La audaz operación en curso llega a poco menos de un mes de cumplirse el décimo aniversario del inicio de la invasión de Estados Unidos a Afganistán, posterior a los atentados del 11 de septiembre de 2001, y refleja la inestabilidad y violencia que aún sacude al país centroasiático una década después.

Un oficial de policía dijo que un gran número de insurgentes disparaban contra la embajada desde un alto edificio en construcción cercano, mientras se registraban explosiones y tiroteos en todo el barrio.

Mohammad Zahir, jefe de la brigada criminal de la policía de Kabul, dijo que el ataque comenzó con dos explosiones, una causada por un miliciano que detonó un coche bomba frente al complejo y otra por un segundo atacante suicida que se inmoló dentro de uno de los dos edificios que conforman el instituto.

En la provincia de Herat fallecieron 22 de las víctimas al estallar un artefacto cuando pasaba un vehículo. La segunda bomba explotó casi a la misma hora al paso de un camión en el área de Kotal Turkistán, hiriendo a nueve personas.

Según el parte de las autoridades locales, el asalto ocurrió en la ciudad de Charikar, capital de Parwan, a unos 50 kilómetros al norte de la capital.

Ante la tragedia, el presidente de EE.UU., Barack Obama, dijo que los caídos luchaban porque todo el pueblo norteamericano viva en 'libertad' y tehnga 'seguridad'.

Los rebeldes son miembros de la red Hakkani, con base en Pakistán, que tiene vínculos tanto con Al Qaeda como con los talibanes y lucha contra las tropas de la OTAN y del gobierno afgano.

El atentado coincidió con el traspaso del mando de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) del general estadounidense David Petraeus a su compatriota el teniente general John Allen.

'Es una buena noticia para nosotros y para la nación que nos hayamos librado de una figura que oprimía al pueblo de Kandahar', dijo el portavoz talibán Qari Yusuf Ahmadien.

Entre los muertos hay ocho civiles y dos policías, así como ocho de los atacantes, según señaló el portavoz del ministerio Sediqq Seddiqi, que especificó que 'entre las víctimas civiles no hay extranjeros'.

El terrorista chocó un rústico contra el hospital del distrito de Azra, y sobre ese lamentable hecho, el Ministerio de Salud,en un comunicado señaló que, 'este acto inhumano no tiene precedentes en la historia de esta guerra en nuestro país y apuntó a un lugar donde la gente se cura de sus heridas y enfermedades'.

Aseguran que la muerte del líder de Al Qaeda es una 'gran tragedia', según el comunicado, el primero que emiten desde que las fuerzas especiales estadounidenses asesinaran a Bin Laden.

Miembros europeos de la OTAN -especialmente Gran Bretaña y Holanda- decidieron entregar los detenidos a la agencia afgana para distanciarse de la política de arrestos estadounidense, ya manchada por abusos. Estados Unidos y Canadá apoyaron esas transferencias.

Un portavoz de los insurgentes declaró que las tropas de talibanes habían permitido la fuga de 540 detenidos, entre los que había más de un centenar de comandantes. El resto, dijo, son combatientes.