Llegué de un día súper estresante. Había peleado con toda la gente de la oficina por lo ineptos que son y además me calé dos horas de una cola en la que le lancé el carro a varios motorizados por abusadores. Luego llegué a mi casa para encontrarme con un plato frío de comida. Es que mi mamá nunca ha sabido lo que es la buena atención. Siempre le armo su rollo, pero a ella le entra por una oreja y le sale por la otra. Finalmente me di un baño, me relajé y me metí a dormir para olvidarme de este país de mierda.
Ojalá que no. Tremenda pesadilla la que tuve. Fue una cosa sumamente rara. No sé cómo describir la sensación que me dio, pero la cosa fue que en el sueño yo estaba tal cual saliendo de mi casa para el trabajo, pero yo no era yo. No sé… era como que mi cuerpo no respondía a mis órdenes. O sea, la cosa fue que me monté en el ascensor y les di los “buenos días” a todos. En ese momento creo que los ojos me parpadeaban como cuando uno tiene una pesadilla. Luego, el ascensor se abrió y sentí cómo se me acalambraba el brazo izquierdo, porque lo extendía para sostenerle la puerta a la gente que se bajaba. En ese punto ya estaba totalmente desarropado en la cama. Después sentí como un hormigueo en el brazo izquierdo porque había una señora con bolsas de mercado y pasó algo horrible: la ayudé con unas bolsas. Después recuerdo que salía del ascensor y saludaba al vigilante dándole la mano y luego saludaba de beso y abrazo a la conserje. A ese punto, ya la cama estaba mojada de sudor.
Luego como que salí del edificio y me monté en el carro. Aquí ya entré en crisis. Veía una luz roja y tocaba la corneta, pero el carro no emitía sonido. Yo golpeaba y golpeaba la corneta, pero nada… Pisaba el acelerador para comerme la luz y el carro más bien se frenaba. Era como que el freno era el acelerador y viceversa. Luego pasó un motorizado y mi carro se curveó para darle paso. Lo peor fue que trataba de mentarle la madre, pero mientras más gritaba… más bajita salía mi voz. Aquí, el corazón se me aceleró muchísimo.
Lo último que recuerdo del sueño es que estaba en la sala de espera de un consultorio que estaba lleno y le daba mi puesto a una señora. El médico no llegaba y me acuerdo que comencé a decirle a la gente: “Tranquilos… pronto llegará… pronto llegará” y me puse a echarles chistes para hacerlos reír. En ese momento fue cuando me desperté de golpe, tomando una gran bocanada de aire. Es que por el pánico que me produjo el sueño, me dio como una apnea y me desperté sofocado, aterrado y empapado de sudor.
Volteé a ver el reloj… faltaban 5 minutos para que sonara la alarma. No había descansado nada, pero me tranquilicé, respiré un poco y sentí paz al saber que sólo había sido una pesadilla. Bebí un vaso de agua, puse la alarma para las once de la mañana y mandé un mensajito de texto a la oficina diciéndoles que llegaría después de almuerzo porque “amanecí con diarrea”. ¡Ah!... ahora sí: ¡dulces sueños!
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