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Por Nelson “iPodpeluo” Ramirez
Ante la avalancha de pruebas de cargo, la  sentencia condenatoria por el Tribunal Penal de La Haya, a treinta años de cana, estaba cantada. Un tiro al piso, un flaicito al pitcher, una fija. Choreo –choreo a calzon quitao- instigacion al odio, represion, apartheid, violacion sistematica como politica de Estado de los derechos humanos, traicion a la Patria – lo fue, ponersele de cubito ventral a cubanos, chinos, rusos, bielorrusos y cuanto bicho de uña que merodeaba por  Miraflores a masajearle el furunculo. No seguimos con la retahíla de tropelías, porque hay menores entre nuestra lectoría y lo último que queremos es ofender el pudor infantil.
Sin embargo, la sorpresa, y por partida triple, cuadruple o quintuple, surgió inmediatamente despues del veredicto. Cuba, la querendona. La coparticipe y aprovechadora de muchos de sus fechorias, la mismisima Cuba, ofrecio sus tenebrosas carceles para que el condenado pagara cana. Fidel y Raul, viejos y cagalitrosos pero todavia vivos –segunda y tercera sorpresa- todavia mandaban en jefe en la Isla. Las  cuarta, quinta y subsiguientes sorpresas para algunos –para nosotros no, porque los chulos, chulos son- las deparaban las condiciones penitenciarias impuestas por los carceleros a quien habia sido su compinche.
-Estoy sentado –me confesó cuando fui a verlo- en una celda de dos por tres metros, 23 horas al día. Solo. Sin nadie con quien hablar. Tomo mis comidas allí. Defeco allí. Duermo allí. Cuando me sacan, una hora por semana -como lo hacía yo con mis presos- a tomar el Sol, no hay nadie  con quien pueda hablar. Así será hasta que muera o llegue a los 85 años.
- ¿A cuántas personas mataste? – le pregunté a bocajarro.
El hombre dejo de llorar por un momento.
-¿Yo mismo o las que ordené asesinar?
-Tú eliges.
- Me has pillado. Me cargué varios cientos de miles. A unos los mate de hambre. A otros de tristeza, en el exilio o en la cárcel. A los más, a manos del hampa, la cual les azuzaba para inhibir, para aterrorizar, pa’ que supiesen que había gobierno. A muchos, los liquidé a través de mis propias bandas. No sé. Perdí la cuenta o no la llevé nunca. Pero, yo, solo soy un chivo expiatorio del Imperialismo. Fíjate, mientras estoy aquí, Fidel y Raúl me cambalachearon por mantener su cuota  petrolera. El hermano Lula, se pasea por el Mundo, buchón con las comisiones que les cobró a las constructoras brasileras que operaron en mi país. Evo y Ortega, huyeron a un exilio dorado en Suiza y la no menos hermana, Cristina K., acaba de ponerle coto a su pretendido dolor de viuda, amansebándose con un carajito de 21 años !Chequera mata a galán o a galana!
- ¿Qué me puedes decir del choreo?
- !Ah, eso jamás!  !No me robe nada! Esos milloncejos que me encontraron en las cuentas de Suiza, Islas Caimán, Gibraltar, Baharein, BVI, en dólares, euros, yuanes, francos suizos y hasta en bolivitas, eran confiscaciones revolucionarias. 
-  ¿Crees en el remordimiento ?
-Todo lo que hice, fue por mi pueblo. Lo decia el camarada Gramsci, perro sí come perro. Algunos acaban comidos, como yo. Otros no. Todos somos capaces de guisar, decir embustes, ordenar una paliza, traicionar la Patria, cuando la revolucion nos lo demanda. Ese fue mi aporte. 
Patetico. 23 horas en una celda, solo. “No le deberian hacerle eso a ningun hombre”, pense. Ni siquiera a los de su calaña. “Quisiera suicidarme ¿Crees que la proxima vez me puedas traer un revolver?” me dijo antes de despedirnos.

Pero mentira, los dos sabíamos que no habría próxima vez. Además, un sujeto que no supo vivir con dignidad no puede morir con dignidad, como lo demuestra la presente entrevista, imaginaria de manera provisional. Fabulada por los momentos, porque para que se concrete, solo es cuestion de “salivita”. 

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