Quien le haya hecho seguimiento al proceso electoral que se desarrolla en Colombia, a los discusiones que han tenido lugar y a los hechos que se han ido revelando, puede caer en cuenta, con rapidez, del grave error en que incurrió la oposición venezolana al respaldar de modo incondicional la gestión de Álvaro Uribe y convertir su figura en un modelo del político deseado

¿Respetará el gobierno la reintegración de la oposición a la vida parlamentaria? ¿Aceptará la oposición los resultados que anuncie el CNE el 26 de septiembre? De las respuestas a estas interrogantes depende el futuro.

Un triunfo de Antanas Mockus representaría sólo un alivio ante las dificultades del sistema político, ya que aportaría poco en la reconstitución de un moderno sistema de partidos en Colombia.

La contienda política tiende a aplanar y simplificar el pensamiento, las propuestas y los programas de las diferentes organizaciones que en ella participan, y es un rasgo de la propaganda el abreviar los planteamientos, convertirlos en píldoras en las que resaltan sólo unos aspectos de una proposición o de un análisis, en detrimento de la complejidad de los problemas de la vida real y de las respuestas que deben dársele a éstos.

El Frente Institucional Militar celebró hace unas semanas su décimo aniversario. Con este motivo se celebró un foro sobre la situación política de nuestro país, en el que uno de los invitados, el general retirado Fernando Ochoa Antich, realizó una importante intervención sobre las circunstancias por las que atraviesa la sociedad venezolana y las perspectivas que están abiertas. En su análisis sobre la situación militar llega a la conclusión de que no se produciría en los próximos meses un golpe de Estado porque existe una válvula de escape que lo impide: las elecciones del próximo 26 de septiembre.

La detención de Oswaldo Álvarez Paz coloca de nuevo sobre el tapete la discusión sobre la libertad de opinión y de expresión. El sentimiento venezolano, heredero del Siglo de las Luces, se inclina hacia una libertad de expresión amplia y sin restricciones. La gente valora mucho a quién habla sin cortapisas, aunque cometa excesos y hasta trasgreda la ley. Es una tendencia cultural muy fuerte que contrasta con la práctica de quienes han detentado el poder a lo largo de nuestra historia.

En la arena política venezolana de la actual coyuntura resuenan de nuevo estas dos palabras - unidad, diversidad- a veces complementarias, otras antagónicas, dependiendo de los planes de quienes tienen poder para darle un determinado significado. Cuando la diversidad pierde el partido, es el momento de las fracturas. Ese es el fenómeno que estamos presenciando tanto del lado del gobierno como de la oposición, cada uno a su manera.

El mundo evoluciona, se globaliza. Pero las instituciones que organizan las Relaciones Internacionales están en rezago, no se corresponden con la realidad actual, pues fueron concebidas para las condiciones de la Guerra Fría, al finalizar la segunda conflagración mundial, en 1945.

Hay sectores de oposición que se miran en el espejo y exclaman: ¡Qué buena cara! ¡Qué buen cuerpo! Todo es perfecto. Por lo tanto no hay que pensar en cambios, enderezar entuertos ni hacer rectificaciones. La ineficiencia de la gestión gubernamental sería suficiente para validar a la oposición como una alternativa de poder. Sin embargo, los hechos demuestran que, para alcanzar una mayoría electoral, la oposición sí debe redimensionarse, repensar su accionar y el modelo de sociedad que propone.

DE ACUERDO A LA ENCUESTADORA IVAD, los partidos de oposición tienen los siguientes números: AD 5.4%, PJ 4.8%, UNT 6.1%, Copei 2.9%, PV 1.1%, Podemos 0.6%, MAS 0.1%. De un promedio de 45% que ha venido sacando la oposición en las diferentes elecciones, un 25% no está representado en los partidos. Si se hace una proyección de estos datos sobre el total de los diputados a elegir (165) la distribución nacional sería así: AD 9 diputados, UNT 11 diputados, PJ 8, Copei 5, PV 2, ABP 1, Podemos 1. Por encima de estos 36 diputados, la cuota tendría que ser para partidos aliados, organizaciones regionales, independientes y sociedad civil./ LEOPOLDO PUCHI

Las elecciones parlamentarias son un momento oportuno para que la oposición haga conocer sus planteamientos programáticos en las diferentes áreas de las políticas públicas, de manera tal que muestren superioridad en relación a la oferta gubernamental y resulten atractivos para la mayoría de los venezolanos. Una de esas áreas es la política exterior del Estado venezolano, donde hasta ahora ha habido mucha inhibición, por parte de los partidos, a la hora de formular lineamientos claros, y se ha dejado el asunto en manos internacionalistas y “especialistas”.

Para analizar las encuestas y sacarles provecho hay que darles varias veces la vuelta, leerlas sin triunfalismo y respetar lo que dicen. Para hacer propaganda con las encuestas el procedimiento es distinto, se utilizan los números que convienen, que siempre hay buenos números, y el resto se deja de lado. Y para auto engañarse la fórmula es sencilla: tomar los datos de una sola manera sin ver el reverso.

Oposición y gobierno realizaron marchas multitudinarias. Nada extraño, porque entre ambos factores congregan aproximadamente el 50% de las simpatías políticas de los venezolanos. Pero otra porción muy grande del país, la otra mitad, no se sintió convocada ni representada por las manifestaciones que se celebraron el 23 de enero... ese vasto sector de venezolanos tiene sus propias fronteras y definiciones, lo anima un sentimiento particular y busca, a tientas, una expresión política distinta a los dos polos hoy dominantes, un tercer proyecto de nación, una síntesis beligerante, un modelo superior de país.

Como es ya costumbre, 2010 también se inicia con horóscopo en mano y sus respectivas predicciones. El año pasado las bolas de cristal revelaban “que el gobierno no llegaría a junio” como consecuencia del crash de la economía mundial y la caída de los precios del petróleo. Pero los pronósticos, en política, pocas veces se cumplen. Los oráculos y analistas anuncian eventos al inicio de cada año, pero luego la vida real toma un cauce distinto. Muchas veces los vaticinios son más una carta de deseos que una proyección razonable de diferentes variables.

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