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Por Santiago Alcalá 
Hay un solo negocio rentable en Venezuela, y es el de la compraventa de bancos, casas de bolsa y aseguradoras. O sea, que si usted heredó uno de ellos, o lo compró individualmente o en sociedad, si está quebrado, dando ganancias o invernando, pues no se preocupe que de repente y de donde menos se piensa, va a salir un comprador que lo va adquirir por 100, 500 o hasta el 1000 por ciento de su valor.
Así, por lo menos, se compró en los últimos meses el grupo Bolívar-Banpro y Confederado, Banorte, Stanford Bank, Central, Canarias, Activa, Seguros La Previsora, Los Andes, y todo un conjunto de activos que representan capitales por los 5 billones de bolívares.
La gran pregunta es: ¿Por qué esta fiebre por adquirir empresas financieras y estar dispuestos a dar lo que sea, con tal de amanecer un día como sus dueños o socios mayoritarios?
Pues, sencillamente, porque en el caso de los bancos son las estaciones donde van a parar los depósitos del Estado; en el de las casas de bolsas, donde se realizan las operaciones con el dólar permuta, emisiones de deuda, bonos y notas estructuradas; y en el de las aseguradoras, donde debe concurrir el gobierno para contratar las pólizas de HCM para sus tres millones y medio de empleados.
O sea, que son las empresas del dinero fácil, aquellas en que no importa por cuánto se compren, o se gaste en su mantenimiento, siempre van a producir ganancias que convertirán a sus dueños en ricos de la noche a la mañana y de por vida.
Por eso, son las empresas preferidas de la boliburguesía, de la nueva camada de los amos del Valle, que son capaces de hacerle a Chávez y su revolución los favores que les pidan, con tal de ser ampliamente favorecidos con una emisión de bonos de la deuda, bonos argentinos o notas estructuradas.
La pecera donde nadan, en fin, los Moris Beracha, Armando “Pelón” Capriles, Danilo Díaz Granados, Perucho Torres Ciliberto, Ricardo Fernández Berruecos, Tobías Nóbrega, Tobías Carrero, Rafael Sarría, y tantos otros que han conocido la abundancia con la “robolución” y a quienes sólo les cuadra Manhattan, París, Londres, Tokio y los grandes sitios del placer y el lujo de cachet internacional.
Los mismos por donde se extraviaron una vez Franklin Durán, Kauffman, Antonini y Maiónica, pero no para arruinar el modelo, sino para alimentarlo, fortalecerlo y hacerlo más adecuado a sus fines.
Lo cierto es que siguen apareciendo nuevos y más boliburgueses, y nuevos y más bancos, casas de bolsa, y aseguradoras que comprar y vender.
Digamos que son las noticias del día, aquellas de las cuales penden las agencias internacionales de noticias, y los reporteros nacionales, y de los que se sientan en cafés y restaurantes, o van a fiestas, brindis, velorios y bodas, como si no hubiera otro tema que comentar.
Y tienen razón, porque de la venta tal o compra cual, de si se compró este y no aquel, de si fue por 300 y no 200 millones de dólares depende quizá el empleo o despido futuro y que se esté en las grandes jugadas que vienen.
De modo que desilusión para Chávez y sus seguidores, si piensan que le quitan el sueño con sus invasiones y expropiaciones a estos “traders” que no son ininvadibles ni inexpropiables, porque como dijo una vez Alí Rodríguez, “de ellos depende la salud del sistema”.

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Semanario LA RAZÓN

www.larazon.net

Caracas, 11.10.2009

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