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Por Nelson “iPodpelúo” Ramírez
El “Premio Nóbel” siempre ha entrañado una paradoja. Es historia sabida, pero no está de más recordarla. Su creador, fue un artífice de la antipaz y del antiprogreso.
Alfred Nóbel tiene el dudoso mérito de haber sido el padre o impulsor de la dinamita. La justificación de esta última era su empleo para la industria minera, pero para nadie es secreto que hasta entonces, los casi bobalicones chopos y cañones con los que guerreaban nuestros tatarabuelos se convirtieron en unos formidables instrumentos de muerte y destrucción. Con un gran remordimiento de consciencia, Nóbel, multimillonario, al final de su vida otorgó testamento, mediante el cual legó su fortuna a la fundación que año a año dispensa los galardones que llevan su nombre.
¿Cuántos de estos últimos nos hemos ganado los nativos de los países del tercer mundo en química, física o medicina?
Casi ninguno, por no decir ninguno. Uno que otro en literatura y los demás, como supuestos adalides de la paz. Por cierto, este último el más desprestigiado porque al lado, de prohombres –o promujeres- como Mandela, Martin Luther King, Teresa de Calcuta, Aung San Suu Kyi y Al Gore, con la distinción han sido favorecidas verdaderas vergüenzas ambulantes. A saber: Yasser Arafat, terrorista criminal de la peor calaña, Henry Kissinger, quien hoy día no puede salir de EE UU, porque en su contra pesan órdenes de captura; Jimmy Carter y Adolfo Pérez Esquivel, lobbystas internacionales de gobiernos e individualidades violadores de derechos humanos; Frederic Le Klerc, artífice del appartheid surafricano; Rigoberta Menchú, charlatana, disoluta, beoda, que al no más conocer que había sido premiada agarró una sola borrachera de varios meses en medio de la cual dilapidó el dinero del galardón. Por si fuese poco, cada vez que a un criminal o una “criminala” de siete suelas le da por querer lavar su imagen se postula como posible Nóbel de la Paz. Saben de antemano que no ganarán, pero se conforman como presentarse como posibles candidatos. A saber Piedad Córdoba, Daniel Ortega y cierto sedicente bolivariano, verrugón, bembón y nalgón, que no menciono por su nombre y apellido porque no queremos dañarles el domingo a los lectores.
El de la Paz, no es el único premio rayado o devaluado. Año tras año, la revista “Annal for Imprevistal Research” concede los llamados Ig-Nobel. Unos antigalardones para cierta clase de invenciones o descubrimientos supuestamente científicos.
Este año, por ejemplo, desfilaron por esa pasarela del ridículo, el descubridor que sonarse o traquetearse los dedos, no produce efectos perjudiciales para las coyunturas. Otro grupo de supuestos químicos mexicanos, fue galardonado por demostrar que el tequila no vale su peso en oro, sino que vale su peso en diamantes. Unos modistos de Chicago, lograron mención honorífica por diseñar el brassiere cuyas copas, en lugar de realzar las lolas, se convierten en máscara antigas en casos de emergencias.
En lugar de mirar los “Ig-Nóbel”, como cosa de rochela, debían ser tomados en serio. A los antihéroes de la humanidad hay que clasificarlos, taxonomizarlos, darlos a conocer y para ello, nada mejor que exponer sus despropósitos en eventos especiales y con alfombra roja.
Por ejemplo, al “Baby” Bush, Bin Laden y a Fidel Castro, les podrían otorgar el Ig-Nobel o antinobel de la guerra ¿A cuántos seres asesinaron o todavía están asesinando las acciones de semejantes criminales, más allá de sus países con invasiones, en las cuales, dicho sea de paso siempre salieron derrotados de manera bochornosa?
Una subsección o subclasificación del Ig-Nóbel de la Guerra, sería el Ig-Nóbel del culillo. Un hombre que el 4 de febrero y el 11 de abril se rindió sin tirar ni un disparo, que varias veces le ha declarado la guerra o la preguerra a Colombia, para luego recular, echarse para atrás y acusar a los medios de comunicación de haberlo malinterpretado, en definitiva un individuo que se aterra con las tormentas que él mismo pretende desatar, es mi fija para el Nóbel del Culillo.
El lapso para postular otros candidatos, está abierto. Presente usted el suyo, amiga lectora, amigo lector.
http://enopinion.tripod.com

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