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Por Santiago Alcalá

El hondureño Salvador Rodezno, ex subalterno del presidente Zelaya y actual representante de la OEA en Caracas, no está dispuesto a permitir la huelga de hambre que ha iniciado el alcalde metropolitano Antonio Ledezma, en la sede del organismo multilateral. Por su parte el secretario general del organismo, José Miguel Insulza, sigue sin pronunciarse sobre la violación del artículo 4 de la Carta Democrática en el caso del golpe perpetrado contra el alcalde elegido por los caraqueños en las pasadas elecciones regionales.

Ninguna protesta más pacífica, que declararse en huelga de hambre. El único pellejo que se expone al hacerlo es el propio, en particular cuando en la acera contraria está un sujeto como Chávez, de demostrado desprecio por la vida ajena.
Ante la huelga de hambre iniciada por el alcalde metropolitano Antonio Ledezma en la sede de la misión de la OEA en Caracas, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, debería, en este momento, estar tocando tierra en el aeropuerto de Maiquetía para interponer sus buenos oficios en el conflicto. Pero en su lugar, ya el señor Salvador Rodezno, jefe de la misión de la OEA en Caracas, comienza a ceder ante las presiones del gobierno de Chávez. Este último a través de varios mecanismos, le ha exigido a Rodezno que se desaloje a Ledezma de dichas instalaciones. Que lo boten, que lo desalojen, para aplicarle después el mismo delito con el cual enviaron a la cárcel a Capriles Radovsky.

 EX FUNCIONARIO DE ZELAYA
Dicho sea de paso, Rodezno nativo de Honduras actuó en parte del gobierno de Zelaya como representante de su país ante la citada Organización de Estados Americanos. Mientras se resuelve el impasse con Ledezma, un mínimo de prudencia aconseja el retiro de Rodezno de la misión de Caracas y en su lugar dejar al alterno al frente ¿No es eso, la prudencia, una de las bases de la diplomacia?
Esa es la actual tragedia interamericana. Una caterva de jefes de Estado gamberros, comandados por Chávez que están construyendo una internacional del delito o una sociedad de mutuo auxilio de impunidad, de atentados contra las democracia, el desconocimiento de las elecciones y lo que es todavía más grave, del narcoterrorimo internacional porque las vinculaciones con las FARC, el ELN y los factores hamponiles del fundamentalismo islámico se pasean por sus anchas e, incluso, portan cédulas y falsos pasaportes como nativos de la subregión.
 Pero además y por si fuera poco, un organismo multilateral jefaturado por un pelele que para que no lo insulten y no lo llamen pendejo, como lo hizo Chávez en una de sus célebres tronas, prefiere el silencio y convertirse en cómplice por omisión.

 LA OEA
 Si los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, para citar la célebre frasecilla de Lord Acton, los gobiernos subregionales tienen los secretarios generales de la OEA que, también, se merecen. O que se construyen a sus imágenes y semejanzas.
         Los más recientes bochornos protagonizados en la OEA plantean como reclamo urgente una gran cruzada divulgativa para que los habitantes de la subregión se compenetren con los valores de civilidad, democracia y responsabilidad personal, de modo de no seguir siendo tan vulnerables a la demagogia, el populismo barato, el mesianismo y el culto al militarismo ramplón. Se dirá que ese es un trabajo largo y difícil y así es.
         Pero mientras se logra esa cultura ideal, básica para el bienestar de los pueblos, se pueden dar dos pasos concretos: el primero, una reorganización a fondo de la OEA, para que las declaraciones altisonantes del organismo no se queden en el papel y lo segundo, menos hipotético que lo primero, exigirle a su actual Secretario General la renuncia inmediata.
Escribía Fouché que “El hombre hace el cargo y no el cargo hace al hombre”. Insulza no se puede seguir escudando en las fallas estatutarias del ente interamericano.
El drama, sin dejar de tener sus causas estructurales, se ha potenciado por la manifiesta falta de voluntad del Secretario General de OEA para asumir, siquiera, los más sencillos retos de la institución. No digamos intentar meter en cintura a los cuatro o cinco gobernantes gamberros que amenazan convertir a la subregión en un gigantesco quilombo.

INSULZA
¿Ha iniciado, por ejemplo, Insulza alguna cruzada para que en algún ancianato del Choclo, de la Patagonia o de Caricuao no le sigan violando los derechos elementales a nuestros queridos viejitos? ¿Lo hemos visto en alguna campaña sostenida para proteger a los quelonios de la isla de Pascua, los pingüinos de Antártida chilena o a los cocodrilos del Alto Orinoco? ¿Ha levantado la voz por el recalentamiento climático, la depredación de las cabeceras del Amazonas o por desertización de las zonas rurales de varias regiones de Centroamérica?
La política del Secretario General ha sido el “laissez faire, laissez passer”. Dejar hacer, dejar pasar a Chávez, con su intrusión –exportación de sicarios y petrochequera en mano- en los asuntos internos de los gobiernos vecinos. Dejar pasar, dejar hacer, obscenas situaciones tipificadas en la Carta Democrática Interamericana, porque si de algo se puede calificar el golpe de Estado perpetrado en Honduras, es de su carácter telegrafiado. Se venía venir, allí, en cámara lenta la ruptura del hilo constitucional en el país centroamericano.
En Honduras era un secreto a voces la intrusión de los matones y asesores cubanos, venezolanos y nicaragüenses. Además, estaba la mal disimulada intención de “Mel” Zelaya de frustrar la elección del próximo noviembre a través de una soterrada convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.
Pero así como Insulza no se ocupa ni de los viejitos, ni de los quelonios, ni de los pingüinos, ni los cocodrilos de la subregión, ni del recalentamiento climático, nada dijo, ni nada hizo, por detener el drama que ahora se ha desencadenado en Honduras.

EL GOLPE DE ESTADO EN VENEZUELA
En nuestro país, se ha consumado y se sigue consumando a paso de vencedores un golpe de Estado. También lo venía perpetrando el ex presidente Zelaya, con la ciencia y paciencia de la secretaría general de la OEA.
En ese particular, el artículo 4 de la mencionada Carta Democrática es claro: “La subordinación constitucional de todas las instituciones del Estado a la autoridad civil legalmente constituida y el respeto al estado de derecho de todas las entidades y sectores de la sociedad son igualmente fundamentales para la democracia”. Se perpetra un atentado contra la democracia cuando se depone a un Primer Mandatario, lo mismo que cuando se irrespeta el Estado de Derecho de cualquier otro sector de la sociedad.
Zelaya, desconoció de manera sucesiva, las decisiones de la Fiscalía, del ente electoral y de la Corte Suprema de su país. Chávez, por su parte, ha desconocido con los casos de Antonio Ledezma, César Pérez Vivas, Capriles Radosvsky y Pablo Pérez –por no mencionar el de Manuel Rosales, bajo la mascarada de una sentencia judicial- nada más ni nada menos que la voluntad popular.
Es cierto que para activar los mecanismos sancionatorios de la Carta Democrática Interamericana, se requieren las dos terceras partes de los Estados miembros. También es cierto, que Chávez, en particular, ha venido construyendo una serie de complicidades recíprocas basadas en las dádivas provenientes de nuestra petrochequera.
Sin embargo ¿pidió o solicitó, por lo menos, ante tal práctica desvergonzada, el secretario general de la OEA, una visita in loco, como lo permite el artículo 18 de la mencionada Carta Democrática? ¿Convocó al Consejo de Seguridad, más allá que existiesen los votos para alguna condena, a los fines de hacer del conocimiento formal los atentados que en las propias narices del subcontinente, cometió Zelaya y comete Chávez contra otras autoridades tan legítimas como cualquiera?
He aquí, porque no se pueden alegar las fallas estructurales del ente interamericano, porque antes que todo había que promover la aplicación de sus mecanismos.

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Semanario LA RAZÓN

www.larazon.net

Caracas, 05.07.2009