Esta vez la parodia fue la del Nazareno en el Monte de los Olivos. Para describir la nueva epopeya no estaban los evangelistas Marcos, Juan, Mateo o Lucas, sino la parafernalia de Venezolana de Televisión, las demás emisoras gobierneras y ciertos “actores de reparto” con lloriqueos incluidos. Allí estuvo, papada inflada y ojos entrecerrados, como colofón del supuesto éxtasis religioso. Dice el tópico que los ojos son el espejo del alma. Por eso, hay villanos que entrecerrándolos o esquivando las miradas, piensan que pueden fingir sin que nadie los note. La Santa Iglesia Católica debe agarrar el toro por los cachos o al roedor por la cola. Ese patán no puede seguir derrochando físico so pretexto de una fe que todos sabemos que es fariséica, falsa, mendaz.

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Por Santiago Alcalá

Repugnante, baboso, reptil. Así puede calificarse, sin incurrir en exageraciones, el show litúrgico que montó Chávez  el pasado Jueves Santo en un “templo ad hoc” en una instalación militar en la ciudad de Barinas y transmitido por televisión, en cadena nacional, al país y al mundo.

No hay que ser ningún especialista ni demasiado observador. Basta haberlo visto y oído de cuando en cuando, a lo largo de estos catorce años. Y ahí lo tienen,  papada inflada y ojos entrecerrados, como colofón del supuesto éxtasis religioso. Dice el tópico que los ojos son el espejo del alma. Por eso, hay villanos que entrecerrándolos o esquivando las miradas, piensan que pueden fingir sin que nadie los note.

De Sabaneta al Monte de los Olivos

Esta vez, la parodia fue la del Nazareno en el Monte de los Olivos. Para describir la nueva epopeya no estaban Marcos, Juan, Mateo o Lucas, los evangelistas, sino la parafernalia de Venezolana de Televisión y de las demás emisoras gobierneras, además de ciertos “actores de reparto” con lloriqueos incluidos.

Una cosa es la que se proclama, a voz en cuello, frente a las cámaras, para posar de mártir y otra, por la que se ora, en verdad: “Oh señor, permítele al Consejo Nacional Electoral, seguir trampeando la data de cedulación, el padrón electoral, las captahuellas, la asignación de los testigos de mesa. Amén. Oh, señor líbrame del siete de octubre. Amén. Que mis fariseos y yo, no tengamos que comparecer, no digamos ante tu Justicia, sino ante la más terrenal del Tribunal Penal de La Haya. Protégenos, Señor, nuestro dinerito.  Nuestras cuenticas secretas en Suiza, Bahrein, Omán, Jersey, la isla de Man, Cuba (sobre todo en esta última, porque para el hermano Fidel el caído huele a tigre). Amén. Dame, oh Señor, larga vida para seguir insultando, odiando, maldiciendo,  ordenando palizas, regalando petróleo, metiendo mano en la Tesorería”.   

¡Excomunión al blasfemo!

Desde la profundidades del Infierno, Calígula, Nerón, Cómodo y Heliogábalo se habrán removido de envidia. Ninguno de ellos llegó a profanar, blasfemar a ultrajar, la cristiandad, como lo ha hecho su émulo de Sabaneta con semejantes sainetes.

La excomunión, opera “latae sententiae” o “ipso facto”, en estos casos. Por menos, Fidel Castro, fue excomulgado, hace más de cincuenta años por Juan XXIII. No estaría de más, que cualquier católico o grupo de éstos, le exija a El Vaticano un pronunciamiento expreso. En tal sentido el Catecismo de la Iglesia Católica es categórica con la herejía, la blasfemia y la profanación (Canon 1364).

 Ya lo advirtió Jorge Urosa Savino, nuestro Cardenal Primado: “No se puede ser “santero” y cristiano al mismo tiempo”.

No se puede posar como mártir de la Fe e inmediatamente después, para echárselas de popular, invocar al Zumbón, la Sayona y la macumba cubana. Es incompatible llamar a los sacerdotes “adecos con sotana”,  y recibir a los brujos de Evo, para luego, un Jueves Santo cualquiera equiparse con el Nazareno.

La Santa Iglesia Católica debe agarrar el toro por los cachos o al roedor por la cola. Ese patán no puede seguir derrochando físico so pretexto de una fe que todos sabemos que es fariséica, falsa, mendaz. Aparte de todo, nunca está de más, advertirle a él y a quienes le secundan, que aparte de las colonias móviles de El Dorado, lo que les sale es la Quinta Paila. Por sayón.

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DE LOS DELITOS CONTRA LA IGLESIA

 

CANON 1364

1. El apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión latae sententiae, quedando firme lo prescrito en el canon 194.1, 2; el clérigo puede ser castigado además con las penas enumeradas en el canon 1336.1, 1, 2 y 3.

2. Si lo requiere la contumacia prolongada o la gravedad del escándalo, se pueden añadir otras penas, sin exceptuar la expulsión del estado clerical.

Canon 1365

El reo de communicatio in sacris prohibida ha de ser castigado con una pena justa.

Canon 1366

Los padres, o quienes hacen sus veces, que entregan a sus hijos para que sean bautizados o educados en una religión acatólica, deben ser castigados con una censura u otra pena justa.

Canon 1367

Quien arroja por tierra las especies consagradas, o las lleva o retiene con una finalidad sacrílega, incurre en excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica; el clérigo puede ser castigado además con otra pena, sin excluir la expulsión del estado clerical.

Canon 1368

Si alguien comete perjurio al afirmar o prometer algo ante una autoridad eclesiástica, debe ser castigado con una pena justa.

Canon 1369

Quien, en un espectáculo o reunión públicos, en un escrito divulgado, o de cualquier otro modo por los medios de comunicación social, profiere una blasfemia, atenta gravemente contra las buenas costumbres, injuria la religión o la Iglesia o suscita odio o desprecio contra ellas debe ser castigado con una pena justa.

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(Código de Derecho Canónico de Iglesia Católica Romana, II Parte //De las penas para cada uno de los delitos /Título I, De los delitos contra la religión y la Unidad de la Iglesia)

          La excomunión de  Fidel sigue vigente

    El 3 de enero de 1962 el Papa Juan XXIII procedió a excomulgar al dictador cubano Fidel Castro Ruz, en aplicación del decreto de 1949, elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe y promulgado por el Papa Pío XII, que estableció dicha pena para los católicos que difundieran el comunismo o apoyaran a gobiernos comunistas. La pena nunca fue levantada.

    Castro, bautizado en la fe católica y formado primero con los hermanos de La Salle y luego en el Colegio Dolores, de los jesuitas. El 8 de enero de 1959, luego de recorrer triunfante la isla, Fidel Castro, vestido de guerrillero, barbudo, con un rosario al cuello hace su entrada victoriosa a La Habana y es visto por muchos como el nuevo Mesías. La gran mayoría del pueblo cubano comenzó a amarlo. También lo aplaudían los comerciantes, políticos, periodistas, burgueses, curas, abogados, prostitutas y hasta los aristócratas. Fue excomulgado después de declararse marxista-leninista y anunciar que conduciría a Cuba al comunismo, en un discurso pronunciado el 2 de diciembre de 1961, además de mostrar su hostilidad manifiesta hacia la religión católica con la expulsión de 131 sacerdotes y el cierre de escuelas religiosas. Vistos los resultados de la revolución rusa (1917) el Vaticano decidió combatir con más ahínco la doctrina comunista.

    El  21 de enero de 1998 Castro recibió, con todos los honores, en La Habana a su santidad Juan Pablo II, quien realizó una visita de cuatro días a la isla.  El pasado 28 de marzo, Castro visitó al Papa Benedicto XVI, en el último día de su visita pastoral a  Cuba. El encuentro con el Papa alemán de 84 años duró más de media y se realizó un poco después del mediodía en la Nunciatura Apostólica, en el barrio  diplomático de Miramar, al oeste de La Habana.

NGH / La Razón