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El jefe de la Casa de Nariño, Juan Manuel Santos, no ha hecho otra cosa con su “nuevo gran amigo” Hugo Chávez que defender los intereses y los negocios de su clase. La oligarquía colombiana no ha perdido su inteligencia ni su voracidad.

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Por Augusto Figueroa
En los cien días de gobierno del presidente Juan Manuel Santos, las prioridades de la nueva administración de Colombia fueron la continuación de la ofensiva antiguerrillera y la normalización de las relaciones políticas y económicas con el vecino de Venezuela su colega Hugo Chávez. En la primera obtuvo éxitos tan importantes como terminar con treinta y seis años de carrera del comandante alias Mono Jojoy, Jorge Briceño, jefe militar de las Farc, el más importante movimiento armado insurgente en el continente a lo largo de los últimos decenios, lograr el aislamiento del grupo armado en las selvas y causar grandes pérdidas de sus efectivos, reducidos hoy a la mitad de las fuerzas que tuvieron en el pasado reciente.
La segunda de sus prioridades ha avanzado a un ritmo bastante rápido si se compara con las turbulencias y las crisis sucesivas de las relaciones colombo-venezolanas durante el gobierno de Álvaro Uribe. Aunque Chávez ha ido estratégicamente dosificando a cuenta gotas los vínculos bilaterales, especialmente, los económicos. En el pago de la deuda con las empresas abastecedoras en el mercado de consumo de nuestro país, como medio de presión, con el fin de obtener mejores dividendos políticos. Como de hecho lo es, la extradición de Walid Makled, el capo del narcotráfico venezolano, que desde la prisión de alta seguridad de Combitas ha venido revelando a los medios informativos colombianos y venezolanos, la supuesta complicidad que ha tenido de altos funcionarios civiles y militares del mandatario nacional para llevar adelante desde puertos y aeropuertos del país, el tráfico de drogas a Estados Unidos, Europa y África en gran escala, a cambio de millonarios pagos en dólares. Makled extraditado a Estados Unidos, que también pidió su extradición, se convertía en un duro golpe para Miraflores.
INTERESES Y NEGOCIOS DE CLASE
Aunque nuestros vecinos tienen posibilidades de llevar a otras naciones sus productos, las ventajas competitivas del cercano mercado venezolano con una frontera de dos mil doscientos kilómetros, la histórica tradición de sus economías complementarias y la asimetría ampliamente favorable a Bogotá de los términos del intercambio. En su mejor momento con siete mil millones de dólares, mientras Colombia exportaba a Venezuela cinco mil quinientos millones, esta llevaba a duras penas, mil quinientos millones. Semejante negocio no es desdeñable en una era de recesión mundial y, además, genera unos doscientos cincuenta mil empleos directos. Como perder ese boche.
Pero, si en el pasado reciente, los beneficios para los vecinos tenían tanta ventaja, la situación de desastre de la producción venezolana, como consecuencia del fracaso de las funestas políticas agrarias e industriales del gobierno de Chávez, auguran un mercado potencialmente mayor para los productos colombianos. La oligarquía paisa no ha perdido su inteligencia ni su voracidad para importarle los derechos democráticos de los venezolanos. Ha mostrado su disposición a desbrozar el camino para que fluyan los negocios con nuestro país. En un reciente foro regional dijo que ahora tiene “un nuevo gran amigo”. Ese es Hugo Chávez.
Para crear condiciones favorables al restablecimiento del comercio bilateral han cedido en allanar los obstáculos que molestaban al autoritario régimen de Chávez en la concesión de bases militares a Estados Unidos, que el empecinado Uribe había convertido en piedra de tranca, sin importarle que también causaba daño a la relación con otros países de la región. El aislamiento político con el vecindario alarmó a muchos sectores de la opinión pública colombiana.
 Sobre estos rieles rectificadores y pragmáticos se ha desplazado Santos en estos cien días. El delfín marcó distancia de su tutor, cuando apenas había transcurrido la primera semana de su mandato. El jefe de la Casa de Nariño no ha hecho otra cosa que defender los intereses y los negocios de su clase. En el último siglo los Santos han dominado gran parte del escenario político neogranadino.
LO PEOR DE LOS CIEN DÍAS
Antes de que Santos ocupara el cargo de ministro de Defensa del segundo mandato de Uribe, estuvo en estas funciones Fernando Londoño Hoyos, para quien “lo peor de los cien días” ha sido “el sainete con el comandante Chávez” en San Pedro Alejandrino tras el tratamiento de “mafioso”, pitiyanqui, agente de la CIA, entre otras descalificaciones, a las que recurre comúnmente el jefe de Estado venezolano, en la víspera de la segunda vuelta de las elecciones.
Londoño reclama al presidente su olvido “tan pronto y tan barato”. Sobre todo por las incidencias producidas por la presencia de las Farc y el ELN en territorio venezolano con “los campamentos que albergan en Venezuela a Grannobles (Germán Briceño), Granda (Rodrigo), Tomochenko y Márquez (Iván)”.
En lo de “barato”, seguramente alude el ex ministro, al pago de la deuda con empresarios colombianos, que según las últimas revisiones, no llega a los ochocientos millones de dólares, sino a cuatrocientos. De los cuales han sido cancelados doscientos ochenta millones. Si a eso se refiere realmente es un pago de poca monta para un país exportador petrolero.
“La última condición de extraditar a Makled hacia Caracas y no hacia Estados Unidos. Colosal error jurídico y diplomático…El mafioso fue capturado en Colombia por noticias de la DEA y no de Venezuela”, señala el columnista de El Tiempo. De esta condición habló Chávez en su Aló Presidente en los que informó sobre la extradición de Makled a nuestro país.
También extraña el silencio sobre las computadoras del jefe militar de la guerrilla, alias “Mono Jojoy”, capturadas en el bunker en el que murió el insurgente, junto a varios de sus asistentes, después de un bombardeo de las Fuerzas Aéreas. La información contenida en estos equipos es de vital importancia para conocer hasta qué punto existen vínculos del grupo armado con el vecindario.
El nuevo jefe militar del grupo armado es Pastor Alape, que controla quince minas de oro en Magdalena Medio y producen mil seiscientos millones de pesos al año para el financiamiento de las Farc, según informe militar. Pero, la red de financiamiento de la guerrilla maneja cuarenta y nueve mil quinientas hectáreas cultivadas a través de testaferros. Mientras, los laboratorios para la elaboración de cocaína en la región de Guaviare y los vínculos con el narcotráfico permiten obtener decenas de millones de dólares.
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El sueño del “Mono Jojoy” era crear el “Gran Ejército de Liberación Suramericano”
 La confluencia de la cúpula del poder en Colombia, tanto la oficial, como la guerrilla insurgente, tienen a Venezuela  como el que debe pagar la cuenta. Santos y Alfonso Cano, jefe de las Farc, coinciden en esto en sus ejecutorias y planes de proyección política y económica.
Para Santos, su “nuevo gran amigo” Chávez debe pagar la jugosa tajada del empresariado colombiano por exportaciones a Venezuela.  Para las FARC, Venezuela es la llamada a sufragar los planes de la expansión bolivariana. El “Mono Jojoy”, el hombre de más poder en las Farc, tras las muertes de Raúl Reyes y Manuel Marulanda (Tirofijo), en mensajes enviados a Reyes, a Iván Márquez y Rodrigo Granda insistía en lograr trescientos millones de dólares para la construcción de un Ejército de Liberación de los Andes, como paso a la revolución suramericana. Consideraba que Venezuela por sus recursos debía financiar ese movimiento y en ese sentido instruía a los enviados como representantes a Caracas para participar en la Coordinadora Bolivariana Continental. De origen campesino, “jojoy”  era el estratega y gozaba del total apoyo del poderoso secretariado. Dudaba de las posibilidades de las Farc en su país. Para él la lucha guerrillera debía extenderse a toda la región. Para él la lucha guerrillera debía extenderse a toda la región.

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La luna de miel Santos-Chávez no se refleja en la frontera
La semana pasada, el gobierno de Chávez extraditó a Colombia a tres guerrilleros. Dos pertenecían al ELN: Nilson Navarro Mojica, alias Panadero o Andrés; y su compañera Priscila Ayala Mateus; y uno de las Farc Osvaldo Espinoza, alias Farit. Estos pasos están dirigidos a crear un ambiente de retribución de favores entre ambos gobiernos. Los mencionados guerrilleros eran buscados por crímenes, rebelión y hurto. Navarro era buscado por Interpol con alerta roja. Según el parte del ministerio de Interior fueron capturados en un rescate de secuestro. Navarro era del Frente Domingo Laín que actúa entre el estado Táchira y Apure.
Las entregas de Makled, por producirse, y de los guerrilleros de ELN y Farc no significan que la seguridad fronteriza va ser resuelta por los cuerpos de seguridad de ambos estados. Tampoco hay cambios sustanciales en el suministro de gasolina a los ciudadanos tachirenses que vienen sufriendo los rigores del control militar de los suministros. Así que la luna de miel de Chávez y Santos poco se refleja en la grave situación que viene atravesando nuestra población fronteriza, calculada en más de cinco millones a ambos lados de los límites y que tiene su propia dinámica económica en la relación con los vecinos colombianos.
Desde los últimos meses del gobierno de Uribe, los enfrentamientos y la crisis de las relaciones bilaterales han mantenido a la región fronteriza en un infierno, que debería tener el enfoque urgente por parte de los dos presidentes para resolver los problemas de la inseguridad, la presencia de delincuentes, guerrilleros, traficantes de drogas, contrabando, paramilitares y hasta de un frente bolivariano de liberación, afecto a Chávez, según sus declaraciones a los medios regionales.

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Semanario LA RAZÓN

www.larazon.net

Caracas, 21.11.2010

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