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Buenos Aires, jun 28 (Telam).- Ni el más optimista de los fanáticos del fútbol de los Estados Unidos pudo haber soñado o imaginado que al final del primer tiempo le iban a estar ganando a Brasil, nada menos que en la final de la Copa de las Confederaciones. Pero enfrente estaba Brasil. Y los multicampeones del mundo tiraron sobre la cancha toda su historia y terminaron dando la vuelta olímpica, la misma que todo el ambiente del fútbol esperaba.
En el comienzo del partido Brasil salió a tirarle toda su historia al rival, pero se encontró con un Estados Unidos bien parado, controlando siempre de cerca de Kaka y sin darle espacios a los delanteros sudamericanos.
De a pocos los “yankis” crecieron, se fueron animando, hasta que se puso en ventaja, luego de que Dempsey desviara hacia el arco un centro enviado desde la derecha.
Brasil estaba perdiendo y el mundo se sorprendía porque si bien Estados Unidos no era una máquina tampoco el resultado era injusto.
Los sudamericanos intentaron reaccionar, pero chocaron con su impotencia y cuando comenzaban a crecer llegó un contraataque perfecto, que definió con gran categoría Donovan.
Con el 2-0 se fueron al descanso, para sorpresa del mundo entero. Claro, a Brasil nunca hay que darlo por muerto y a los 40 segundos del inicio de la parte final descontó Luis Fabiano, como para ir marcando como se venía la historia de esta final.
Con el 1-2 los brasileños se fueron con todo a buscar el empate, con un Kaka ahora inspirado, los sudamericanos se cansaron de desbordar a Estados Unidos, que sólo resistía y rezaba, porque todos sabían lo que se venía.
Pudo empatar el partido kaka, pero el árbitro del partido ni el juez de línea observaron como el arquero de Estados Unidos sacaba una cabezazo del astro brasileño desde dentro del arco.
Pero eso no paró a Brasil, que siguió buscando y otra aparición de Luis Fabiano provocó que el partido pasara a estar 2 a 2, con poco más de 15 minutos por jugar.
El golpe de ir ganando 2 a 0 y pasar a estar 2 a 2 Estados Unidos lo sintió y por eso no sorprendió a nadie que Brasil marcara el tercero, con un gran cabezazo de Lucio, para que el partido pasara a estar 3 a 2 a favor de los sudamericanos.
Los minutos finales encontraron a Estados Unidos empujando pero no atacando y a Brasil agazapado, sabiendo que sólo tenían que correr las agujas del reloj para cantar campeón.