Por David Uzcátegui

Periódico EL ESPACIO

 

            Cuando uno escucha ciertas afirmaciones del Jefe de Estado, no queda sino ponerse a pensar. Por ejemplo, una de las más comentadas ha sido aquella de que apenas gana dos mil bolívares fuertes y que con eso, de vez en cuando se compra unos pantalones.

            Y la primera pregunta es: ¿De dónde salen semejantes disparates? Porque el laborioso equipo de libretistas y apuntadores que trabajan para el mandatario no debería dejar escapar semejantes gazapos. ¿O será que el locutor posee una compulsiva tendencia a salirse del libreto? ¿A no escuchar lo que le dicen, así sea por su bien? Con la tropa de gente que cuida cada detalle de sus alocuciones, semejantes autogoles no deberían suceder.

            Luego, el comandante parece olvidar que los medios de comunicación han reseñado –con documentación- los fabulosos gastos de las residencias presidenciales en comidas, banquetes, artículos de uso personal, ropa, zapatos, transporte y afines. Sin contar los de transporte, alojamiento, libros, electricidad, telefonía fija y celular, medicinas, custodia y otras tantas erogaciones que no salen del bolsillo presidencial aunque él sea el beneficiario.

            El semanario zuliano Versión Final reseña en su edición del 11 de abril de 2008, que por aquellos días, el estilo de vida del Presidente costaba a los dineros públicos venezolanos más de 2 millones de bolívares fuertes diarios, según presupuesto aprobado por la Asamblea Nacional. Para ese momento, el aparataje que ha creado Chávez a su alrededor consumía cuatro sueldos mínimos por segundo.

            Y para qué hablar de su sofisticado medio de transporte: un avión que costó más de sesenta millones de dólares de los de hace siete años largos y cuyas fotos también se han colado a los muy inoportunos medios de comunicación. Por eso los persiguen y los quieren cerrar.

            Mantener el Airbus presidencial una hora en el aire cuesta 30 mil dólares. Con él, el alegre viajero ha visitado más de 170 países, alojándose en suites que promedian los 4 mil 500 dólares diarios. Con él viajan casi cuarenta personas, entre comitiva y seguridad, cuyos gastos de manutención superan los mil dólares diarios por persona.

            Pero aún hay más. El mismo Presidente cometió una vez el lapsus de relatar que tenía montones de trajes que ni siquiera había usado. Y por si fuera poco, el cronista de sociales Roland Carreño desglosó en una oportunidad los precios de cada uno de los elementos del atuendo que había utilizado el funcionario en una cadena. Marcas y costos de corbatas y relojes, de bolígrafos y camisas, dejaron boquiabiertos a todos. Tuvo el honor –dudoso, para quien se dice socialista- de ser calificado como el político mejor vestido de Venezuela, por el asesor de imagen Chalo Suárez.

            El gusto por la buena vida que el gobernante no puede reprimir, lo ha llevado a aparecer en la muy yanqui revista Styles of Celebs  (Estilos de Celebridades) como el presidente que más gasta en cuidado personal en el mundo, con la acotación de que para el año 2003 ya superaba el presupuesto de la Alcaldía Mayor.

            Finalmente hay que recordar que él mismo dijo, en aquella intervención de seis horas junto al detalle del sueldo, que él no es el mejor ejemplo porque no gasta nada. Teniendo, pues, todos los gastos sobradamente cubiertos con el dinero de los venezolanos, no es de extrañar que no toque sus supuestos ingresos y que, de vez en cuando, se compre un pantaloncito de 2 mil bolívares fuertes.