Los ultraconservadores de “Tea Party”, acosan al “comunista” Obama, con los mismos argumentos desvencijados del macartismo, posteriores a la guerra de Corea.
Por Augusto Figueroa
La retirada de las fuerzas militares de Estados Unidos de Iraq es el tercer fracaso de la primera potencia mundial después de la Segunda Guerra Mundial. Sin haber logrado la victoria y a costa de grandes pérdidas ha tenido que retirar sus fuerzas militares de tres países asiáticos. No solamente con grandes pérdidas materiales, sino, también, severamente disminuido su prestigio en el escenario internacional y debilitado en su condición de primera economía global. En la guerra de Corea, 33.269 soldados estadounidenses murieron y 103.284 heridos. La conflagración duró tres años y originó el macartismo. El entonces senador John McCarty promovió una histeria ultraderechista para “contener la expansión del comunismo” en su país y en el planeta. Escritores, actores de cine, teatro y otras manifestaciones de la cultura fueron perseguidas y sometidas a escandalosos juicios en los tribunales de justicia. La censura y la persecución del derecho de expresión, las condenas por actividades antinorteamericanas fueron parte de este tinglado de horror y oscuridad. El modelo democrático sufrió un duro impacto.
El siguiente conflicto fue contra Vietnam, que venía de derrotar dos imperios (francés para lograr su independencia y la ocupación japonesa). El Pentágono inventó un incidente en el Golfo de Tonkín para desatar la invasión en la que los militares estadounidenses perdieron 58.000 soldados y 300.000 heridos.
En la tercera guerra, la de Iraq, tampoco hubo triunfo, como anunciaba falsamente el presidente George W. Bush desde el portaviones Abraham Lincoln a los dos meses de conflicto. El 30 de agosto se retiraron las “fuerzas de combate” estadounidenses de Iraq. Quedan 30.000 soldados y asesores que apoyarán a las fuerzas nacionales en acciones antiterroristas y de seguridad, según la jerga oficial.
NUEVA CRISIS ECONÓMICA EN PUERTA
Las pérdidas de efectivos estadounidenses en Iraq en siete años de guerra, son menores que en las guerras de Corea y Vietnam. Pero, los efectos económicos y políticos han sido devastadores. Los expertos advierten el peligro una segunda etapa de la recesión económica de Estados Unidos que estalló hace año y medio. Tiene mucho que ver con los enormes costos de la guerra en Iraq cuyo costo ha sido calculado en 750 mil millones de dólares. A los que debe sumarse el cálculo de los especialistas de otra cifra similar para tratar a los cientos de miles de soldados y veteranos afectados por las secuelas del conflicto.
El contingente militar tiene un término para la salida definitiva del territorio iraquí: el 31 de diciembre de 2011. La misión ha sido bautizada Nuevo Amanecer, por sus objetivos no se diferencia de las metas de la invasión desatada por Bush: apoyo y asesoramiento al debilitado Ejército iraquí. Para ese momento está previsto que el gobierno iraquí habrá tomado el control político de la nación, asumirá todas las funciones de seguridad y garantizará el curso democrático y pacífico.
Sin embargo, la magnitud de la crisis política iraquí crea tanta incertidumbre que nadie apuesta un centavo por la pacificación y democratización de las instancias de poder que estuvieron bajo el rigor de la dictadura de Sadam Hussein, luego, sometidas a los invasores y, ahora, precariamente manejadas por una coalición de partidos, grupos étnicos y sectas religiosas que seis meses después de las elecciones, no han logrado constituir un nuevo gobierno de unidad nacional.
LÍDERES EN APUROS
Iyad Alaui es el hombre de Washington. Ha sido primer ministro, antiguo militante del partido Baaz (Socialista Árabe), su administración fue acusada de haber “desaparecido” 2.500 millones de dólares del presupuesto. La ruptura con Sadam y lo llevó al exilio en el Reino Unido. Se impuso por escaso margen a en el último proceso electoral sobre el actual jefe del gobierno Nuri Al Maliki. Ambos cuentan con representaciones parlamentarias similares y son cautelosos ante Irán. Ninguno de los dos garantizará su apoyo en un eventual conflicto con el gobierno de los fundamentalistas islámicos de Teherán. El otro líder es Jalal Talabani, actual presidente. Pertenece a etnia kurda. Representa la posición de equilibrio ante los dos grandes factores sectarios que luchan por la hegemonía: sunitas y chiítas.
Los Estados Unidos naufragan en la incertidumbre respecto al curso de la crisis en este país. El mismo Alaui lo señala en una entrevista con El País: “No sé por qué invadieron a Iraq. Pero, definitivamente, la oposición iraquí liberó al país de la tiranía de Sadam ¿Por qué invadieron y por qué lo hicieron? No lo sé. Pero, lo más desafortunado que ocurrió es que Estados Unidos no tenían ninguna política para después del conflicto”. No se puede pensar en que Iraq, antes de la guerra tercer o cuarto productor mundial de petróleo, estratégicamente clave en Medio Oriente, no tenga fuerzas de seguridad, piensa el político iraní.
Entre los políticos más importantes de Washington, solamente el actual vicepresidente Joe Biden, quien asistió a las ceremonias protocolares de la retirada, expuso sus ideas sobre la organización estatal iraquí. No podía ser más absurda su propuesta: dividir a Iraq en tres Estados de acuerdo a la ubicación de las etnias: sunitas, chiítas y kurdos. Por supuesto rechazada absolutamente por todos los políticos iraquíes.
DEMÓCRATAS PIERDEN LA CALLE
No son menos graves las consecuencias de la guerra en Estados Unidos. El gobierno de Barack Obama, surgido con un enorme respaldo popular, con éxitos importantes en haber evitado una bancarrota, la reforma de la seguridad social y la conservación de ocho millones de puestos de trabajo con el estallido de la recesión y el desempleo, es acosado por un movimiento político de extrema derecha que ha resurgido con fuerza en el escenario político estadounidense que amenaza con barrer conquistas democráticas elementales. El paro de diez por ciento indica que no han sido suficientes las medidas oficiales y servirán de poco en los cercanos comicios. La popularidad del jefe de la Casa Blanca ha caído estrepitosamente.
La reciente manifestación de decenas de miles en Washington, entre quienes aparecen los republicanos más recalcitrantes, el fundamentalismo evangélico que tanto se identificó con Bush, los racistas, xenófobos y, hasta, un movimiento de ultraconservadores de hace más de un siglo, que se ocultan tras la ingenua denominación de los llamados Tea Party.
En dos meses habrá elecciones parlamentarias de mediano término para sustituir la mitad de senadores y representantes. La onda popular que acompañó al actual Presidente logró una mayoría demócrata en ambas cámaras que se diluirá a partir de noviembre ante el empuje de la derecha apoyada frente a la “amenaza comunista”, “representada por Obama”, los mismos argumentos desvencijados del macartismo, posguerra de Corea.
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¿Qué es el “Tea Party movement”?
Tea Party Movement, la marcha del Tea Party o Movimiento de la Fiesta del Té, es un grupo de presión en los Estados Unidos, enfocado en una política conservadora fiscal.
Nació en los primeros meses del año 2009 como respuesta al paquete de estímulo fiscal, oficialmente conocido como “American Recovery And Reinvestment Act of 2009” o Ley de Reinversión y Recuperación de Estados Unidos de 2009 (en español). El movimiento originó protestas en contra de los impuestos y surgió en gran medida en respuesta al paquete de estímulo fiscal del año 2009 así como en las elecciones del 2008 y las posteriores revelaciones de los bonos pagados a los ejecutivos de la aseguradora AIG. Han cobrado visibilidad debido a una serie de protestas, que han ocurrido desde los inicio del año 2009. Para promover sus eventos los manifestantes también utilizan las redes sociales “Facebook”, “Twitter” y “MySpace”, así como también blogs en medios de comunicación de carácter centroderechista y conservador.
El nombre “Tea Party” hace referencia al movimiento anti colonialista de finales del siglo XVII llamado Motín del té de Boston o (“Boston Tea Party” en inglés), que protestaba por la aprobación de los impuestos al té sin tener representación en el parlamento Británico. Los miembros de las marchas del Tea Party han tratado de evocar estas antiguas marchas usando imágenes, consignas y temas de este periodo de la historia estadounidense.
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