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Por Nelson “iPodpelúo” Ramírez
Con motivo de las aspiraciones de la Revolución Forajida de regulación de la Internet, hemos decidido tomar una decisión heroica. No es la primera vez, que la inminencia de un evento nos obliga a hacerlo.
-Si alguien tiene un impedimento para este matrimonio, que lo diga ahora o que calle para siempre…
  Así lo pauta la liturgia cristiana. Todos lo hemos oído no solo en las bodas sino en las telenovelas. La chica se va a casar con el malvado. Un tipo chorizón, matón, nalgón, gordiflón y verrugón,  por poner el ejemplo más repugnante. Pero antes se someterse a esa tortura china, que en algunos casos puede ser “hasta el 2021” o con carácter de perpetuidad, aparece el galán, cabalgando un caballo blanco o al manubrio de una motocicleta y frustra tal desgracia:
-       ¡Ese hombre ‘tá casao – y se suspende la ceremonia.
No hablar mal de los ausentes, incluidos los difuntos era otra  pauta que adornaba en otro tiempo el gentilicio. En lo personal, me ocurrió muchas veces. Un adversario o tipo de muy mala uva estaba en lo que se consideraba su lecho de muerte y antes de que “La Pelona” se lo llevara, me dedicaba a despotricar del futuro cadáver.
 Lo hice cuando Salvador Dalí –a quien consideraba un mercachifle de la pintura- estaba agonizante. En la larguísima temporada en que el tirano Francisco Franco –a quien desprecié porque mi abuela española me enseñó a hacerlo- estuvo postrado en lo que sería su lecho de muerte.
¿Y por qué me dedique a encontrarles y divulgarles  todos sus defectos a esos individuos, que al final eran seres humanos, cuando sus RIP eran inminentes?
Porque después de muertos, era de pésimo gusto hacerlo.
Lo mismo pasa ahora, con el proyecto de ley de Internet, aunque por razones diferentes. A partir de su promulgación no podremos enviar mensajes de textos, attachmets, gráficas, video pensar y como yo, mando mis colaboraciones a este periódico por la red, quizá me quede atragantado, indigestado por no hablar o escribir lo que tengo en el tintero.
A saber: el llamado “Ministro de los Ojos Verdes” es un súperchorizo con abultadas cuentas en Suiza producto de sus latrocinios en cuanto cargo público ha sido nombrado. Lo mismo otro que llaman “Audi-La Corniche” Rodríguez, de pelador y desamparado convertido ahora en magnate.
Con toda esa boloñota que se ha metido en la venta de barriles de petróleos, ¿quién se atreverá, después, a quejarse de los latrocinios del pisaverde de Pdvsa, enriquecido con los fletes, con la llamada venta de petróleo a futuro, con la hipoteca de nuestras reservas de hidrocarburos a China y finalizamos aquí, porque enumerarlos a todos nos podría consumir tanto tiempo que viene, aprueban la ley y ¡zas! somos los quienes la estrenamos.
La pretendida regulación de la Internet constituye un atentado contra la libertad de expresión. Una escalada del gobierno totalitario y cleptómano, que tras la represión de la palabra y el pensamiento, lo que pretende es saquear la Tesorería, sin que nadie lo perturbe. Pero además, es un atentado contra la salud.
Callar, no decir lo que se piensa, aparte de la democracia, daña el hígado, el páncreas, el corazón y el bolsillo, porque todos esos padecimientos se traducen en gastos médicos.
   Mientras llega lo que vemos llegar, la solución es sencilla. Aprovechar ese vacío legislativo para expresar, vía la red lo que llevamos por dentro.
Por eso lo invitamos, de la manera más cordial: haga su lista correspondiente, búsquese sus corruptos favoritos, divúlguelos ahora,  por correo electrónico. Pa’ luego puede ser muy tarde.
http://enopinion.tripod.com

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