atención, además de percibir nítidamente las características culturales (valores) que posee”.

En realidad Pizzolante era  aparte de artista, todo un pensador, un filósofo del conocimiento humano al que  se extrañará con intensidad en todos los medios que tuvo el acierto de incursionar.

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