Por José Rafael López Padrino, MD, Ph.D.
Al teniente coronel le encanta rodearse de una intelectualidad cobarde y despreciable que le rinda culto a su personalidad. Una intelectualidad lacaya y cortesana como la que representa el Sr. Oliver Stone, la cual se amamanta de la bondadosa y solidaria petrochequera del Estado venezolano.
Oliver, cineasta y director de cine (Pelotón, Nacido el 4 de Julio, J.F.K: Caso abierto) visitó nuestro país recientemente en ocasión del estreno de su documental “Al Sur de la Frontera“. El Oliver Stone de esta producción aparece muy distante de aquel cineasta crítico que se ganó el respeto y admiración por su trabajo. Al Sur de la Frontera es una producción que exalta los atributos del teniente coronel y de su socialfascismo bolivariano.
Oliver, en su demagógica producción, oculta cómo el gobierno del teniente coronel criminaliza las justas luchas de los trabajadores, periodistas, estudiantes y defensores de los Derechos Humanos. Que quienes protestan son perseguidos, detenidos y agredidos por los cuerpos policiales, o grupos paramilitares, prestos a callar por cualquier medio a todo aquel que opine distinto a su “soldado de corazón”.
Oliver, en su laudatorio documental, encubre que los hospitales carecen de los insumos esenciales, que cientos de escuelas se caen a pedazos, y que millones de venezolanos carecen de una vivienda digna. Silencia que el 55% de la población económicamente activa se dedica al comercio informal por la falta de un empleo digno, mientras que otro 16% está desempleada. Ello mientras el régimen se gasta cientos de miles de millones de dólares en una desenfrenada carrera armamentista y en regalos a gobiernos afines a su proyecto populista.
Lo que este nuevo asalariado de la “robolución” no divulga en su documental, es que en Venezuela no se está implantando ningún modelo socialista, sino que se consolida un modelo de capitalismo de Estado fascista, maquillado con una retórica revolucionaria para seguir despertando esperanzas entre los explotados y excluidos sociales.
Oliver esconde que el publicitado antiimperialismo del vocinglero uniformado de Sabaneta se reduce a denigrar a unos cuantos funcionarios del gobierno de la Casa Blanca, mientras realiza fabulosas negociaciones con sus representantes (Chevron-Texaco, etc.) y que al margen de su retórica incendiaria, sigue siendo un proveedor seguro y barato del oro negro que necesita la economía y la maquinaria militar del Tío Sam.
Lo que obvia este avieso cineasta en su producción, es la apropiación política que el teniente coronel ha hecho con la figura de El Libertador para impulsar su agenda populista. Que manipula el pensamiento de Bolívar y lo mezcla con las ideas filofascistas de Norberto Ceresole, para conformar un pensamiento militarista que exalta la obediencia y la sumisión.
Sin pudor alguno, Oliver ha declarado que el teniente coronel "es otro Bolívar". Con semejante idiotez e insulto incalificable al Padre de la Patria, el gringo Stone ha demostrado además su condición rastrera y servil.
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