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Bolivia, 14 Nov. ABN (Manuel Alexis Rodríguez, enviado especial).- Eran las 9:50 de la noche del sábado 14 de noviembre de 2009, cuando la ex nadadora y medallista nacional boliviana María Antonieta Arízaga arribó al Estadio Patria de Sucre, en el departamento de Chuquisaca, con el fuego bolivariano en sus manos. Tras pasar por varios atletas, la llama llegó al ex nadador y recordista Héctor Medina. Fue este ex abanderado olímpico el encargado de subir a las gradas de la tribuna sur y encender el pebetero de los XVI Juegos Deportivos Bolivarianos Sucre 2009.

En medio de una gran algarabía se desató una verdadera fiesta en la capital histórica de Bolivia. Más de 25 mil personas animaban el espectáculo desde las gradas. Hombres, mujeres y niños de diferentes nacionalidades, edades y orígenes alzaban en sus manos banderas de Venezuela, Panamá, Ecuador, Colombia, Perú y Bolivia y con mucho entusiasmo brindaban su apoyo a los más de tres mil atletas que desfilaron por el campo del Patria.

El acto de inauguración puede describirse como una fiesta autóctona donde la cultura, el folklore y el nacionalismo boliviano se hicieron sentir desde tempranas horas de la tarde hasta entrada la noche, cuando se dio por concluida la actividad. En pocas palabras, la inauguración de estos Juegos Bolivarianos sirvió para revalorizar la riqueza cultural y ancestral nacional de la hija predilecta del Libertador Simón Bolívar.

En el evento, el público presenció auténticas muestras de danza folklórica, bailes nacionales, la presentación de bandas musicales de diferentes instituciones educativas, un desfile donde participó la juventud sucreña y un espectáculo central denominado Fantasía Boliviana, llenó de magia, luces, acrobacias y que finalizó con un show pirotécnico multicolor danzante al ritmo de la música.

La hermandad y humildad del pueblo cruceño se vio reflejada en la asistencia al Estadio Patria de muchos niños y niñas acompañados de sus padres, coreando cada una de las canciones interpretadas por los grupos musicales nacionales.

Un estadio al borde de su capacidad recibió a más de tres mil atletas: 386 jóvenes colombianos con su uniforme amarillo, 94 panameños vestidos de blanquiazul, 555 venezolanos con su vestimenta tricolor, 348 ecuatorianos con pantalón azul y chaqueta blanca, 227 peruanos en blanquirojo y finalmente la delegación anfitriona de Bolivia.

Indudablemente, una ceremonia sencilla, llena de luces, aplausos, fuegos artificiales y música, que denota el esfuerzo realizado por el pueblo boliviano para brindar a la región suramericana la inauguración de unos Juegos Bolivarianos que auguran el éxito de ediciones anteriores.

Desde el 15 y hasta el 26 de noviembre, estos tres mil atletas demostrarán que el deporte puede unir pueblos vecinos y hermanos, con la alegría y la cordialidad que se caracteriza al pueblo suramericano.

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