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Por Mario Villegas

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Hola, ¿Cómo le va? Le sorprenderá que le escriba un extraño. Más abajito sabrá por qué. Pero despreocúpese: no voy a importunarla, a ofenderla o a irrespetarla. No sé siquiera si usted vive o si descansa en paz. Créame que ni en uno u otro caso me atrevería a faltarle los respetos, pues usted nada me ha hecho, ni mucho menos yo podría responsabilizarla por cualquier acto de su descendencia. Más allá de darles la vida, de protegerlos y educarlos, inculcarles valores y legarles su ejemplo, los padres no pueden responder por los adultos a quienes procrearon.

No sabe usted, por ejemplo, cuántas estupideces se tejen acerca de un presunto descontento post mortem de mi padre, de quien dicen se estaría revolcando en la tumba por las opiniones que sostengo contra el desaforado culto al presidente Hugo Chávez y su gobierno. Tonto argumento, pues muchos de quienes eso han dicho no conocieron verdaderamente al militante rebelde que fue mi papá (de quien no sólo fui hijo sino también su camarada, su amigo y compañero de luchas) ni entienden el derecho de cada quien a tomar sus propias decisiones y posiciones.

Pero vamos al grano. Por estos días a usted debe estarle sonando los oídos. Seguro algunos de mis colegas han venido pensando en usted, desde que su hijo, ese que se hace llamar "Dr. Lupa", acusó a través del Canal 8 a los periodistas venezolanos de tener su "Colegio Nacional de Palangristas". Como no he visto a nadie salir a enfrentar semejante acusación y por aquello de que el que calla otorga, me veo movido a levantar la voz contra tan grave, indiscriminada e irresponsable imputación.

En el argot profesional, palangrista es aquel periodista que pone de lado su compromiso ético con la verdad y recibe indebidamente dinero o prebendas de una determinada fuente a cambio de publicar o dejar de publicar informaciones que beneficien o afecten a ésta. Es la mayor degradación en el oficio. Decirle palangrista a un comunicador es la peor ofensa que pueda hacérsele. Es como decirle prostituta a una monja, traidor a la patria a un oficial militar, tarifado a un juez de la república, vendido a un árbitro deportivo, violador a un tutor infantil, represor a un defensor de derechos humanos o criminal de guerra a un militante de la paz.

Su hijo incurre en una alegre generalización, en la que embarra como palangristas a todos cuantos somos miembros del CNP, que por ley de la República somos todos los periodistas, no sólo los que trabajan en medios privados sino también en el mismísimo Canal 8 y demás medios del estado. Su hijo, estimada señora, ofende la historia y la vida de este gremio, a sus fundadores, dirigentes y militantes de todas las épocas, incluso a los que cada año egresan de las universidades. Muchos periodistas que apoyan al presidente Chávez fueron hasta hace pocos meses importantes dirigentes de ese "Colegio Nacional de Palangristas" del que su hijo habla. ¿Qué dicen ante semejante acusación?

Que haya palangristas en el gremio, no lo pongo en duda. Pero no es con generalizaciones, siempre injustas y encubridoras, como vamos a exterminarlos. Allí están los órganos disciplinarios para procesar y castigar a los infractores del Código de Ética. ¿Cuántos palangristas fueron sancionados en las seccionales dirigidas por colegas chavistas?

Tal vez con su alegre acusación, el tal "Dr. Lupa" haya acumulado méritos para que cualquiera de mis colegas se vea tentado a imitar la respuesta de Alberto Federico Ravell cuando lo tildaron de palangrista. Seguramente su hijo lo merezca, pero la verdad es que usted no. Reciba, al contrario, mis más sinceras consideraciones.