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Por Manuel Isidro Molina

Caracas, 29 Ene (Enfoques365).- Pocos recuerdan que el ayatola Ruhollah Jomeini, desde París, penetró y pulverizó el regimen monárquico del sha Mohammad Reza Pahlevi, enviando a sus seguidores homilías grabadas en cintas que eran copiadas y escuchadas en radio-reproductores de la época, 1979, en toda la geografía iraní.

Ahora, la cosa es con Internet, la telefonía celular y las redes sociales como Twitter y Facebook, principalmente. Y no es que los jóvenes que en Túnez arrasaron con el gobierno pseudodemocrático de Zine el Abidine ben Ali, busquen una dictadura islamita como la de Irán; o que en Egipto esté privando un empeño oscurantista tras la burka y otros sometimientos para sus mujeres, como lo impone el fundamentalismo musulmán más atrasado.

No por otra razón, Mubarak impuso un drástico corte de las comunicaciones: ¡Fuera Internet, la telefonía celular y las redes sociales, que servían a las movilizaciones políticas y sociales!

Se trata de la rebelión árabe del siglo XXI por la libertad y los derechos civiles contra el autoritarismo de sectas y mafias gobernantes enriquecidas, que durante décadas han mantenido férreos controles nepóticos (http://bit.ly/9JUK2l) policiales y militares, aplaudidos por las democracias occidentales norteamericana y europeas.

La "Intifada del Pan", llamó el analista de IPS, Cam McGrath (http://bit.ly/fGx09s), a los acontecimientos en Túnez de la semana pasada y sus posibles efectos sobre el mundo árabe. Hoy, El País de España,  habla de "Ola de cambio en el mundo árabe". Pero lo cierto es que los protagonistas son los jóvenes enfrentados al empobrecimiento que causan la inflación que pesa sobre los alimentos básicos, la precariedad del empleo y las remuneraciones, así como la falta de libertades civiles de expresión, organización y participación en los asuntos públicos, cansados también de tener a los mismos personajes, familias, logias y mafias gobernando durante décadas, enriquecidos grotescamente mientras las mayorías empobrecen sin opciones válidas y sometidas al silencio de las leyes, la fuerza y los controles asfixiantes.

Esa "Intifada del Pan" viene recorriendo el norte de África, el Magreb, desde Marruecos hasta Egipto, pero tiene sus antecedentes en las protestas en Grecia, en las vecindades del Mediterráneo, histórica, cultural y religiosamente vinculado, en toda su diversidad.

La crisis capitalista mundial mantiene a Grecia postrada, endeudada y controlada por el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea, que la auxilió en 2010 y se apresta a entregarle al gobierno una segunda ayuda masiva de 15.000 millones de euros, en marzo próximo, si aprueba la revisión en curso de su política económica, fiscal y financiera. Una pequeña parte (1,3%) de su población de 11,2 millones de habitantes, profesa la religión musulmana.

Turquía, que muestra un desempeño económico superior y aspira a entrar a la Unión Europea a pesar de la reticencia de los europeos occidentales, que le temen por sus vinculaciones islamistas, carga con 11% de desempleo y el 99% de su población es musulmana, por lo que la incidencia hacia su interior de los acontecimientos en el mundo árabe y el Medio Oriente va mucho más allá de su frontera terrestre, al sur, con Irán, Irak y Siria y sus vínculos mediterráneos con Líbano, Israel, Egipto y Libia. La más reciente crisis en Líbano demostró la potente influencia turca en la zona, y el intrés de Ankara (sede del gobierno y capital de Turquía) -con el segundo ejército más numeroso de la OTAN- en que los países islámicos de África y el Medio Oriente solventen sus problemas en paz.

La revuelta desatada en Egipto no deja de interesarle a ninguno de sus vecinos ni a los más destacados actores occidentales como Estados Unidos y la Unión Europea. Túnez, que vive su crisis en marcha, con un  gobierno inestable que busca evadir los objetivos de fondo de las protestas que derrocaron a Zine el Abidine ben Ali, pasó a un segundo plano con la emergencia de la crisis egipcia. Hasta el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, se pronunció pidiendo calma y sensatez a los protagonistas. Desde Washington, el presidente de EEUU, Barack Obama, jugó al difícil equilibrio para no perder su mejor y más importante aliado en el norte de África: "Quiero ser muy claro en pedir a las autoridades egipcias para que se abstengan de cualquier acto de violencia contra manifestantes pacíficos. El pueblo de Egipto tienen derechos que son universales. Esto incluye el derecho de reunión pacífica y asociación, el derecho a la libertad de expresión, y la capacidad de determinar su propio destino. Estos son derechos humanos. También hago un llamado al gobierno egipcio para revertir las acciones que han tomado para interferir el acceso a Internet, al servicio de telefonía celular y redes sociales que hacen tanto al conectar a las personas en el siglo 21" (http://bit.ly/dTBweC).

Mientras Túnez tiene algo más de 10 millones de habitantes, enclavado en el norte de África entre Argelia y Libia, de cara al Mediterráneo, sin fuerza militar de importancia geoestratégica en la zona; Egipto es el país árabe con mayor población (83 millones de habitantes, 2009, Wikipedia) y sus fuerzas armadas regulares cuentan unos 450 hombres, consieradas internacionalmente como el ejército Nro. 11 más numeroso del mundo, primero en África y en el mundo árabe. Se estima también, que el gobierno de Mubarak maneja una fuerza paramilitar superior a los 300 mil efectivos adscritos al ministerio del Interior, que en parte se dedican a reprimir a opositores políticos del vetusto régimen personalista inbiciado en octubre de 1981, hace casi treinta años.

Hosni Mubarak, general retirado de la Aviación, ex ministro de Defensa y vicepresidente de la República hasta el asesinato de su predecesor Anwar El-Sadat, el 6 de octubre de 1981, también tiene una "fuerza relativamente fuerte, constituida por la Guardia Nacional y las Fuerzas de Seguridad Fronteriza... bajo el control del Ministerio de Defensa, con unos 60.000 y 20.000 efectivos respectivamente, además de la Guardia Costera que tiene unos 5.000 efectivos" (http://bit.ly/g1V2Fb).

Estrecho aliado de Estados Unidos y la Unión Europea, Mubarak ha colocado a Egipto como socio estratégico de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en el Mediterráneo, Medio Oriente y África. EEUU le ha suministrado tecnología militar de avanzada, incluyendo más de 200 aviones de combate F-16, en diversas versiones; y es el único país árabe con un satélite de inteligencia. El Ejército cuenta con dotaciones procedentes de  Estados Unidos, Francia, Italia, Reino Unido, Rusia (ex Unión Soviética) y China; fabrica bajo licencia estadounidense tanques de batalla M1 Abrams, "lo que hace a Egipto el dueño del mayor número de la última generación de tanques de batalla en la región, y el segundo después de Siria". Su Fuerza Aérea cuenta, según estimaciones diversas, con "alrededor de 579 aviones de combate y 149 helicópteros armados y continúa volando MiG-21, F-7 Skybolts, F-4 Phantom, Dassault Mirage V y el Hércules C-130 entre otros aviones". La Armada egipcia es consierada "la más fuerte en el continente africano, y la segunda más grande en el Medio Oriente después de la armada turca".

Pero no solo importa el aspecto militar, que ciertamente llama la atención. Egipto es pieza clave en el inestable statu quo regional, debido al estratégico Canal de Suez que une el mar Mediterráneo con el mar Rojo, entre África y Asia; sus fronteras terrestres con Libia, Chad y Sudán, en África, y el extenso litoral mediterráneo, al norte. Pero, hacia el este, en la parte norte, su frontera son la Franja de Gaza e Israel; y a través del mar Rojo, hacia el sur, con Jordania (Golfo de Akaba) y Arabia Saudita. Políticamente, Mubarak le ha garantizado a EEUU, Europa y la OTAN un control de la situación regional, tradicionalmente explosiva desde que en 1948, las Naciones Unidas (principalmente impulsadas por EEUU e Inglaterra) aceptaron la implantación del estado de Israel en Palestina. El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó el "Plan de Partición de Palestina" en dos Estados, uno árabe y otro judío. La primera guerra se produjo en mayo de 1948; y hasta el presente, el Medio Oriente sigue siendo un polvorín, especialmente por la brutal política israelí hacia la población palestina, la ocupación de territorios en Gaza, Cisjordania y Jerualén, donde viene sistemáticamente construyendo los llamados asentamientos judíos, maltratando, asesinando y cercando a los palestinos.

Egipto es aliado clave de EEUU y Europa para mantener  el vidrioso equilibrio que viene favoreciendo a Israel, que prácticamente ha visto vía libre para todos sus atropellos y planes de expansión y colonización en Palestina. En el fondo, ese rol de Mubarak subyace en la crisis, tanto en su país como en el resto de la región. No por otra razón, Israel mantiene alerta máxima (política, diplomática y militar); y EEUU ha manifestado su inquietud con expresiones sucesivas de altos cargos del gobierno (http://bit.ly/g1V2Fb), y desde Europa diversos voceros han  dicho lo suyo.

Más hacia occidente, están Libia, Argelia y Marruecos, que cierran la fran litoral mediterránea de África, con intrigante quietud la primera, gobernada férreamente por el coronel Muammar al-Gaddafi, en el poder desde el 1ro. de septiembre de 1969, hace 41  años; y convulsiones conocidas las otras dos naciones también de mayorías islámica. Hassan II de Marruecos gobierna desde 1961, hace 50 años; y Argelia, tiene en la presidencia a Abdelaziz Bouteflika, desde 1999.

Por diversas y hasta encontradas razones, la inestabilidad en Egipto disparó las alarmas en todas partes del mundo. ¿Quién o quiénes, después de Mubarak? Los acontecimientos irán respondiendo esta interrogante, pero a Israel, EEUU y la Unión Europea lo más conveniente es una transición con Mubarak a la cabeza o con personas distintas al anciano gobernante que no rompan con el dominio geoestratégico occidental. Del futuro inmediato de Egipto dependen los acontecimientos en todo el Medio Oriente, y los expertos lo saben.

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