Por Antonio José Monagas
Las realidades políticas son indubitables. Más aún cuando sus consecuencias son inocultables, muy a pesar de las oscuras motivaciones que pueden existir alrededor de algún hecho de cuestionada o impugnable condición. Los contrariados eventos que el pasado jueves pusieron de manifiesto ingentes contradicciones de la gestión gubernamental ecuatoriana, y que fue la noticia que sacudió el espíritu de convivencia democrática de América Latina, son indicadores de profundas incongruencias que encubren un tinglado de decisiones con visos de encubierta demagogia.
La historia política contemporánea de tan bolivariano país, es prolífica en asonadas militares que dieron al traste con esfuerzos de talante democrático con apesadumbrados resultados. Sin embargo cuando menos se pensaba que Ecuador podría repetir algún momento de sus difíciles anales, sucedió lo que gente del mismo gobierno ha calificado como un “grave acto de desobediencia” lo cual es diferente del concepto de “golpe de Estado” y que algunos gobiernos, equivocadamente, han pretendido hacerlo ver así ante la comunidad internacional. Pero indistintamente de la condición político-institucional que encierra tal protesta encabezada por factores políticos fundamentales como la Policía Nacional y vertientes de las Fuerzas Armadas, el problema ha puesto al descubierto importantes fracturas al interior del gobierno ecuatoriano. Justamente, cuando se han pretendido imponer medidas (importadas) que buscan desmontar el sistema democrático nacional suplantándolo por el turbio “socialismo del siglo XXI”.
A diferencia del sentido de lucha del venezolano, el ecuatoriano actúa con suma determinación ante el mínimo asomo de decisiones que puedan restarle razones y condiciones a lo que ha significado el esfuerzo histórico por construir una sociedad con la vocación democrática necesaria para asegurar el bienestar social y económico que como pueblo tiene legítimamente merecido. A su alrededor, sobran referencias y ejemplos de lo que no debe hacerse. Sobre todo, si lo que se intenta pone en jaque las reivindicaciones alcanzadas después del sacrifico que ha representado la presencia de gobiernos dictatoriales dirigidos con presunciones militaristas. Y ello no lo soportaría nuevamente el pueblo ecuatoriano toda vez que conoce las precariedades de toda índole que acarrea el ejercicio del despotismo.
Estos actos de enérgicas protestas por parte de decididos ecuatorianos, constituyeron un vehemente reflejo de un profundo malestar cuyo ejemplo debe servir de lección a cualquier país con apetencias opresoras e influjos autocráticos que busquen favorecer el poder entre incondicionales, subordinados y serviles. Así que agarre dato, comandante.
VENTANA DE PAPEL
Chávez derrotado
Las políticas públicas asumidas como gestión de gobierno, llegó a tales extremos de exacerbación que desde el Ejecutivo Nacional, sus propios dirigentes, se confabularon contra la democracia arremetiendo contra la institucionalidad constitucional. En consecuencia, se atrevieron a cambiar la ley electoral para ponerla a su servicio apelando al criterio menos representativo de la equidad y la justicia. Reinventaron nuevos circuitos a la medida de sus cálculos. Usaron todo el poder del Estado para presionar a los electores. Llegaron al desenfreno populista más siniestro ofreciendo tarjetas para la subsistencia de hoy y hambre para mañana, hasta intentar transar neveras por conciencias y voluntades. Convirtieron una elección regional en un referendo presidencial. Abusaron de los medios radioeléctricos para sus mezquinos fines. Pusieron de rodillas al CNE que violó flagrantemente sus propios reglamentos y hasta la Constitución para permitir el circo presidencial. Sacaron sus hordas para aterrar a pacíficos ciudadanos. Todo lo hicieron para prostituir el acto fundamental de la democracia. Se jugaron los últimos residuos de dignidad cívica que les quedaba. Y perdieron nuevamente. Sólo que ahora perdieron más que una elección. Perdieron la mayoría de los venezolanos quedando frustradas sus grotescas apetencias sobre la composición de la Asamblea Nacional. Esto hizo que Chávez saliera derrotado. Su papel se redujo a ser candidato único y gran perdedor. En contraste, el 26-S signó una Venezuela distinta, mayoritaria, una Asamblea plural, un país que anuncia la irrefrenable caída de un largo decenio de autoritarismo, humillaciones y destrucción de distintos ámbitos de la vida política nacional. Sin duda que Chávez, después del pasado 26-S, fue duramente derrotado sin que hasta ahora haya querido reconocerlo. Su petulancia no la ha permitido. Su obstinación tampoco.
¡Qué vergüenza, Sr. gobernador!
Quienes votaron el 26-S en la Escuela Humberto Tejera, los Sauzales, en Mérida, vivieron un vergonzoso episodio protagonizado por el gobernador de Mérida ese mediodía. Uno de esos testigos, escribió por Internet lo siguiente: me tocó hacer una cola bastante tediosa. De repente se armó un alboroto. Voces de ¡fuera, fuera!... Llegaba el gobernador Díaz Orellana acompañado de un grupo de personas con vestimenta roja; entre ellas la candidata a diputado de su partido. ¡Qué escena! De corazón confieso que sentí pena por ese señor pues fue un repudio casi total. Creo que eso no lo tomó ningún medio, pero fui testigo de excepción. Sólo uno que otro se acercó a saludarlo. Sin embargo, él se acercaba a quien no lo pitaba. El grupo de acompañantes se fue quedando a medida que el gobernador avanzaba con la candidata para ingresar a la escuela. Al cabo de unos quince minutos, llegó un grupo de afectos al proceso en motos de alta cilindrada a coro de ¡fuera, no tenemos miedo!, este grupo fue recibido. Minutos después salió el gobernador y fue enfrentado por un votante quien le dijo en su cara: "Usted es el gobernador de todos los merideños y vino sólo a provocar disturbios... Señores, el gobernador vino a provocar disturbios”. Mientras tanto, el acusado hacía señas de “no” con su cara y de loco (vueltas con el índice derecho alrededor de la oreja). Pero como el elector no le prestó atención, fue adonde éste estaba y trató de empujarlo. Los ánimos se caldearon e inmediatamente aparecieron varios efectivos de la policía. No supe más porque me tocó entrar. Esto ocurrió a escasos diez metros de dónde yo estaba. Sentí pena por el gobernador. La señora que estaba detrás de mí dijo que ni se le ocurriera venir a saludarla porque lo ignoraría. Yo pensé que si se acercaba a mí, lo saludaría. Al final pasó dos veces a mi lado sin que pudiera hacerlo y se marchó con la turba de motorizados y policías que siempre lo acompaña.
Cuidado con ingenuos triunfalismos
De nuevo Venezuela se puso de pie y dijo basta. El proceso electoral del 26-S constituyó una extraordinaria oportunidad para acabar con oscuros fantasmas y crueles espejismos. Pero que su aprovechamiento no debe ser camino hacia un triunfalismo ingenuo. No obstante, hay una lucha que no ha cesado. La bestia herida es peligrosa en extremo. Ya conocemos de su falta de escrúpulos. Su vocación autoritaria es innegable. El zarpazo y la trampa forman parte de sus recursos de lucha política. Sin duda la primera tarea de este país emergente, es romper en lo inmediato la polarización absurda entre ciudadanos. También, el imperio del odio, el discurso delirante, falaz y propiciador de la violencia, la corrupción sin límite y la segregación. Eso traduce en tenderle la mano a tantos venezolanos estafados o burlados por promesas demagógicas y hacer nuestras sus seculares y legítimas esperanzas tanto como sus derechos a la igualdad y a una vida con mejores garantías de bienestar y progreso. La unidad triunfante debe extenderse a todos. Deberá ahora abrirse las puertas de los campos, sustituir la rapacidad por la fraternidad. Si algo debe celebrarse de esta jornada electoral histórica, es el hecho de haber recuperado el sentido de nación, que no significa ciudadanía etérea y falaz. Por el contrario, refleja una manera de tramitar sus contradicciones reales en paz, en un foro dialogante, en el respeto al individuo, en la exaltación a sus libertades y al contenido de pluralidad que incita la vida en comunidad.
Chavismo en decadencia
Muchas opiniones afloraron por las redes sociales. Unas a favor del triunfalismo gubernamental, otras que consideraban las realidades desde una óptica ecuánime. Sin embargo, se sumaron razones que consideraron la decadencia del chavismo como proyecto ideológico. Algunos argumentaron que “la fiesta terminó antes de comenzar” lo cual, de alguna manera, revela que ciertamente el chavismo ya no es mayoría electoral. Alegan que la visión comunista a la cubana, le cobró duro en las urnas. La entrega del país a los cubanos, también fue reprobada en las elecciones del pasado 26-S. Ahora el chavismo que emerge luego de la jornada electoral, es perdedor, fracasado, traicionero, demagogo y además ineficiente. Su líder se desgastó y los resultados electorales apuntaron a castigarlo por incumplido, enredador, soez, insidioso, mal administrador, abusador y manipulador. No hay duda que la etapa chavista está en remojo. Pese a todo, Chávez insiste en radicalizar su mal llamada revolución mediante decisiones cargadas de más brutalidad y contrasentido histórico lo cual solamente redundaría en un mayor rechazo por parte de la población que anhela vivir democráticamente y que, sin lugar a dudas, es mayoría. De manera que puede decirse que el chavismo entró en caída libre, que está en franca decadencia.
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