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Por Luis Fuenmayor Toro

No quisiera estar alarmado por las cosas que sé están ocurriendo en el país y mucho menos ser alarmista difundiéndolas a la población. Cuando traigo quejas, informaciones y denuncias en mis artículos es porque las he comprobado y no he logrado la debida atención para lo planteado o, en la mayoría de los casos, la información enviada al Presidente no ha rendido ningún fruto, sin saberse si fue recibida y si se enteró de lo planteado, mucho menos si hubo correctivos al respecto. Lamentablemente, para una cantidad de venezolanos, cualquier cosa que se critique es falsa, ha sido generada por la CIA y es difundida por traidores mentirosos, escuálidos al servicio del imperio, gente molesta por no estar ocupando cargos oficiales o cualquier otra estupidez producto de mentes obnubiladas o de quinta columnas muy bien disimulados en las filas gubernamentales.

Unos por pendejos, los primeros, y los otros por perversos le hacen un flaco servicio al proceso revolucionario, que se deteriora ante las masas sin que nadie asuma los correctivos necesarios. A menudo, el propio gobierno termina efectuando los mismos señalamientos, pero en forma tardía, lo que nos reivindica en relación a la veracidad de nuestras denuncias, pero no sirve para evitar el perjuicio cometido, ni sus consecuencias, que se desbordan alcanzando todo el tejido social, principalmente a la población más necesitada, para goce de la oposición que saca el mayor provecho posible a la ineficacia, negligencia y corrupción gubernamentales. Un claro ejemplo es el gravísimo deterioro del sector salud, a pesar de los miles de millones de dólares gastados.

El deterioro de Barrio Adentro I lo inició el propio Presidente en 2005, cuando decidió sacar más de cuatro mil médicos cubanos de la misión para enviarlos a prestar servicios a Bolivia. Llama la atención que Chávez no recuerde su decisión y se pregunte delante del país qué cosa había pasado. Ya desde antes, Barrio Adentro I se había resentido con las vacaciones de los médicos cubanos, sin el regreso posterior de los mismos y sin su substitución. Además, los consultorios populares trabajaron sin articulación con el resto del sistema de salud e incluso con Barrio Adentro II. La falta de una verdadera historia clínica y del sistema de referencia y contrarreferencia, la dispensación de medicamentos no registrados en el país, la paralización de la construcción y dotación de los módulos y la rebaja de sueldos de Bs. un mil 800 a los profesionales, son elementos que explican la fuga de médicos y la paralización de la atención de salud.

El año pasado, el presupuesto de la Misión Barrio Adentro se redujo en más de un 60 por ciento, lo que llevó a reducir las consultas, restringir el horario de atención, cerrar numerosos módulos y al deterioro de equipos y edificaciones por falta de uso y cuidado. En enero de ese año, el doctor Fernando Bianco, Presidente del Colegio de Médicos de Caracas y miembro del Frente de Médicos bolivarianos, admitió que Barrio Adentro se había venido abajo, por lo que sus objetivos no se estaban cumpliendo. El Presidente, sin embargo, le dijo al país, en ese mismo momento, que estaban funcionando plenamente los 6.531 consultorios, cuando era más que evidente la existencia de las fallas señaladas. Se le mintió al país y peor todavía a su población pobre.

A todo esto se agrega: hospitales destruidos y sin médicos, corrupción en la ejecución de remodelaciones y reparaciones, ausencia de especialistas, reducción en un 50 por ciento de la incorporación de residentes a los postgrados y ocupación de 95 a 98 por ciento de las clínicas privadas, próximas a colapsar por el sobre cargo de trabajo. Se añade la censura de los boletines epidemiológicos decidida por Mantilla, publicación que se hacía desde 1938, lo que obliga a caminar a ciegas en materia de salud pública, en un momento de reaparición de endemias y epidemias anteriormente controladas. La solución no es empecinarse en traer más médicos cubanos, sino asumir la propuesta que la Comisión de Enlace le presentó al Presidente a finales de enero de 1999, la cual debe estar en el fondo de algún escritorio del Ministerio de Salud.   

La salida del ministro Mantilla fue acompañada de la salida del embajador de Cuba en Venezuela, quien tenía años de desempeño en ese cargo. ¿Qué motivó la sincronización de ambas salidas, medidas tomadas al parecer a instancias del gobierno cubano? Salir de la negligencia e ignorancia de Mantilla no se resuelve con la colocación de su segundo: Rotondaro, también militar y posiblemente con las mismas limitaciones de su predecesor. ¿Por qué el Presidente no oyó las múltiples denuncias ocurridas desde 2006, si muchas de ellas fueron efectuadas por gente del sector oficial? El Presidente tiene una responsabilidad fundamental en lo sucedido, pues la puesta en funcionamiento de un sistema de salud paralelo, dirigido y supervisado por el gobierno cubano, fue una decisión suya, que se ha negado a revisar a pesar de que varios de sus ministros se lo han solicitado. Debe el Presidente en forma urgente devolver la rectoría en materia de salud al ministerio correspondiente, el cual debe ser puesto bajo la conducción de venezolanos capaces formados en el área sanitario asistencial. 

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