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Por Pedro Joel Vilela

Periódico EL ESPACIO

En todo juego, partido, encuentro o disputa entre dos equipos (juegos de oposición), existen unas reglas. Un reglamento que se debe seguir y  respetar. Hay que conocer y ceñirse  a lo que dice cada una de las cláusulas de ese reglamento que rige las disciplinas deportivas.

En el fútbol existe una regla que ha tenido muchos amigos como muchos detractores, debido a las múltiples consecuencias que ha originado su aplicación. Esta regla se llama “fuera de juego”. Pero esta regla ha sufrido sus modificaciones desde que, por primera vez en el año 1863, la Asociación de Clubes de Fútbol acordó recoger en un código las costumbres que venían regulando este juego, para unificar su práctica. Así apareció el reglamento, que era necesario, ya que el fútbol en sus orígenes no era un deporte sino más bien una lucha amorfa por conseguir que el balón traspasara una línea de meta, que se fue acortando sucesivamente hasta convertirse en una portería enmarcada entre tres palos como la conocemos actualmente.

         Al fútbol desde su aparición se le han ido agregando normas para limitar la agresividad. A finales del siglo XV, el fútbol era una actividad que a menudo degeneraba en batallas entre poblados. Es por eso que los reyes de Inglaterra prohibieron su práctica durante largo tiempo.

En 1863, cuando se introdujeron reglas sin ninguna base experimental, éstas trajeron muchas consecuencias que no podían preveer sus autores, pues esas costumbres se convertían en leyes obligatorias, y así fueron apareciendo otras sobre la manera de hacer los saques y la forma de hacer las jugadas. Entre ellas, la fundamental fue la de no adelantarse al balón, porque fue la que dio al juego su estructura y su sistematización. Así aparece una regla, seguida por todos los equipos, que castigaba al atacante que se adelantaba al balón. Se colocó como Regla Once y desde entonces se llama regla del “off-side” (fuera de juego).

El fuera de juego se creó para impedir el pase adelantado y organizar la defensa, obligando al portador de la pelota a encontrarse con un defensor antes de tirar a puerta.

Para que un juego tenga interés y emoción, ha de estar asegurado que pueda haber una lucha equilibrada entre los dos bandos.

         Los británicos reformaron en 1866 el fuera de juego, con la intención de erradicar la disputa del balón de un atacante contra diez defensores, manteniendo no obstante una limitación para los atacantes. Así redactaron la nueva regla: “Un atacante se halla en fuera de juego si en el momento del pase se encuentra más cerca de la línea de meta que el balón y el antepenúltimo adversario a la vez”.

Al no estar basada ni en la experiencia ni en la investigación, la nueva regla originó un largo periodo de desconcierto estratégico al descubrirse la posibilidad del pase adelantado.

En 1925 se vuelve a modificar la regla: “Un atacante se halla en fuera de juego si se encuentra más cerca de la línea de meta que el balón”.

Este sistema adoptado, que durante años ofreció un gran espectáculo, se vio torpedeado en la liga profesional inglesa por la trampa del fuera de juego muy perfeccionada por un defensa del Newcastle United, al provocar una y otra vez el fuera de juego mediante un paso adelante en el momento justo, con el brazo extendido, para que el árbitro no tuviera dudas. Debido a esto, los clubes profesionales ingleses la hicieron responsable de la mengua de goles y el descenso de la asistencia a los estadios.

El gremio que podía decidir sobre la reforma del fuera de juego estaba dominado por británicos, así que una nueva versión del fuera de juego vio la luz en junio de 1925: “Un atacante se halla en fuera de juego si en el momento del pase se encuentra más cerca de la línea de meta que el balón y el penúltimo adversario a la vez”.

La regla de 1925 ayudaba de forma decisiva a solucionar el problema fundamental del fútbol: procurar una lucha equilibrada entre el portador del balón y el defensor que se lo disputa. Al igual que la regla anterior, ésta no estaba basada ni en la experiencia ni en la investigación, por eso se convirtió en una trampa para los propios defensores por estar más pendientes del fuera de juego que por marcar debidamente.

La táctica del fuera de juego, o achique de espacios, es una táctica defensiva. Cuando un jugador atacante está avanzando por el campo y un compañero de equipo está listo para enviarle el balón, los defensores se adelantarán sincronizadamente de modo que el atacante se encuentre situado detrás de ellos en el momento en que el balón sea pateado para iniciar el pase, haciendo que el atacante se coloque en posición de fuera de juego justo en ese momento.

         Se suele decir que el uso de esta táctica fomenta un fútbol aburrido. Sin embargo, puede ser una estrategia arriesgada ya que los defensores deben avanzar juntos, pues  si no los jugadores atacantes no se encontrarán en posición de fuera de juego; si la táctica falla, los jugadores atacantes tendrán un camino casi despejado hacia la portería.

         Los cambios de reglamento de 2003 han hecho que esta táctica sea más peligrosa. Una situación pasiva en fuera de juego no se penaliza, de esta manera los equipos que lleven a cabo esta táctica pueden fallar si el jugador en fuera de juego no está involucrado en el juego activo.

         Mucha gente piensa que esta regla debería desaparecer pues estratégicamente los equipos ya no son vulnerables a este tipo de jugada. El juego de conjunto ha progresado en estos tiempos. Creo que no pasará mucho para que se vuelva a revisar esta regla, en beneficio del buen juego y del fútbol.