Por José Pulido
A lo largo de los años cuarenta, cincuenta y sesenta, los jóvenes de esas emocionantes y románticas décadas sentían gran admiración por Johnny Weissmuller, aunque, en honor a la verdad, peleaba con unos tigres y unos cocodrilos tan pequeños, que se notaban de lo más asustados cuando aquel hombrón se dejaba caer desde las lianas y para colmo gritando como un poseido.
Admiraban a un Weissmuller trocado en Tarzán, porque era un tipo fortachón, que sólo necesitaba un taparrabos y un cuchillo para sobrevivir. Y por si fuera poco, ninguna mujer en su sano juicio resistía sus encantos.
En cada película, Johnny se parecía más y más a Tarzán, un personaje que hacía soñar a la muchachada con la posibilidad de criarse jugueteando en el monte, sin hacer tareas, y de educarse a sí mismos sin necesidad de tener que aceptar las presiones sociales de "mi hijo va a ser doctor, no va a ser un mojón de perro como yo" y cosas por el estilo.
Johnny Weissmuller no resultó buen actor y sin embargo protagonizó once películas haciendo el papel de Tarzán. Repitió hasta la saciedad cientos de tomas y terminó creyendo que era, en realidad, el rey de la selva, el monarca de los monos. A tal punto se metió en ese personaje, que a la hora de firmar escribía, sencilla y llanamente "Tarzán".
-Oye, Johnny: vas a tener que hacerme otro cheque. El que me diste ayer rebotó por problemas con la firma.
-Mamá: no voy a salir más con Johnny. La otra noche se quitó la camisa y se golpeó el pecho cuando nos pusieron una langosta en el restaurante. Y eso no fue lo peor mamá: después le puso un pie encima a la langosta y lanzó un grito que casi le da un infarto al mesonero.
Quizás, Johnny Wiessmuller se transformó en Tarzán, porque el desesperado e intenso amor materno de la mona Kala, la salvadora del personaje de ficción, tocó un punto clave en las profundidades de su ser.
Johnny Weissmuller nació el 2 de junio de 1904 y todavía se ignora si nació en Rumania o en Windberg, Pensilvania, pero lo cierto es que sus padres fueron unos humildes emigrantes que murieron a los pocos años de estar en Estados Unidos. Se esfumaron agotados de tanta pena y dejaron huérfano a Johnny, quien desde niño deambuló solitario y perdido en la jungla moderna norteamericana.
El personaje Tarzán de los monos, también conocido como Tarzán el terrible, fue creado por la literatura de Edgar Rice Burroughs. Sus padres, Lord Greystoke y Alicia, fueron abandonados por hombres amotinados en el barco donde viajaba el matrimonio. Los lanzaron a la costa africana y allí nació un niño a quien llamaron John. Si su madre no hubiese muerto tal vez lo habría llamado alguna vez, cariñosamente, "Johnny".
El de la vida real, Johnny Weissmuller, era un niño huérfano, como lo fue Tarzán. Pero a él no lo rescató la mona Kala. Johnny trabajaba en tiendas y en otros establecimientos comerciales como aprendiz o como mandadero y de esa manera se mantenía. Sin embargo, siempre perdía los empleos debido a su carácter agrio y sus malas mañas: a veces se guardaba en el bolsillo el vuelto de los clientes.
Dicen que se crió tan arisco y solitario como Tarzán. Y curiosamente, al igual que lo ocurrido con el personaje de Edgar Rice Burroughs, a los doce años de edad, en 1916, se le revelaron los encantos de la natación: era lo suyo. Entrenaba ocho horas diarias y se transformó en un atlético joven que nadie podía alcanzar en el agua.
A los dieciocho años de edad tuvo el bien ganado privilegio de ser el primer nadador que estableció un récord mundial en los cien metros, haciendo 58 segundos.
En 1924 viajó a las OlimpÌadas de París, integrando el equipo de Estados Unidos. Desde los juegos de Grecia en 1896 se usaban piscinas que requerían de muchos giros para hacer los 100, 200 o 400 metros. En París, por primera vez se iban a utilizar piscinas de 50 metros de largo, que reducían esos giros y beneficiaban a los nadadores más resistentes.
Johnny ganó medalla de oro en los 400 metros libres y apenas dos días después obtuvo otra medalla en los 100 metros libres. La tercera presea se la llevó en relevos de 4 por 200 metros libres y hasta ganó una medalla de bronce con el equipo de polo acuático.
Cuatro años más tarde, en las Olimpíadas de Amsterdam, impuso el récord de 51 segundos en 100 metros y pasaron dieciseis años para que ese récord fuera superado. Weissmuller fue el primer nadador que hizo 200 metros libres en dos minutos y ocho segundos. En Amsterdam obtuvo dos medallas de oro y de esa manera completó cinco.
En Estados Unidos tenían esperanzas de que en los juegos olímpicos de 1932, se iba a llevar alguna otra medalla dorada, pero le ofrecieron 500 dólares a la semana por dejarse fotografiar luciendo una determinada ropa deportiva y dijo que sí, porque era un ciudadano sin muchos recursos económicos. Casi al mismo tiempo le ofrecieron un papel en el cine haciendo de Tarzán. Todos lo miraban como el muchacho que había ganado cinco medallas de oro olímpicas y que había impuesto nada menos que 67 récords mundiales.
Pero a medida que hacía suya la vida de Tarzán, la gente fue olvidando que se trataba de un verdadero héroe. Y él también prefirió soñar con una Jane ficticia y un título nobiliario de literatura, que recordar sus hazañas de nadador insustituible.
Ya en las últimas películas daba lastima verlo metiendo la barriga y con los pectorales flojos, transformándose en tetas, porque no hacía mucho ejercicio.
Pero algunas veces fue visto cerca de una piscina, observando el azul del rectángulo, tratando de recordar por qué esas aguas límpidas y olorosas a cloro, le llamaban tanto la atención, si Jane no estaba allí pidiendo auxilio y no escuchaba ningún pesado coleteo zambulléndose desde la otra orilla.
Aunque el tipo mal encarado que le decía "no puede estar aquí si no es cliente del hotel" tenía ojos encapotados y enrojecidos de cocodrilo.