Por Reuben Morales
Mamita, linda, ¿cómo estás? Espero que bien. Yo estoy muy emocionada porque te tengo un notición: ¡me aceptaron en la UNEARTE, la nueva Universidad Nacional Experimental de las Artes que hizo el presidente en el Ateneo de Caracas!
Ay, Mamita, ¿quién lo diría? Después ser la más salida de la familia, de tantas obras de teatro que hice en la escuela y de los sopotocientos actos culturales que hice en la plaza del pueblo, al fin me voy a convertir en toda una actriz profesional.
Ya puedes estar tranquila de que no voy a estar pasando hambre por ahí en la cola de un casting, ni haciendo malabares en un semáforo para ganarme unos realitos. Ahora voy a ser toda una licenciada de la actuación.
¿Te imaginas? Mi nombre en las marquesinas de los teatros y la gente pidiéndome autógrafos y tomándose fotos conmigo al final de la función. Cuando eso suceda, tranquila, que yo te pago el viaje y la estadía para que me vengas a ver. Bueno, eso a menos de que comiencen a girar las obras por el interior y no te tengas que mover para verme.
¡Ay, mamita, no sabes la felicidad que me da esto! Lo que medio lograba aprender leyéndome un librito de actuación o agarrando un cursito, lo voy a tener todo en un mismo sitio. ¡Y lo que me voy a ahorrar en pasaje! De la casa a la Unearte y listo. Eso me bajará bastante el estrés de estar saltando de un sitio para el otro todo el día.
Pero esto es solo el comienzo, mamá. ¡Ya verás cuando sea famosa de verdad! Seguramente actuaré en telenovelas y estaré haciendo obras de Cabrujas, Ionesco y Pirandello en las salas más importantes del país.
Ay, mami, pero en medio de toda esta alegría, la única cosita que me entristece un pelo, es que si bien se me avecina un futuro prometedor con todo lo que voy a aprender; jamás me voy a poder presentar en la que siempre fue la plaza de mis sueños: la sala Anna Julia Rojas del Ateneo de Caracas.