Eduardo Fernández
“Me arrepiento de no haber sido Presidente”
“Está intacta mi vocación de servicio público. La Presidencia de la República no es un problema de edades, aunque esta crisis demanda de gente con experiencia y conocimiento de la política y del funcionamiento del Estado”
n Mario Villegas
Periódico EL ESPACIO
Aunque ha mantenido muy bajo perfil por largo tiempo, Eduardo Fernández no está retirado de la política. Muy por el contrario, desde su refugio académico del Centro Internacional de Formación Arístides Calvani (IFEDEC), en Boleita, el otrora secretario general y ex candidato presidencial de Copei monitorea todo cuanto ocurre en el escenario político nacional y, más allá, en el espectro planetario. De una larga conversación con él, da la impresión que se apresta a desempeñar un rol más activo y protagónico.
-¿Cómo define el momento político que estamos viviendo?
-Yo creo que estamos en un momento de transición. La propuesta del gobierno no es viable y creo que esto colapsará en cualquier momento como consecuencia de su inviabilidad. Es una propuesta que no tiene asidero.
-¿Qué es lo inviable?
-La propuesta del socialismo…
-¿Incluso el socialismo en cualquiera de sus versiones?
-El socialismo lo entiendo yo como lo entendía Lenin: dictadura del proletariado y eliminación de la propiedad privada. Ninguna de las dos cosas es posible en Venezuela. En el mundo se ha llamado a muchas cosas socialismo democrático. Por ejemplo, los países escandinavos dicen que son socialistas. ¿Qué tiene de socialista eso si allá hay propiedad privada y democracia? Bachelet es socialista… ¿Qué parentesco puede haber entre ella y Fidel Castro o el régimen de Corea del Norte?
-Eso lo que evidencia es que hay varios modos de concebir el socialismo…
-La palabreja ha tenido mucho éxito, porque a pesar del colapso del socialismo real, de la catástrofe de la Unión Soviética y de toda la Europa Oriental, sin embargo la palabra sobrevivió. Ella ha tenido en el tiempo una supervivencia admirable. La democracia cristiana ha tenido menos suerte como propuesta, aunque la economía social de mercado fue la que hizo la recuperación económica de Europa después de la segunda guerra mundial.
-¿No será que la persistencia de esa “palabreja” tiene algo que ver con el origen de las desigualdades y de las injusticias sociales en el mundo?
-Yo creo que ahí está la cosa. Por ejemplo, los humanistas cristianos hablamos de la justicia social, en la dirección de construir un orden colectivo basado en la erradicación de la desigualdad y de la pobreza. Pero el proyecto chavista es inviable porque, a pesar de haber gastado más de 900 mil millones de dólares, ninguno de los problemas que existían los ha resuelto, más aun se han agravado muchos de ellos. Por ejemplo, había mucha corrupción. A mi mismo me tocó denunciar muchos casos. Pero aquella corrupción se quedó chiquita comparada con ésta y los actuales escándalos. Este es un régimen que funciona en el entendido de que la corrupción es estratégicamente necesaria para comprar la lealtad de muchos altos cargos del Estado. El problema de la pobreza es otro ejemplo: no se está atacando la raíz del problema para construir un orden social justo, donde la distancia entre los pocos que tienen mucho y los muchos que no tienen nada se achique y todos tengamos igualdad de oportunidades y de acceso al progreso.
NI MILITARES NI REELECCIÓN
Fernández considera “perfectamente justificado” que frente “a la inconsecuencia y a los fracasos del esquema democrático-representativo bipartidista” mucha gente en Venezuela se haya hecho ilusiones con Hugo Chávez. No obstante, afirma que la supuesta revolución que lidera el Presidente de la República no es sino la repetición del caudillismo y el militarismo que, a lo largo del siglo XIX muchas veces llegó al poder con grandes promesas y expectativas.
Una característica fundamental que observa en ese caudillismo es el predominio de la cultura militar sobre la cultura civil, democrática republicana.
-Este es un régimen militarista. Mucha gente dice: “Pero bueno, ¿Y será que los militares no van a resolver el problema de Venezuela?”. Yo digo que el problema de Venezuela no es para que lo resuelvan los militares porque ellos son en gran medida la causa del problema, no la solución.
-¿No se siente corresponsable del ascenso de Chávez al poder?
-En tanto que venezolano, sí. Todos somos responsables de que nuestro país hasta ahora no haya podido cristalizar una propuesta de democracia republicana, moderna, eficaz, para que resuelva los problemas sociales y económicos. Ahora, una de las causas por las cuales llega este fenómeno es porque no hubo relevo generacional. En Venezuela era urgente hacer cambios económicos, políticos, sociales, culturales, morales. En un discurso el 5 de julio de 1986 ante el Congreso de la República dije “El pueblo está bravo y tiene muy buenas razones para estarlo”. Pedí un cambio y un relevo generacional sin traumas. En lugar de eso, el país le confió la dirección del gobierno a dos venerables venezolanos, primero el señor Pérez, después el señor Caldera y, en el medio, el señor Velásquez, que no estaban en condiciones de interpretar los nuevos tiempos y realidades, ni de promover los cambios que había que hacer. Yo recorrí el país, primero dentro de mi partido diciendo: “Con todo el respeto que debemos al doctor Caldera, éste ya no es el momento para él, se impone un relevo generacional dentro de nuestro partido”. Y después lo recorrí diciendo: “No repitamos a Pérez”. La reelección presidencial está en el origen de la mayoría de los problemas que hemos tenido en América Latina. Ahora todo el mundo está afanado en la reelección. El comandante Daniel Ortega va a querer la reelección en Nicaragua… El señor Álvaro Uribe no termina de decidir que no debe seguir siendo Presidente. Tengo mucha admiración y respeto por el presidente Uribe, pero ya está bueno señor: si usted no se ocupó de preparar el relevo, pues ¿cómo se hace?, pero su perpetuación en el poder no es conveniente a los altos intereses del Estado colombiano que están en juego.
PATÉTICA ESCENA
-¿Caldera no preparó su relevo con usted y con Oswaldo Álvarez Paz?
-Todo parecía indicar que nosotros éramos los sucesores, pero resulta que no pasamos nunca de ser sus colaboradores, no sus sucesores.
-Su relevo terminó siendo Chávez…
-Exacto… Prefirió que ganara las elecciones su enemigo y adversario Carlos Andrés Pérez a que las ganara yo, porque en la campaña de 1988, sólo con haberse ido a la reserva estaba contribuyendo al triunfo de Pérez, pero además hizo muchas cosas que ayudaron a que éste ganara. Pero después, la escena más patética que he tenido en mi experiencia, es en 1999 cuando veo por televisión al presidente Caldera entregándole el poder al jefe de un golpe militar, llamado Hugo Chávez: es el fin de la república democrática y civil. Yo había estado al lado de Caldera en su primera presidencia, cuando dijo: “En mis manos no se perderá la república” y después lo vi entregándole la banda presidencial al jefe de una asonada militar golpista. Que fuera a un militar ya era grave, pero que fuera a un militar golpista era más grave todavía.
-¿Piensa que Caldera debió o no indultar a Chávez?
-Ha debido indultarlo, si es que pensaba que eso contribuía a la paz de la república, pero no lo indultó sino que sobreseyó la causa, lo cual tiene un significado distinto en derecho. Al sobreseer la causa, aquello quedó en el limbo. ¿Lo que pasó el 4 de febrero fue o no un delito? ¿Fue o no un “golpe abominable”?, como lo califico nada menos que Fidel Castro cuando llamó a Carlos Andrés para decirle: “Estamos contigo ante este golpe”. El ex presidente Caldera tiene muy buenas razones para defender las medidas que tomó. Las medidas de gracia en favor de los conspiradores del 4-F comenzaron con el propio presidente Pérez, siguieron con la interinaría de Velásquez y Caldera alega que lo que hizo fue terminar por los jefes más importantes involucrados en el hecho. Creo que han debido esperar una decisión judicial. Pero me parece que en la condonación de aquel intento criminal y primitivo de asaltar por la fuerza el poder político en Venezuela, la complicidad del país fue tremenda, gravísima. Los que asumimos su condena categórica fuimos castigados por la opinión pública, mientras otros guabineron, incluida mucha gente que había respaldado a Pérez en las elecciones. Si tú lees el discurso de Caldera en el Congreso, ahí no hay ningún aplauso, ningún apoyo al golpe, pero la percepción que tuvo el país es que aquello había sido la absolución moral por uno de los padres fundadores de la democracia. Ese discurso fue mucho más grave para ablandar las resistencias democráticas y republicanas del país que la medida de gracia para sacar a Chávez de la cárcel.
CONSENSO HACIA EL FUTURO
Fernández, pese a todo, mantiene el optimismo. Está convencido de que más temprano que tarde se va abrir paso a lo que él llama una pentapropuesta, consistente en cinco puntos que progresivamente irían cobrando calor en la vida venezolana.
-¿Cuáles son?
-Lo primero es construir una democracia moderna, nueva. Segundo, una economía moderna, productiva y competitiva. Tercero, igualdad de oportunidades para todos, o sea justicia y equidad social. Cuarto, un cambio cultural. ¿En qué consiste? Cuando los adecos y copeyanos comenzábamos a entender que la cultura del populismo y el estatismo había que sustituirla por una cultura de producción, de disciplina y esfuerzo, viene un caudillo a retroceder a los peores tiempos del estatismo y del populismo, porque esto lo que ha hecho es exacerbar el modelo adeco-copeyano. Creo que ya el país ha aprendido de esta traumática experiencia que hemos vivido, del colapso del modelo democrático bipartidista, democrático representativo, y el nuevo fracaso de un modelo que solamente se explica que haya durado diez años por dos razones: Primera, que este gobierno ha tenido más dinero que ningún otro en la historia de Venezuela, desde Guaicaipuro hasta Caldera II. Y segundo, la incapacidad que hasta ahora ha tenido el país de construir una alternativa de futuro, que encienda una nueva esperanza.
-¿Y cuál es el quinto componente de su pentapropuesta?
-El cambio moral. Venezuela tiene que tomar conciencia y no solamente el gobierno, cuya corrupción es muy grave. La crisis moral afecta a todo el país: a los medios de comunicación social, a los bancos, a los negocios privados, a gente que es muy chavista, a gente que es muy antichavista. Tenemos que construir una convivencia nacional afincada en valores, en principios éticos que permitan construir un futuro mejor.
-¿Por qué no se construido esa alternativa?
-Hay varias razones. Una, que hemos caído en la trampa de discutir entre el presente y el pasado, y ahí nos hemos enfangado. Pero lo que el país está esperando es una propuesta de futuro positiva, afirmativa, esperanzadora, que yo reduciría a una frase en inglés: Yes, we can.
-O sea, “Sí podemos…”
-Sí podemos construir un país mejor. Ese fue el lema de campaña del señor Barack Obama, que antes enarbolaron aquí los masistas y que tiene mucho sentido en este momento. Y tiene que haber un discurso incluyente. Chávez ha sido muy exitoso en obligar a una polarización exacerbada y extrema.
-Pero más que líneas estratégicas comunes para una nueva Venezuela, en el mundo político se percibe una soterrada competencia de siglas y de nombres… ¿Qué es lo que está pasando en la oposición?
-En el país, más que oposición falta la definición de un proyecto nacional, de un gran acuerdo nacional. No es la unidad de la oposición, ni de cada uno de los partidos, ni la suma de siglas. Es un gran aliento nacional, una gran convocatoria a la unidad del país. Ningún país ha progresado sin un gran acuerdo sobre lo fundamental: es el caso, por ejemplo, de Estados Unidos alrededor de la constitución de 1776, de España con el Pacto de La Moncloa, y de Chile con la Concertación Democrática.
-¿Tiene razón el chavismo cuando dice que la oposición no tiene proyecto de país?
-Siento que está surgiendo espontáneamente en el país un gran consenso en el sentido de que vamos a ganar el futuro, donde por supuesto tiene que tener un espacio el llamado mundo revolucionario de la izquierda. Tiene que ser un pacto, un gran acuerdo nacional sobre para dónde va el país. Y propongo que lo meditemos y profundicemos alrededor de ese pentágono de propuestas que referí.
-¿Y ese acuerdo no podría construirse alrededor de algo que ya existe, que es la Constitución de 1999, lo cual puede atraer a sectores vinculados al chavismo?
-Claro, por supuesto. Me has dado una excelente idea, porque fíjate: yo tengo muchas discrepancias con algunos artículos allí. Por ejemplo la Constitución del 99 proclama que somos un Estado descentralizado, y eso me parece muy bien, pero elimina el Senado que es la cámara representativa de la descentralización por excelencia. Por ejemplo el tema del militarismo, el tema del presidencialismo, y el patológico poder que se le concede al Presidente de la República para manejar la Fuerza Armada, que ha llevado a convertirla en un partido político al servicio del Presidente. Ahora, yo creo que la constitución del 99 tiene muchas cosas muy buenas. Yo era un enamorado de la constitución de 1961. Fui profesor de Derecho Constitucional y enseñé aquella constitución, pero creo que lo fundamental de 1961 está en la de 1999, enriquecido con la incorporación de figuras que para el año 61 no eran imaginables. De modo que tú tienes razón: ahí está un documento básico alrededor del cual debemos hacer un gran consenso.
-¿No siente pruritos en reunirse con gente de la izquierda, de Acción Democrática, de Primero Justicia y de todas las demás corrientes políticas e ideológicas para propiciar ese acuerdo?
-Yo le debo a Chávez algunas cosas. Por ejemplo: yo pensaba que los adecos eran abominables y he descubierto que no eran tan malos como creía. También tenía muchas reservas con Bandera Roja y ahora hasta tengo reuniones con ellos. Tenía mucha estimación por Pompeyo Márquez, pero no sabía que era tan buena gente y después lo he descubierto gracias a Chávez. De modo que la disposición al diálogo que tenemos que tener debe ser muy grande, sincera, leal y no atada a intereses partidistas o personales. Señores, el país es de todos.
ASPIRACIÓN INTACTA
-¿Qué quedó de “El Tigre”?
-Un gran amor por el país. Le debo a la política haberme enamorado de Venezuela, porque gracias a la política recorrí toda la geografía del país. Pero recorrí además la geografía humana. Tenemos un país maravilloso, admirable, con un enorme potencial. De esa campaña me quedó un enamoramiento absoluto por todo lo que, en un clima de unidad, de respeto y de entendimiento, podemos hacer por nuestro país.
-¿Y qué quedó de sus aspiraciones presidenciales?
-Mi aspiración más que presidencial es una aspiración de servicio público, y está intacta. El tema presidencial no me lo planteo en este momento porque no tiene ningún sentido, ninguna pertinencia y ninguna oportunidad.
-¿Las fuerzas de la llamada alternativa democrática no podrían contar con su nombre, entre otros, para una eventual candidatura presidencial?
-En las reuniones a las que asisto les digo: estoy a la orden para lo que modestamente pueda yo contribuir a que se desarrolle esta idea del pentágono de la solución nacional, en la que creo mucho y que podemos lograr si trabajamos con seriedad, con amplitud, con inclusión, con respeto y con tolerancia. En el país están surgiendo nuevas figuras, nuevos líderes. El país va a tener a dónde acudir cuando toque organizar el elenco, quién va ser candidato a Presidente y quiénes van a optar a otros cargos.
-¿Puede decirse que ya su generación pasó y que usted no va a ser obstáculo para el cambio generacional?
-Creo que ya hemos dado buenos ejemplos en ese sentido. Por ejemplo, yo era presidente del partido y me fui porque decidí darle oportunidad a una nueva generación.
-¿Pasará lo mismo ante una eventual candidatura presidencial?
-Mira, sobre el tema de la candidatura presidencial yo no creo que el problema es de edades. Hay casos como el de John Kennedy o como Obama, que llegaron al poder muy jóvenes, y en el otro extremo también tenemos los de Eisenhower, Churchill, Reagan… Pero en todo caso, seguramente le corresponderá a una nueva generación de venezolanos el liderazgo del país.
-En 2013 usted tendrá 73 años…
-En efecto. Esa es la edad en que Ronald Reagan llegó a la Presidencia por primera vez.
-¿La experiencia es indispensable para ser Presidente?
-Hay quienes piensan que en una crisis política hay que buscar a alguien que no sea político y que no tenga experiencia. Es como si para una operación de corazón abierto buscáramos a alguien que no fuera médico y que nunca hubiera operado, o si para manejar un avión se buscara a alguien que no fuera piloto profesional y no tuviera experiencia en el manejo de aeronaves. Cuando Carmona, por ejemplo, el Palacio de Miraflores estaba lleno de empresarios, generales, periodistas, curas, dueños de medios, y no había criterio político ni experiencia. La actual crisis demanda gente con experiencia, con conocimiento del Estado, de sus mecanismos y de su funcionamiento, del arte o del oficio de hacer política.
ME ARREPIENTO…
-De las cosas que hizo en la cuarta república ¿De cuál se arrepiente?
-De no haber ganado las elecciones de diciembre de 1988 y de no haber sido Presidente.
-Pero aún está a tiempo…
-Las importantes eran las de diciembre del 88, porque entre otras cosas nos hubiéramos ahorrado buena parte de lo que estamos sufriendo hoy.
-¿Y de qué cosas que sí hizo se arrepiente?
-Hay una que siempre me ha dado vueltas en la cabeza: yo lidericé la oposición parlamentaria al artículo quinto de la Ley de Nacionalización Petrolera planteada por el primer gobierno de CAP, que establecía las empresas mixtas. Ahora me doy cuenta que el señor Pérez tenía razón, que hemos debido tener una política de apertura petrolera. La situación petrolera de hoy es de colapso. Las inversiones que hay que hacer para que Venezuela vuelva a ser una potencia petrolera son gigantescas. Venezuela no tiene ese dinero, pero si lo tuviéramos no lo deberíamos invertir en eso sino en educación y en salud, que es donde de verdad se da la batalla en cuanto a la pobreza. Una educación de calidad es la gran revolución del futuro. No es regalándole cosas a la gente sino enseñándolos a producir, a trabajar y a tener mayor dignidad.
RESCATAR LA TOLERANCIA
“Tenemos que rescatar la autoestima de los venezolanos, la tolerancia y el diálogo. De estas cosas tú eres el mejor testigo: tú eras militante del Partido Comunista cuando yo era una figura protagónica del Congreso y teníamos un trato de respeto, de amistad, de cordialidad. Yo siempre tuve una gran admiración por tu padre y lo proclamé, con ocasión y sin ella. Cruz Villegas era un apóstol. Ojalá hubiera sido un apóstol del socialcristianismo, pero era un apóstol de una convicción marxista-leninista, pero había convivencia. Yo fui con Teodoro Petkoff y con su mamá a Bulgaria y mi mujer le servía de asistente a la mamá de Teodoro en la época en que él era de izquierda, antes de que el doctor Caldera lo hubiera convertido al neo liberalismo… Vamos a superar la actual crisis sin necesidad de mentarnos la madre, de estarnos ofendiendo y agrediendo”.
COPEYANOS CHAVISTAS
-¿Hay muchos copeyanos en el gobierno?
-Sí. Para donde uno voltea. Hasta Adán Chávez, actual gobernador de Barinas, firmó y apoyó el programa de gobierno que presenté en el año 88. Tengo fotografías con el papá y la mamá de Chávez de esa campaña y un hermano de Hugo Chávez fue secretario general de Copei en Sabaneta. Esa es una familia copeyana Hay muchos copeyanos ejerciendo funciones de gobierno. Yo fui a sacar el pasaporte y todos los funcionarios que me atendieron lo hicieron de maravilla y me decían: “Yo soy copeyano, pero usted sabe, usted entiende”. Pero es que aquí en Venezuela no había sino copeyanos y adecos. ¿Y el chavismo de dónde viene? De copeyanos y de adecos.
-¿Hay copeyanos o ex copeyanos enriqueciéndose en el gobierno?
-No me atrevería a decir eso. Con ese tema no me gusta jugar, salvo que tenga muchos elementos de convicción.
-¿Le abochornan algunos socialcristianos ahora chavistas?
-Puede que haya algún caso por ahí, pero me cuesta hablar mal de gente con la que uno tuvo amistad muy estrecha.
LO BUENO Y LO MALO DE CHÁVEZ
-¿Qué es lo bueno que le ve a Chávez?
-Haber colocado el tema social en la agenda nacional.
-¿Y alguna buena obra física?
-Me cuesta trabajo precisar alguna… Si acaso será cambiarle los nombres a las calles y autopistas.
QUIÉN ES QUIÉN
Eduardo Fernández nació en Caracas el 18 de octubre de 1940. O sea, en pocas semanas cumplirá 68 años. Está casado con Marisabel Reina Calvani, con quien procreó cinco hijos varones, de los cuales Pedro Pablo es el único dedicado a la política. Tiene dos nietas y un nieto. Abogado de profesión, se graduó con honores cum lauden en la Universidad Católica Andrés Bello. También estudió desarrollo económico en Holanda y ciencias políticas en Georgetown. Y es, curiosamente, uno de los pocos políticos que en su juventud hicieron el Servicio Militar Obligatorio, donde aprendió a manejar un fusil.
EN PRÓXIMA ENTREGA: Fernández relata su encuentro con Chávez
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