(IAR Noticias) 04-Septiembre-09
El 28 de agosto de 1859, en los bosques del noroeste de Pensilvania, el primer pozo petrolero exitoso de Estados Unidos comenzó a bombear crudo, dando inicio a una revolución energética que convertiría al aceite de ballena en un producto obsoleto y que terminaría transformando al mundo industrial. Sin embargo, 150 años después, incluso a medida que la demanda en los países en desarrollo aumenta, la posición del crudo en la economía global está siendo cuestionada como nunca antes.
Por Daniel Yergin - The Wall Street Journal
¿Por qué se da este debate sobre la fuente más importante de energía, y una muy conveniente, que provee 40% del consumo total del planeta? Existen preocupaciones tradicionales como la seguridad energética, la diversificación, el riesgo político y el potencial de conflicto entre los países por los recursos. Las grandes variaciones en los flujos mundiales de ingresos generan ansiedad sobre el posible impacto en el equilibrio global de poder. Algunos temen que el suministro mundial se acabe, aunque un análisis de la base de recursos anuales, incluyendo un estudio reciente de cerca de 800 yacimientos petroleros, muestra que quedan amplios recursos físicos bajo tierra. El juego político que se libra en la superficie es otro asunto.
Sin embargo, dos nuevos factores están alimentando el debate. Uno es la forma en la que el petróleo ha asumido una segunda identidad. Ya no es sólo un commodity físico, también se ha convertido en un activo financiero, junto a las acciones, los bonos, las divisas y el resto del portafolio financiero mundial. La volatilidad en el precio que resulta de este cambio —en la que la cotización pasó de menos de US$40 en 2004 a US$147,27 en julio de 2008, regresando a US$32,40 en diciembre de 2008 y ahora de vuelta a más de US$70— tiene enormes consecuencias y no sólo en las estaciones de gasolina o en la ira del público. Hace que sea mucho más difícil planear inversiones en energía, ya sea en petróleo y gasolina o en combustibles renovables y alternativos. Además, puede tener un enorme impacto económico; las automotrices de Detroit hicieron agua después de lo que sucedió con los precios en 2007 y 2008 incluso antes de la crisis del crédito. Tal volatilidad puede alimentar futuras recesiones e inflación.
Esa volatilidad se ha convertido en un tema político explosivo. El primer ministro británico, Gordon Brown, y el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, hace poco pidieron en estas páginas una solución global para la "volatilidad destructiva", aunque agregaron que no hay "soluciones sencillas".
El otro factor nuevo es el cambio climático. Sin importar cuál sea el resultado de la próxima conferencia sobre el cambio climático de las Naciones Unidas a celebrarse en diciembre en Copenhague, la regulación del carbono ahora forma parte del futuro del petróleo.
¿Pero es posible hacer grandes recortes en el consumo mundial de petróleo? Tanto el Departamento de Energía de EE.UU. como la Agencia Internacional de Energía proyectan que el uso global de energía incrementará en cerca de 50% entre 2006 y 2030, con el petróleo suministrando 30% o más de la energía del planeta.
La razón radica en otro aspecto nuevo, la globalización de la demanda. Los mercados en los que crece la demanda de crudo ya no están en Norteamérica, Europa Occidental y Japón. EE.UU. ya tocó su "cénit de demanda de gasolina".
El crecimiento de la demanda ahora ha pasado, de forma masiva, a los mercados emergentes de rápido crecimiento: China, India y Medio Oriente. Entre 2000 y 2007, 85% del crecimiento de la demanda mundial de petróleo se encontraba en el mundo en desarrollo. Este cambio ha proseguido: este año, se han vendido más autos nuevos en China que en EE.UU. Cuando la recuperación económica tome fuerza, lo que suceda en los países emergentes será el factor determinante en el camino del consumo general.
Hay dos maneras obvias de bajarle las revoluciones al crecimiento de la demanda: frenar el crecimiento económico o encontrar nuevas tecnologías. La primera no es aceptable. Por lo tanto, la respuesta debe recaer en la tecnología. El reto es encontrar alternativas al petróleo que puedan ser económicamente competitivas, convenientes y confiables, a la escala masiva que se necesita.
¿Cuáles serán esas alternativas? ¿Los autos eléctricos a batería o recargables en la red eléctrica, que son los favoritos del momento? ¿Los biocombustibles avanzados? ¿Vehículos a gas natural? ¿La red inteligente que puede integrar adiciones con una generación eléctrica más verde? ¿O los avances en el motor de combustión interna, que incrementan la eficiencia de combustible en dos o tres veces el nivel actual?
La verdad es que no sabemos y no sabremos por mucho tiempo. Por ahora, sin embargo, está claro que los niveles mucho más altos de apoyo a la innovación, y los grandes incentivos y subsidios del gobierno, inevitablemente impulsarán el cambio tecnológico.
Para el petróleo, el enfoque está en el transporte. Después de todo, sólo un 2% de la electricidad estadounidense es generado por petróleo. Hasta hace poco, parecía que la carrera entre el auto eléctrico y el auto a gasolina se había decidido hace un siglo, con una victoria decisiva para el auto a gasolina en base a su costo y desempeño. Pero la carrera se ha reanudado.
No obstante, sin importar cuáles sean los avances, el impacto real en el uso de combustible en los próximos 20 años será al alza debido al tiempo que toma organizar e implementar una producción a escala masiva y el gran tamaño de la industria automotriz global. Mi firma, IHS CERA, proyecta que con volúmenes de ventas agresivos y sin grandes obstáculos en el camino (algo inusual para las nuevas tecnologías), los autos híbridos y eléctricos puros constituirían un 25% de las ventas de autos nuevos para 2030. Pero debido a la lenta renovación de la flota automotriz, el consumo de gasolina sólo se reduciría modestamente por debajo de lo que sería. Después, por supuesto, el impacto crecería quizás sustancialmente.
Sin embrago, en EE.UU., al menos durante las próximas dos décadas, una mayor eficiencia del motor de combustión interna, los diesel avanzados y los híbridos tradicionales, combinados con biocombustibles de segunda generación y materiales nuevos más ligeros, tendrán un impacto más inmediato. No obstante, hay una posibilidad global. Si los vehículos eléctricos pequeños y de bajo costo se vuelven muy populares en los mercados en crecimiento de Asia, muy probablemente ayudaría a reducir la curva global de crecimiento de la demanda futura de crudo.
En cuanto a los próximos 150 años de petróleo, difícilmente podemos comenzar a suponer lo que sucederá. Al menos por los próximos 20 años, la saga económica de los mercados emergentes continuará haciendo al crudo un negocio de crecimiento global.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------
Yergin, presidente de IHS CERA, es el autor de "The Prize: the Epic Quest for Oil, Money, and Power" (Free Press). Su artículo sobre el futuro del petróleo aparece en el número más reciente de la revista Foreign Policy.
Hora | Noticia |
---|---|
08:56 | SELA / Integración latinoamericana frena impacto de la crisis financiera |
08:34 | PASANDO LA HOJA / El impacto de la delincuencia en Mérida |
08:24 | ROBERT ALVARADO / Los años del miedo |
08:16 | MARTA COLOMINA / Chávez al descubierto |
08:01 | MANUEL MALAVER / Chávez, de las guerras de Ahmadinejad a los negocios de Zapatero |
07:23 | Trabajadora de la Alcaldía Metropolitana le escribe al presidente Hugo Chávez |
07:06 | PIDO LA PALABRA / ¿Por qué convertir Venezuela en cuartel? |
06:45 | Comunicado Oficial de Asodictadores |
|