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Por Augusto Figueroa

Corea del Norte, el pequeño país del extremo oriente con un poco más de 120.000 kilómetros cuadrados, 8 veces más pequeño que Venezuela, y 23 millones de habitantes estremece a un mundo en crisis, con sus explosiones nucleares y las llamaradas de los misiles de mediano y largo alcance.

Los expertos calculan que los cohetes pueden llegar a California y su bomba probada a una profundidad de varios miles de kilómetros tiene la potencia de la lanzada en Hiroshima, que mató a más de 200.000 personas. Los estadígrafos del horror comienzan a especular de los efectos de una explosión similar en la megalópolis de Tokio o de Shanghai.

SUBE LA TEMPERATURA
La temperatura sube en Japón y China, vecinos de los norcoreanos y no solamente por la cercanía del verano y el cambio climático. También en Estados Unidos y, sobre todo, en Corea del Sur, que en los cálculos de los estrategas de la guerra, sería el primer objetivo del régimen de Pyongyang. Se repite el pánico de 1950 cuando estalló la conflagración entre las dos Coreas que duró 3 años, un conflicto que terminó dejando como trofeo dos millones de muertos. Tal vez el conflicto más sangriento de la historia realizado en un escenario con un poco más de 200.000 km2, poblados por unos 30 millones de habitantes para la época. Perdieron todos: los dos países asiáticos y los Estados Unidos y su aliada Gran Bretaña. Volvieron las fronteras trazadas después de la II Guerra Mundial y de la división del mundo en esferas de influencia de las dos grandes potencias: Moscú y Washington. No se firmó tratado de paz entre los aparentes protagonistas coreanos y quedó montado el peligro permanente de un nuevo conflicto. Eran los tiempos de la guerra fría, convenía el estado de guerra permanente.
RUPTURA
En los dos últimos años las negociaciones de paz habían logrado un importante grado de distensión. Corea del Norte se comprometió a desmantelar sus instalaciones nucleares. De hecho había iniciado los trabajos en esta dirección. El equipo negociador reconocido por la comunidad internacional, integrado por Estados Unidos, Rusia, China, Australia, Japón y ambas Coreas, denominado Grupo de los Seis, estaba satisfecho de los logros.
La razón específica e inmediata de por qué se rompió el hielo que había congelado los experimentos nucleares norcoreanos y se reiniciaron con tal ímpetu estos días, no se ha precisado todavía. Pero, aparentemente, la decisión de Estados Unidos y Seúl de realizar operativos navales para detener y revisar barcos (PSI, por sus siglas en inglés) provenientes de Corea del Norte, sospechosos de transportar armas nucleares ha sido el detonador.
Tal decisión indignó a las autoridades norcoreanas que encontró el argumento para reconstruir sus laboratorios y reiniciar sus experimentos para obtener armas de destrucción masiva.
La República Democrática Popular de Corea, nombre oficial de Corea del Norte, se estableció en 1948 con el triunfo de las guerrillas dirigidas por Kim Il Sung, apoyado por los soviéticos. Kim inició la dinastía, que ahora está bajo la dirección de su hijo Kim Jong Il y seguirá con la conducción de su nieto por los siglos de los siglos. Kim I y Kim II establecieron un régimen autoritario y militarista, aislado hasta de sus propios aliados iniciales y de sus vecinos China, con la que mantiene una relación precaria, y Japón, odiado enemigo.
De acuerdo a las informaciones escasas que se filtran de Pyongyang, para 2012 con motivo del centenario del nacimiento de Kim Il Sung, llamado el Amado Líder, el Gran Timonel, Supremo Líder, se habrá construido un respetable arsenal, entre 6 y 12 bombas nucleares, decenas de vectores dotados de cabezas atómicas para fortalecer a su ejército de más de un millón de efectivos. Entonces reclamará su presencia en el selecto Club Atómico que forman Estados Unidos, Rusia, Francia, China, India y Pakistán.
NUEVA GUERRA FRÍA
Sin embargo, los observadores y analistas militares no creen que Corea del Norte pueda poner al mundo en riesgo de destrucción en un infierno de guerra nuclear. Aunque puede causar un enorme daño dadas las grandes concentraciones humanas vecinas de su territorio. Es un pequeño país aislado y atrasado que ha preferido armar un enorme y desproporcionado ejército, que satisfacer las necesidades alimentarias de la población. Sólo el complejo militar industrial ha tenido un desarrollo visible.
En sucesivas hambrunas han muerto millones de personas. La comunidad internacional ha tenido que recurrir a la asistencia humanitaria para proporcionar raciones a los hambrientos norcoreanos. El mismo acuerdo frustrado para desmantelar los laboratorios nucleares fue logrado a cambio, no sólo de condiciones políticas como la eliminación de la RDPC de la lista de países propulsores del terrorismo, sino también, por el suministro de combustible. Difícilmente en semejantes condiciones puede Corea del Norte ir a una guerra nuclear. Pero, utilizará su poderosa arma como instrumento de negociación.
Mientras tanto, no solamente vuelan los halcones en las montañas norcoreanas. En la ONU, la representante de Estados Unidos, Susan Rice (por el discurso parece Condoleeza, la ex secretaria de Estado de Bush) dispara su artillería belicista: “Corea del Norte pagará un alto precio si continúa las pruebas nucleares y misilística”. La mesa está servida para una nueva escalada de la Guerra Fría.

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Semanario LA RAZÓN

www.larazon.net

Caracas. 31.05.2009