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Por Augusto Figueroa 
 
El segundo capítulo de la Cumbre Suramericana seguirá en Bariloche, Argentina, el próximo 28 de agosto, tras un comienzo lamentable en Quito, en el que se buscaba llevar al presidente Álvaro Uribe al paredón por el controvertido acuerdo sobre la presencia de militares norteamericanos en siete bases de las FM de Colombia.
Pero, no solamente no asistió Uribe, tampoco lo hicieron, sus colegas Alan García de Perú, Tabaré Vázquez de Uruguay y Robert Venetián de Surinam. Cuatro ausencias de un total de 12 miembros de la entidad que integran la Unión de Naciones Suramericana (Unasur), organismo en el cual las decisiones se toman por consenso.
El bloque suramericano mostró profundas grietas que podrían anular sus esfuerzos integracionistas. Justamente, en un momento en que varios de sus actores parece que juegan más bien a la desintegración. Y no solamente a nivel regional, también en sus propios países.

DIVISIÓN DEL BLOQUE
Fueron claras las evidencias de que existen, al menos dos claras tendencias. El llamado eje bolivariano, cuyo líder es Hugo Chávez y del que forman parte Evo Morales y Rafael Correa. Un grupo de actores democráticos con Lula da Silva a la cabeza y en el cual están Michelle Bachelet, Alan García y Tabaré Vázquez, aunque no estuvieron los dos últimos en el evento.
 Jugando entre los dos grupos aparecen Fernando Lugo y Cristina Fernández de Kirchner. Ambos se inclinarían a uno u otro bando de acuerdo al interés de su país o sus propios planes políticos. Cristina fue un claro ejemplo de cuerda floja. Jugaba a obtener una tajada del mercado venezolano en su relación bilateral con Colombia que el año 2008 fue de más de siete mil millones de dólares. Sin embargo, fue factor importante para disminuir la tensión al proponer realizar la nueva jornada en su país. Uribe alegó que la tirantez y la ruptura de relaciones entre Quito y Bogotá, le impedía asistir.

TRÁFICO DE ARMAS
La cumbre de Bariloche no solamente tratará la grave crisis de las bases militares estadounidenses en Colombia, también, por propuesta de este país, se ha incluido en el temario, el tráfico de armas y la carrera o las compras de armamentos, conjuntamente con el narcotráfico. Temas quemantes de la realidad suramericana.
Anunciada en principio para Buenos Aires, la Cumbre Suramericana, se ha trasladado a Bariloche, ensueño turístico argentino, en el que las comunicaciones en el que la cobertura internacional disminuirá severamente. Son pocos los jefes de Estado del bloque amigos de la prensa. Por lo general, los molesta la presencia de los periodistas, especialmente, a Chávez y Uribe, que serán los protagonistas del evento, y la anfitriona Cristina Fernández.
La crisis política en la región, exige mucho tino a la hora de tratar temas tan crispantes como los de la agenda de Bariloche. No se puede dejar el destino de las relaciones entre los suramericanos en las voces de Chávez, Uribe, Morales y Correa. Si los líderes de este espacio geopolítico no muestran más compromiso para llevar adelante la concertación política y democrática, respetuosas de los derechos humanos y la lucha por salir del atraso y la pobreza en Suramérica, seguiremos en lo mismo. Y, Chávez, junto a sus compañeros de ruta Morales y Correa, se llevarán por delante a Unasur y la arrastrarán hasta llevarla al abismo.
          A propósito del debate en Quito y de la fanfarria militarista de Chávez y su séquito, Lula da Silva dijo que debía hacerse una reunión para definir qué es lo que quieren los países suramericanos con Unasur. Era una velada crítica al ambiente de tensión y ruptura que prevalecía en la cumbre. La Cumbre Suramericana puede continuar vigente en el escenario regional. Pero, se debe entender que es un ente para buscar consenso, la concertación democrática y los acuerdos que resuelvan los conflictos. No exacerbarlos ni pretender convertirla en paredón para “condenar a muerte” al considerado “enemigo” porque no comparte las ideas ni los proyectos políticos de Chávez y sus aliados.