De eso no se habla
Jen Hogg, de la Guardia Nacional de Nueva York, dijo a IPS: "Ayudé a una mujer a denunciar una agresión sexual en el campamento de entrenamiento. La agarraron de atrás mientras subía las escaleras y no pudo identificar a su agresor".
Hogg contó que su amiga tenía miedo de denunciar el incidente a su sargento y explicó por qué. "La posición de autoridad que ostenta el sargento instructor desalienta todo intento de denuncia".
"En este caso, la respuesta del sargento fue veloz, pero causó un gran resentimiento hacia ella porque su identidad fue revelada al grupo, que recibió un castigo colectivo", añadió.
El hecho de no preservar la identidad de la víctima es otra de las tácticas del ejército para desalentar las denuncias.
"Después sus compañeros le decían tantas cosas agresivas cuando se la cruzaban que terminó por arrepentirse de haber hecho la denuncia. Así se entrena a las mujeres a callarse la boca", añadió.
La propia Hogg fue víctima de agresiones verbales. "Cuando hacía calor y me sacaba el protector del pecho me solían decir ‘dónde las tenías escondidas’ en alusión a los senos", relató.