La codicia desbordada en los cuerpos policiales y militares involucrados en la lucha antidelictiva, ha perforado gravemente el tejido institucional. La población venezolana -desde Margarita hasta el Zulia, del Táchira a Bolívar o de Caracas al Amazonas- vive temerosa y hasta aterrorizada por el impacto de la delincuencia.

Las comanditas de corruptos que pululan en algunos sectores de la oposición, son tan censurables como las que han podrido al gobierno de Chávez.

Burló el artículo 188 de la Constitución para hacerse elegir diputado por el estado Aragua, sin residir en esa entidad, y los artículos 249 y 256 para ser designado Procurador, siendo dirigente nacional de un partido político (PSUV).

Una catarata de recursos ha sido lanzada, sobre proyectos inconsistentes, sin cálculos ni estudios de inversión, productividad y mercados.

Ya estamos cerca de los sangrientos niveles delictivos de Colombia y México, pero lo niegan desde el poder y los ciudadanos de a pie no alcanzan a percibir en su exacta magnitud. Un Estado semi podrido está incapacitado para enfrentar eficazmente el delito.

Esta desgracia nacional no la puede ocultar el verbo manipulador del caudillo, cáncer mediante, ni la mayor de las campañas propagandísticas de los medios del gobierno.

Los informes médicos del presidente venezolano los manosea primero el anciano dirigente cubano, mientras las autoridades venezolanas son vergonzosamente mantenidas al margen.

Quedarán para la historia estos rasgos del autoritarismo monopartidista del gobierno, de su líder y de quienes se esmeran en genuflexiones a su alrededor

Chávez, que es un ser humano como todos nosotros, mortal al final del camino, tiene cáncer. Deseamos que lo supere, pero exigimos que no siga mintiendo o tratando de marearnos con medias verdades y omisiones.

Estos picos de la crisis del absurdo que vivimos, se producen en medio de la más protuberante corrupción mafiosa, que ha desbordado la administración pública, donde la coima es moneda corriente y el enriquecimiento de funcionarios y sus familiares es mostrado con descaro e impunidad.

Entre los anuncios de Maduro y las imprecisiones de Andrés Izarra, que poco agregan información que disipe el misterio, seguirán las especulaciones y la búsqueda de la verdad en torno a un forúnculo que a todos nos puede salir en cualquier etapa de la vida. Claro, en Cuba todo es un misterio; y aquí, en Venezuela, todo se sabe.

La corrupción es excelente caldo de cultivo para los narcotraficantes, lavadores de dinero, bandas de atracadores y sicarios.

No está en otras latitudes centro de poder alguno que dicte pautas a nuestras políticas nacionales y sus proyecciones mundiales. Toda injerencia debe ser rechazada y eso incluye a gringos, chinos, iraníes,cubanos o rusos.

Familias enteras suciamente adineradas, son la vergüenza de esta época de mugrienta historia, que llaman 'revolución bolivariana'.