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Por Augusto Figueroa
El columnista de La Nación, Mariano Grondona observa que “hasta ayer podía decirse que Chávez era sólo un autócrata de los tantos que ha padecido nuestra región. Pero, ahora avanza hacia la estatización de los medios de producción y de comunicación a lo cual viene a sumarse de sus principales opositores, varios de los cuales han decidido exiliarse y hasta los extranjeros que llegan para hablar en un foro en su país, como el escritor peruano Mario Vargas Llosa.
Estos nuevos pasos de Chávez lo están poniendo más cerca del totalitarismo que de la autocracia porque en todas las autocracias se concentra todo el poder político, los regímenes totalitarios aspiran no sólo a que sus súbditos obedezcan, sino que “piensen”, además, como ellos”.
Las reacciones ante el curso antidemocrático del gobierno de Chávez no solamente es objeto de condena por parte de periodistas. Los mismos gobiernos rechazan sus execrables métodos e imposiciones que desconocen la “mejor Constitución del mundo”. El gobierno de Chile rechazó las advertencias hechas en el aeropuerto de Maiquetía al ex candidato presidencial Joaquín Lavín para que no “ataque a Chávez y sus instituciones”.
El ministro de Interior, Patricio Resende dijo: “Nos parece una advertencia absolutamente fuera de lugar en el siglo XXI”. El presidente de Perú, Alan García expresaba su sorpresa por las presiones sobre intelectuales que venían a un foro en Caracas parea hablar sobre libertad y democracia. “No creo que nadie se atreva a intentar amordazar a un hombre con tanta prestancia universal (Mario Vargas Llosa) y que además defiende esencialmente la libertad y la democracia”.
Para muchos observadores la pesadilla que vive Venezuela con el gobierno de Chávez va hacia un despeñadero con el “inminente” cierre de Globovisión. Pese a la brutal campaña desatada, todavía es posible evitar que amanezcamos sin el canal de noticias ofreciéndonos su programación habitual, y no con otro eslabón en la cadena de intolerancia.