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 Por Augusto Figueroa
 
   La cumbre de Bariloche abrió la caja de Pandora de los conflictos suramericanos. En la víspera, el diario argentino “Página 12”, afecto al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, desplegaba en un espacio publicitario un extenso mensaje del presidente venezolano Hugo Chávez dirigido a sus pares suramericanos.
  Tras exponer la larga historia de las luchas por la independencia y los sucesivos avatares del acontecer republicano, menciona numerosos episodios y citas de sus protagonistas con la grandilocuencia retórica de Eduardo Blanco en su “Venezuela Heroica”; por fin aterriza en la denuncia de la presencia militar estadounidense en bases colombianas como un plan estratégico de Washington para apoderarse del petróleo, las aguas y la selva amazónica.
En la óptica del mandatario venezolano se trata de un proyecto de destrucción de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), un acoso permanente a nuestro país, a nuestra revolución bolivariana, a la independencia, una amenaza concreta a la paz y a los derechos de los pueblos de la región.
“Llegó la hora de Suramérica, la hora de Unasur, confiamos en la capacidad política de muestra naciente unión para enfrentar en la actualidad esta amenaza que compromete el porvenir de nuestros pueblos y el porvenir de toda la humanidad”. Dice en los párrafos finales de la descarga retórica que sólo conmueve a los diputados sumisos de la Asamblea Nacional, a los ministros de su gabinete y a los generales de su Estado Mayor. Pero, que ya es obsoleto para la mayoría de sus pares de la región. Incluidos sus propios aliados, como el gobierno de Rafael Correa, presidente de turno de la comunidad suramericana que anunció que no pretendían “sentar a ningún presidente en el banquillo de los acusados”.

PERÚ DESTAPA CONFLICTO CON CHILE
El jefe del palacio de Pizarro, Alan García Pérez, hasta ahora ausente consuetudinario de estos eventos regionales, anunciaba que en Bariloche preguntaría “qué y por qué” negocian Chile y Bolivia  “¿Hay algo vergonzoso en negociación? Yo, no creo. Lo importante es que sepamos de qué se trata, porque siempre hay antiguos intereses del Perú en juego”.
Mientras, el canciller chileno, Mariano Fernández respondió: “Rechazamos de manera categórica la intromisión de un tercer país (Perú) en las relaciones bilaterales de Chile. Esto no es un tema de ningún organismo multilateral y menos para hacer una inquisición de parte de terceros países frente a Chile”.
El diferendo en las relaciones de los tres países andinos tiene vieja data. En la guerra del Pacífico en 1879 entre estos, Bolivia perdió sus costas marinas. Una negociación está en marcha, pero Lima argumenta  que un tratado firmado en 1929, Perú cedió territorio a Chile. El documento establece que todo acuerdo sobre tierras que antes fueron peruanas, como Arica e Iquique deben serles consultado, indica un informe de la BBC.
“Cualquier solución soberana para Arica (ciudad fronteriza chilena) tiene que ser de común acuerdo entre Perú y Chile. Y, el Perú no ha sido consultado en ningún momento sobre el tema”, aseguró el ministro de relaciones exteriores José García Belaúnde. Desde Santiago y La Paz alegan que las negociaciones responden a “un trabajo bilateral constructivo y, por lo tanto, nadie debe entrometerse”.
Las relaciones peruanas con sus vecinos bolivianos y chilenos han tenido dificultades desde que Alan García demandó a Chile ante la Corte Internacional de La Haya, reclamando la soberanía de Perú en 35.000 kilómetros cuadrados de de costas marinas.

AGENDA DE MIL CABEZAS
El acuerdo entre Colombia y Estados Unidos por diez años, cerrado pero aún sin la firma, es el motivo fundamental de la cita. Pero cada país quiere agregar los agravios que juzgue necesario, de acuerdo a los intereses políticos inmediatos de sus mandatarios. En tal situación la cumbre puede diluirse en un conflicto estéril.
La presencia militar de Estados Unidos en la región es un hecho real y objetivo. En la base naval de Guantánamo, Cuba, se calculan unos 1.900 marines. En las Antillas Holandesas 250, El Salvador 150, Honduras 600 en la base de Palmerola, Ecuador 250 que saldrán de Manta en este mes de septiembre por haberse vencido y no renovado el acuerdo que permitía su presencia.
Sin embargo, la cumbre suramericana extraordinaria de Bariloche, convocada para tratar la presencia militar de Estados Unidos en bases colombianas devino en un monstruo de mil cabezas. Álvaro Uribe propuso que la agenda se ampliara a otros problemas que afectan la región: compra de armamentos (involucra a varios países, entre ellos Brasil, Chile, Bolivia, además de Venezuela), acuerdos con potencias ajenas al continente (oferta de base naval de Venezuela a Rusia), narcotráfico (incluye a productores de drogas como Colombia, Perú y Bolivia), países de tránsito de narcóticos (Venezuela con130 toneladas de cocaína por año), traficantes de armas (supuestamente suministros de Venezuela a las guerrillas de las FARC).
A los mencionados asuntos se agregan la ruptura de relaciones entre Ecuador y Colombia, el anuncio de Chávez de preparar rompimiento con Colombia. Las inquietudes de Paraguay por la compra de armas de Bolivia a Rusia. América Latina gastó en 2008 más de 51.000 millones de dólares, de los cuales correspondieron a Suramérica más de 34.000 millones, de éstos 23.000 millones compró Brasil.
El mencionado rechazo de Chile a la “intromisión de Perú” en la negociación bilateral con Bolivia para un posible acuerdo de salida al mar para la nación del Altiplano. Los conflictos latentes entre Argentina y Uruguay por la instalación de una papelera multinacional en el río del mismo nombre que separa a las dos naciones.
Con semejante menú, no creo que nuestro vecino de página pueda preparar un plato digerible.

DURA PRUEBA PARA UNASUR
No se corre ningún riesgo al afirmar que este evento ha puesto a prueba la unidad de la integración suramericana. Problemas de tanta complejidad planteados o mantenidos en reserva hasta ocasión más propicia por los presidentes y sus asesores, no serán resueltos en Bariloche.
     Colombia seguirá adelante con su acuerdo de “cooperación militar” con Estados Unidos. Brasil, Venezuela y Chile seguirán siendo clientes de los grandes complejos de la industria de guerra de Estados Unidos, Rusia, Francia y China, entre otros. Enormes recursos que seguirán sustrayéndose de los presupuestos de educación, salud, desarrollo social y económico, son convertidos en armamentos para satisfacción del militarismo, que sigue presente de manera concluyente en nuestros países.
      Para el anecdotario de la política exterior de Suramérica quedarán los enardecidos discursos de Chávez y Uribe, que confirman sus propuestas continuistas y autoritarias. De extrema gravedad en el caso de Venezuela donde avanza el plan militarista y autoritario, que mediante unas leyes perversas destruye las instituciones y la Constitución, mientras camina directamente hacia el establecimiento de un régimen dictatorial, mal llamado socialismo del siglo XXI.