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Ser mano derecha de Lula ha disparado la candidatura de Dilma Rousseff, la ex ministra y candidata del Partido de los Trabajadores (PT), en el gobierno. Lula lanzará su candidatura en 2014, año del Mundial de Fútbol, que tendrá como sede a Brasil.

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Por Augusto Figueroa
Bastó que el carismático presidente brasileño Lula da Silva dijera: “Te confío el pueblo de Brasil para que lo cuides como una madre”, para que la diferencia de casi 20 puntos en las encuestas entre la candidata oficialista del Partido de los Trabajadores, Dilma Rousseff, respecto al socialdemócrata José Serra comenzara a volverse polvo. El 3 de octubre serán las elecciones presidenciales del gigante suramericano. A un poco más de cinco semanas, ya no se plantea quien será el ganador, pues se da como seguro a la pupila del popular jefe de Estado. Ahora la apuesta está en si solamente necesitará la primera vuelta para llegar a la meta.
Dilma, 62 años, como la llama Lula, familiarmente, ha sido la jefa de la Casa Presidencial, cargo equivalente a primera ministra. Antes estuvo dos años al frente del Ministerio de Energía y a ella se atribuyen los grandes éxitos de Brasil en este campo como las inversiones en la prospección de las gigantescas reservas de crudo descubiertas costa afuera, frente a las costas de Sao Paulo. Ha dirigido la exitosa política económica del actual gobierno que ha llevado a Brasil a estar entre los líderes mundiales. Este año sus índices de crecimiento económico tendrán cifras, siete por ciento del PIB, cercanas a los imponentes números de China, que ha escalado esta misma semana como la segunda economía mundial.
La alta funcionaria es la primera vez que se somete al escrutinio de los electores. Vaya qué oportunidad: como candidata a presidenta. La primera mujer que ejercerá el cargo en la nación suramericana. Estuvo en duda su candidatura debido a un cáncer linfático que fue tratado a tiempo y se considera superado, según el dictamen médico de hace dos semanas.
ASCENSO VERTIGINOSO
En noviembre de 2009, su adversario, ex gobernador del populoso estado de Sao Paulo, aspirante por el PSDB, le llevaba una ventaja abrumadora. En el más reciente sondeo realizado entre el 20 y 22 de agosto todo había cambiado a favor de Dilma. Según el Instituto Sensus tiene 18 puntos por encima de Serra: 46 % contra 28. A finales de mayo la candidata del PT tenía 37 puntos, apenas había logrado acercarse a su rival que entonces sumaba casi 41 puntos, exactamente 40,7.
Desde julio la candidata inició su espectacular avance al presentarse como la candidata de Lula. El Presidente hasta esos momentos tenía el cuidado de aparecer discretamente como su promotor. Hasta que decidió actuar abiertamente. Pasando, a veces por encima de los reglamentos que establecen la absoluta neutralidad del mandatario en la campaña presidencial. Mientras Serra se debatía en el dilema de Hamlet. No se decidió o no encontró cómo oponerse a Lula. Una rectificación será tardía e ineficaz.
Pero, no solamente estos hechos, contribuyeron a la caída estrepitosa de Serra. Lo han llevado a la derrota sus vacilaciones en los debates por televisión en los que Dilma y la misma disidente del PT, la ex ministra Silva, del Partido Verde, que alcanza 10 % de intención del voto, lo han dejado malparado.
Serra no ha tenido alternativa que presentar ante la política de crecimiento económico, atracción de inversiones extranjeras y comercio internacional del actual jefe de Estado, que ha superado todas las expectativas de los sectores empresariales del país y de los 50 millones de pobres que han obtenido los beneficios del plan Hambre Cero.
El aporte del empresariado a la campaña de la candidata de Lula, 25 millones de dólares, duplica las contribuciones de este sector con su rival socialdemócrata.
PASADO QUE NO QUIERE RECORDAR
La actuación de Dilma como funcionaria pública estuvo marcada por la discreción. Analistas brasileños lo atribuyen a que durante la dictadura militar 1964-1985 fue activista clandestina y combatiente en el movimiento guerrillero en los años 1970-1973. Se le atribuye el asalto a un banco para proveer fondos a los grupos armados. Pero, de eso, Dilma no quiere hablar. Aunque su historia es conocida y, particularmente se reconoce su comportamiento valiente frente a la tortura, durante la prisión a que estuvo sometida. Se le ha acusado de terrorista y ha dado como respuesta: el orgullo de sus años de resistencia frente a la dictadura militar.
Su Programa de Aceleración del Crecimiento dio gran impulso a la industria del la construcción. Pero, ha sido su condición de mano derecha de Lula la que la ha llevado al ascenso imparable de su candidatura. Mientras, el mundo, especialmente las grandes potencias, ha sido severamente afectado por la recesión económica global, Brasil creó 1 millón 600 mil empleos en los seis primeros meses de 2010 y para fin de año cerrará con 2,5 millones de nuevos puestos de trabajo.
Mientras, en la región, algunos regímenes se han dedicado a la prédica propagandística contra el imperio (Estados Unidos), Lula sin comprometer su independencia ha desarrollado una política exterior multipolar equilibrada. Sin aspavientos ni desmesuras. Y ha ganado prestigio ante la opinión pública mundial, que lo tiene como uno de sus líderes más prestigiosos. Sin embargo, sus dos mandatos han estado sacudidos por escándalos de corrupción. Tuvo que destituir a varios de sus ministros más prominentes, como José Dirceu, que ocupó el cargo en el que brilló Dilma Rousseff y que la dispararon a la candidatura presidencial.
No se prevén cambios en los liderazgos regionales. Sao Paulo y otros estados seguirán siendo socialdemócratas del ex presidente Fernando Cardozo. El partido del Movimiento Democrático (PMDB) del ex mandatario José Sarney, aliado del PT de Lula, seguirá dominando en otras regiones y el PT conservará el poder por tercer período consecutivo. Son las previsiones de analistas y medios brasileños de diarios, revistas y TV.
Para nadie es un secreto que se lanzará su candidatura en 2014, año del Mundial de Fútbol, que tendrá como sede a Brasil. El mismo se ha encargado de anunciarlo. Espera lograr el mandato para presidir los Juegos Olímpicos de 2016, logrados gracias a su actuación en el escenario mundial. P
 
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Ex guerrillera y activista contra la dictadura militar
 
La actuación de Dilma como funcionaria pública estuvo marcada por la discreción. Analistas brasileños lo atribuyen a que durante la dictadura militar 1964-1985 fue activista clandestina y combatiente en el movimiento guerrillero en los años 1970-1973. Se le atribuye el asalto a un banco para proveer fondos a los grupos armados. Pero, de eso, Dilma no quiere hablar. Aunque su historia es conocida y, particularmente se reconoce su comportamiento valiente frente a la tortura, durante la prisión a que estuvo sometida. Se le ha acusado de terrorista y ha dado como respuesta: el orgullo de sus años de resistencia frente a la dictadura militar.
Su “Programa de Aceleración del Crecimiento” dio gran impulso a la industria del la construcción, pero ha sido su condición de mano derecha de Lula la que la ha llevado al ascenso imparable de su candidatura. Mientras, el mundo, especialmente las grandes potencias, ha sido severamente afectado por la recesión económica global, Brasil creó un millón seiscientos mil empleos en los seis primeros meses de 2010 y para fin de año cerrará con 2,5 millones de nuevos puestos de trabajo.
 
Durante su resistencia contra la dictadura militar, Dilma formó parte de la organización de izquierda “Política Operária” y posteriormente militó en uno de los más importantes grupos guerrilleros de la época, “Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares”. Fue detenida en 1970, siendo condenada por un tribunal militar sin ningún tipo de garantías legales, estuvo presa durante tres años de 1970 a 1973, durante los que fue torturada. Al ser detenida se le llamó la “Juana de Arco de la guerrilla”, debido a su gran importancia dentro de la organización, siendo uno de los “cerebros” de ésta y contando con mucha información. En diciembre del 2006, la Comisión Especial de Reparación de la Oficina de Derechos Humanos del Estado de Rio de Janeiro aprobó la solicitud de indemnización de Rousseff.
      A finales de los años '70 se casó con otro de los integrantes del movimiento guerrillero, Carlos Franklin Paixão de Araújo, con quien tuvo su única hija, y se estableció en Rio Grande do Sul. En 1977, se graduó en la Escuela de Ciencias Económicas de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul. Mientras tanto, participaba en la reestructuración del Partido Trabajador Brasileño, que luego pasaría a llamarse Partido Democrático Laborista.
    Durante el gobierno de Alceu Collares en Rio Grande do Sul, entre 1991 y 1995, fue nombrada Secretaria de Energía. En 1998, Olivio Dutra, miembro del Partido de los Trabajadores, ganó las elecciones estatales con el apoyo de Partido Democrático Trabajador y Rousseff regreso a su puesto. En 1999, la coalición se rompió y el Partido Democrático Laborista pidió a sus miembros que dejaran sus cargos; frente a esto, Rousseff dejó el partido y se integró al Partido de los Trabajadores, continuando en el gobierno.

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