Por Froilán Barrios Nieves
Momentos cruciales vive el mundo del trabajo a nivel mundial en el marco de un mundo globalizado, donde las condiciones de trabajo las impone a placer el mercado por un lado y por el otro gobiernos que asumen convenios laborales universales, para convertirlos en letra muerta en sus ejecutorias de gestión gubernamental. Si bien es cierto las centrales sindicales se han unificado alrededor de la Central Sindical Internacional, el reconocimiento del trabajo digno y del diálogo social como política de Estado es hoy en muchos países de los diferentes continentes letra muerta.
En el caso de Venezuela la situación no es halagadora. El concepto de sindicalismo ha sido trastocado integralmente desde un Poder Ejecutivo que impulsa un proyecto político donde el sindicalismo es una reliquia necesaria para una revolución que desprecia y descalifica las conquistas obreras de décadas, y así desaparecer las raíces de un movimiento sindical que marcó pauta en la democracia y en la condición de vida de la nación entera.
En nuestra historia algunos opinan que los partidos originaron los sindicatos. No comparto esa posición. Hubo una generación del 28, y al mismo tiempo existió otra generación de hombres y mujeres que produjo la gesta histórica de la huelga de 1936, hecho que abriera las puertas de la democracia y el progreso desde los orígenes del siglo XX venezolano.
Desde el actual gobierno chavista se pervierte al sindicalismo y desde la oposición se guarda un silencio cómplice y en múltiples ocasiones hasta ignorante. Desde el Ejecutivo se utilizan demagógicamente políticas de paralelismo sindical, de suspensión de los contratos colectivos, del control obrero, como estrategias para reducir al mínimo o desaparecer toda acción sindical y desde el escenario político se observa como extraño o indiferente la miseria ajena.
Hoy luce que el proyecto político autoritario tiene todo en sus manos para maniatar al mundo sindical, criminaliza la protesta laboral, interviene el patrono PDVSA la autonomía sindical a través de la FUTPV asaltando los sindicatos de base, unificándolos a la fuerza con actas chimbas crean nuevos sindicatos castrados de toda democracia sindical, decapita los contratos colectivos en presencia de los actores y es visto como algo natural. Es doloroso ver a directivas sindicales petroleras entregar en manos patronales, a sindicatos históricos como el STP de Lagunillas, de Maracaibo, o el de Cabimas sólo por la condición de subsistencia.
Por ello este Primero de Mayo no es solo para marchar y cumplir una jornada más, lo debe ser también para la reflexión. Como es tradición la ocasión es propicia para hablar del salario y el poder adquisitivo, de los contratos colectivos, de la persecución y criminalización de la protesta, todo esto es cierto, pero lo mas importante y lo que está en cuestión es la existencia propia del movimiento sindical. A pesar de la subestimación hay reservas para reconstruir y refundar la fuerza laboral que otrora fue reconocida por gobiernos, partidos y empresarios como fundamental a la hora de reconquistar el sistema democrático.
Froilan Barrios Nieves Movimiento Laborista
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