Por Leopoldo Puchi                                                                                                                                        

 

                                                                                                                                                                      

Flash Rojo

ESTÁ MUY BIEN que Chávez se ocupe de la política exterior. Que haya una visión estratégica del papel de Venezuela. Después de todo hay una historia y un poderío petrolero que no tiene por qué estar de adorno. Pero el primer escalón de toda política internacional es el respaldo político al interior del país. Sin éste no se puede hacer nada afuera. Y ese respaldo depende de las políticas sociales concretas. Si se descuida la gestión, si pasan los años y no se construyen viviendas, si la inseguridad continúa como está, no hay política, nacional ni internacional, con futuro. El que tenga tienda que la atienda.

UN ASUNTO ES la democratización de las señales de radio y televisión y otra muy distinta es la creación de leyes que conviertan la propaganda política, o la opinión, en un delito. Es cierto que en la actualidad los medios más que informar tienen estrategias para cuadrar a la gente con sus posiciones. Esto es válido tanto para los del gobierno como para los de la oposición. Pero no puede ser considerado un delito, porque el derecho a hacer propaganda es parte de la democracia.

TODO EL APOYO que se le ha dado a Honduras se justifica. Sin embargo, resulta inexplicable el bloqueo comercial impuesto por los países centroamericanos, así como la suspensión de las ayudas por parte del Banco Mundial. Este tipo de boicot lo que hace es perjudicar a los más pobres y tiene poco impacto político. Una cosa es la ruptura diplomática y otra el bloqueo económico. Ahí está el caso de Cuba.

Flash Negro

NO LE QUEDA NADA BIEN a la oposición venezolana la retratadera en Washington. Da la sensación de una admiración desproporcionada, casi de sumisión. Hay que recordar lo que le pasó a María Corina Machado y su foto con Bush. Hasta Milagros Socorro le cayó encima, a cuenta de las rodillas. Ahora es el turno de las reuniones y retratos con Hilary Clinton. Pero, ¿quién cree, a estas alturas, que las decisiones del gobierno dependen del Departamento de Estado?

EL LIDERAZGO DE ANTONIO LEDEZMA salió fortalecido de la huelga de hambre. Lo logró por dos razones que vale destacar. En primer término, porque hizo la huelga a nombre de una causa indiscutiblemente justa, la de defender el voto de quienes lo eligieron, y el sueldo de los trabajadores de la Alcaldía. En segundo lugar porque se propuso una reivindicación mínima, a diferencia de otras acciones de la oposición en el pasado, cuando la demanda era maximalista (“la salida de Chávez”).

EN LA OPOSICIÓN no se puede seguir con el cuento de que los países del continente actúan por la chequera de Chávez. La votación de condena al golpe en Honduras fue unánime en la OEA. ¿Compró Chávez con el petróleo a México, Brasil, Estados Unidos? Y si la oposición hubiese estado en la OEA cómo habría votado ¿Excusando el golpe?

CON ENGAÑOS no se llega a ninguna parte. Las agencias de noticias hicieron creer que en los días previos al golpe hubo una decisión del Tribunal de Justicia de Honduras. Hablaban del “Supremo”, dejando entender que se trataba del tribunal, cuando en realidad era el Consejo Supremo Electoral. No es lo mismo una decisión electoral que una judicial. Truquitos mediáticos.

 

Desde la Sala Situacional

Las dos derechas

Así como en la izquierda existen matices que permiten hablar de “dos izquierdas”, en la derecha también existen diferentes tendencias. Una de ellas es la que se ubica en un extremo, se opone más a los cambios sociales y favorece con más fuerza el mantenimiento del status dependiente de los países latinoamericanos.

Condena tajante

A propósito de lo ocurrido en Honduras, esta derecha ha asumido una actitud muy beligerante en defensa del golpe militar, mientras que otras corrientes de derecha han tomado una actitud de rechazo, como el PAN mexicano y los gobiernos de Francia, Alemania e Italia. Hasta el PP español condenó “de manera tajante” el golpe.

La derecha rancia

En Washington, el republicano Connie Mark, miembro de la  Cámara de Representantes, justificó el derrocamiento de Zelaya por la supuesta violación a la Constitución de Honduras. Por su parte, Dana Rohrabache, también republicano, aseguró que “lo que pasó en Honduras fue una victoria para la democracia”.

La oposición

En el plano internacional sólo las corrientes más de derecha han apoyado el golpe, mientras que “la otra derecha” lo ha cuestionado. Lo curioso de todo esto es que en Venezuela la oposición se ha sumado al discurso de la extrema derecha de Estados Unidos y ha utilizado sus mismos argumentos, a pesar de estar  conformada por partidos ubicados hacia el centro.

Apabullados

¿Qué hace la oposición del lado de la peor de las dos derechas? Lo que está ocurriendo es que, en el seno de la oposición venezolana, el peso de los sectores más conservadores es excesivamente grande, a tal punto que apabullan a los moderados o progresistas. El mundo empresarial, la Iglesia y los medios de comunicación adoptaron como pauta la justificación, abierta o disimulada, del golpe, y de inmediato una avalancha de columnistas y analistas sistematizó las excusas con argumentos como los de “transición forzosa”, “presidente interino”, “decisión judicial”, “destitución constitucional”.

Pingpong suicida

Mientras en el país todo el espacio político esté ocupado por las posiciones extremas, de derecha o de izquierda, se mantendrá una polarización asfixiante. En el campo de la oposición, para cumplir su papel, se necesita un viraje, una ruptura con el mando de la derecha republicana. El pingpong de los extremos es suicida.

 

 

 

 

Socialismo en la Historia

El viraje alemán

En el congreso del partido socialdemócrata alemán celebrado en el condado  de Bad Godesberg, en  noviembre de 1959, se produce uno de los virajes más importantes en la historia del movimiento socialista mundial. El PSD aprueba allí un nuevo programa, en el que se abandona el marxismo, se descarta la socialización de los medios de producción y se adopta un proyecto de reformas realizables en el seno de sistema capitalista.

El significado de este evento radica no sólo en la naturaleza de sus decisiones, sino también en la importancia misma del partido alemán, el principal de la socialdemocracia mundial, por su historia,  por su peso específico en su país, y por haber sido la principal expresión política del marxismo desde su fundación.  Aunque la socialdemocracia alemana se había separado de los comunistas  a raíz de la primera guerra mundial y la revolución rusa, no habían roto con el marxismo y continuaban planteando una transformación anticapitalista, que tenía como meta una economía socialista. Pero a diferencia de los bolcheviques, se proponían alcanzar sus objetivos por medio de métodos electorales y reformas progresivas.

Sin embargo, luego de la segunda guerra mundial, la socialdemocracia alemana sufre una profunda mutación, que culmina en el Congreso de Bad Godesberg. Es un proceso de diez años, desde 1948 hasta 1959, en el que actúa como elemento catalizador una razón pragmática: en un país ocupado por Estados Unidos no se podía hacer parte del sistema  con una propuesta socialista. La gran votación del PSD se escurría progresivamente, y a las bases socialistas se les impedía beneficiarse de la administración pública.

En este contexto emergió una nueva dirigencia, entre ellos Willy Brand y Hebert Wehner, que a lo largo de la década de los cincuenta desplazó a los socialdemócratas tradicionales que pregonaban una especie de “tierra de nadie equidistante del modelo soviético y del occidental”.  Se apoyaron en la frustración de los cuadros del partido, que ya no querían sostener las viejas premisas ideológicas que los mantenía alejados del poder. Con la imagen renovada, nuevos símbolos, nueva doctrina, el PSD adquiere, con el programa de Bad Bodesberg el derecho de ciudadanía en la Alemania de Konrad Adenauer. Es aceptado por el sistema, y al poco tiempo accede al gobierno, cuando Willy Brand es designado canciller (1969). Había quedado atrás el viejo PSD fundado en 1869, de la mano de de Lasalle y Carlos Marx.