Por Manuel Isidro Molina
Caracas, dic 24 (Enfoques365).- El hoy fallecido, ex presidente de la República, Rafael Caldera, es el más eminente político venezolano del siglo XX.
Su polémica trayectoria política aferrada a las doctrinas de la iglesia Católica y a la visión occidental demócratacristina, que bien resumió en su libro La especificidad de la Democracia Cristiana (1977), no le impidieron evolucionar democráticamente en la comprensión del pluralismo, la justicia social, el entendimiento entre los pueblos y especialmente entre las diversas corrientes del pensamiento y la acción política en la convulsa Venezuela.
Brillante orador, políglota, docente universitario, coautor de la naciente legislación laboral venezolana a finales de la década de los años 30 del siglo XX, Caldera fue el principal fundador del Partido Social Cristiano COPEI, el 13 de enero de 1946. En 1947, es postulado por primera vez a la Presidencia de la República, elecciones ganadas por el también eminente escritor Rómulo Gallegos, candidato del partido Acción Democrática liderado por Rómulo Betancourt, entonces presidente de la Junta de Gobierno cívico-militar que derrocó al presidente Isaías Medina Angarita (18.10.1945). Gallegos fue derrocado el 24 de octubre de 1948, meses después de haberse juramentado en la Presidencia de la República, por los mismos militares que junto con Betancourt habían derrocado a Medina.
El fraude constituyente de la dictadura militar, en diciembre de 1952, abre el camino a la dictadura personal del coronel Marcos Pérez Jiménez, régimen criminal y corrupto que llevó a la cárcel, la tortura y la muerte a cenetenares de venezolanos y venezolanas que defendían la libertad y los derechos populares. Entre ellos, Rafael Caldera, quien en 1957 fue encarcelado por oponerse al régimen militar, ya decadente. Exiliado en Estados Unidos, Caldera se reúne en Nueva York con otros dos destacados políticos venezolanos Rómulo Betancourt (AD) y Jóvito Villalba (Unión Republicana Democrática, URD), con quienes acuerda el "Pacto de Nueva York", predecesor del "Pacto de Punto Fijo" (1958), firmado en Caracas, precisamente en la residencia de igual nombre, del hoy fallecido ex Presidente. Dicho pacto político, si bien ofrecía una amplia base de sustento al gobierno que emergiera de la elección presidencial en diciembre de 1958, tuvo el aliento macartista de la época, excluyendo al Partido Comunista de Venezuela (PCV), fuerza política dirigida desde la clandestinidad por Pompeyo Márquez.
COPEI y URD pasan a formnar parte del gobierno del recién electo presidente Rómulo Betancourt, el cual tuvo también el respaldo alineado con la política estadounidense frente a la Unión Solviética y sus esferas de influencia, de la iglesia Católica, los empresarios y los militares democráticos, en buena parte influenciados por el PCV y las corrientes de avanzada de AD y URD, que a partir de 1960 romperían con el autoritario régimen betancourista.
El gobierno de Betancourt provocó la expulsión de los principales líderes del partido AD y su Juventud, durante la resistencia, y precipitó la radicalización de la política venezolana, instaurando la persecución política y la represión contra el PCV y el naciente Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR, 1960). Emergió el movimiento guerrillero con una política subversiva que involucró a militares revolucionarios que en 1962 protagonizaron los alzamientos de Puerto Cabello y Carúpano, entre otros, y a militantes progresistas como el periodista Fabricio Ojeda (URD), que presidió en 1957 la "Junta Patriótica" que coordinó el derrocamiento de la dictadura perezjimenista.
En medio de tal turbulencia, que incluía en forma destacada la "asesoría" militar y de inteligencia de Estados Unidos, con sistemática tortura y asesinatos selectivos por parte de los tenebrosos agentes de la Digepol (Dirección de Inteligencian Policial del ministerio de Rerlaciones Interiores) y el SIFA (Servicios de Inteligencia de las Fuerzas Armadas), Rafael Caldera presenta por tercera vez su candidatura presidencial para las elecciones de 1963, las cuales ganó el candidato de AD, Raúl Leoni, quien lejos de revertir la maquinaria represiva de Betancourt, la toleró y llevó al paroxismo.
En 1967, se produce una nueva división de AD, con el senador y ex ministro de Educación, Luis Beltrán Prieto Figueroa, como líder rebelde ante el oficialismo de Betancourt y Leoni. Van las elecciones presidenciales de 1968, esta vez ganadas por Caldera con unos 32 mil votos de diferencia sobre el candidato de AD, Gonzalo Barrios.
En la campaña electoral, Caldera levantó como centro de su propuesta política la "Pacificación" de Venezuela. A partir del 2 de marzo de 1969, día de su juramentación como Jefe de Estado, comenzó la materialización de su oferta política más importante, que abarcó a la dirigencia del PCV, el MIR y las FALN (Fuarzas Armadas de Liberación Nacional), agrupación del molvimiento guerrillero con aliento cubano-fidelista-guevarista que se había lanzado a la toma del poder por las armas, frente a la política represiva iniciada por Bertancourt, prácticamente en 1959, desde los inicios de su mandato teñido de un virulento anticomunismo e intolerancia política.
La libertad de los procesados y proscritos políticos del PCV y el MIR, así como la legalización de ambas organizaciones políticas, abrió un cauce de encuentro democrático que fructificó en 1973, con un parlamento pluralista y a elección del presidente Carlos Andrés Pérez (AD).
Aquel primer gobierno de Caldera (1969-1974) se caracterizó por intensos esfuerzos para desmontar el aparato represivo dejado por Betancourt y Leoni. Fueron reorganizadas la Digepol y el SIFA, que pasaron a llamarse "Disip" y "DIM", aunque no se procedió judicialmente contra los torturadores y homicidas de esas policías criminales. Sin embargo, durante su mandato hubo decenas de estudiantes asesinados en las calles, durante manifestaciones de diversa naturaleza, y fue allanada la Universidad Central de Venezuela. Un halo cultural democrático, su desempeño personal elocuente y respetuoso, y políticas sociales de cierto aliento, en cultura, vivienda, salubridad, urbanismo y transporte aportaron un clima de convivencia progresiva, que se grabó en la mente de los venezolanos.
En calidad de Senador Vitalicio, Caldera fue un influyente político en el Congreso de la República. Presidió la Comisión de Reforma Constitucional; el 4 de febrero de 1992, varió el clima político nacional con su memorable y vibrante discurso en el pleno bicameral del Congreso, reconociendo aliento social al movimiento militar rebelde encabezado por Hugo Chávez, a pesar de la condena política de aquel intento de derrocamiento del entonces presidente Carlos Andrés Pérez. Ese mismo año, dentro del estremecimiento nacional, dirige los esfuerzos políticos para lograr un texto de reforma constitucional de avanzada con gran consenso nacional, pero grupos de poder sectarios económicos, comunicacionales y neoliberales lograron frustrar aquella oportunidad de desarrollos democráticos: negaron tercamente la reforma y obligaron al titubeante mundo político predominante a engavetarla, en agosto de 1992, lo que hoy estarán lamentando.
De ahí provino su segunda presidencia (1994-1999), más polémica por dos factores preponderantes: el indulto a los militares rebeldes del 4 de Febrero y 27 de Noviembre de 1992, una segunda "Pacificación" bajo su rectoría; y el plan económico neoliberal de 1996, impulsado por los políticos y economistas Luis Raúl Matos Azócar (independiente ex militante de AD) y Teodoro Petkoff (dirigente del Movimiento al Socialismo, MAS), ambos sucesivos ministros de Planificación del segundo gobierno de Caldera.
Sus adversario políticos de la derecha no le perdonan que haya indultado al teniente coronel Hugo Chávez Frías y sus copartidarios militares rebeldes del 4F, y menos que le haya entregado el mando presidencial a un "golpista", el 2 de ferbrero de 1999. Tampoco, desde la izquierda laboralista, olvidan que su gobierno haya promovido junto con Petkoff, la eliminación de la retoractividad de las prestaciones sociales de los trabajadores, en el marco de una política de "desregulación laboral" de claro aliento neoliberal, apoyado por los sectores empresariales, comunicacionales y políticos neoliberales. Es el Caldera que menos quieren, definitivamente.
Respetado, amado, reconocido, vituperiado u odiado, nadie podrá negar que Rafael Antonio Caldera Rodríguez (1916-2009) es uno de los grandes de la política venezolana del siglo XX, con sus virtudes y defectos. La historia lo evaluará polémicamente, pero su estatura política, intelectual y humana quedará como libro abierto para las futuras generaciones.
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VEA TAMBIÉN:
Falleció el ex presidente Rafael Caldera
https://enfoques365.net/N8389-falleci-el-ex-presidente-rafael-caldera.html
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