Por Augusto Figueroa
Las Damas de Blanco no cesan en sus marchas y protestas en toda esta semana en Cuba. Demandando la libertad de los presos políticos. No plantean que Fidel y Raúl Castro salgan del poder. Solamente quieren libertad para sus hijos, sus padres o sus maridos. Su valiente lucha les ha atraído el apoyo y la simpatía universal. Solamente, los gobiernos de América Latina permanecen en silencio ante la muerte de Orlando Zapata Tamayo, un obrero, negro como millones de sus compatriotas que sacrificó su vida en una huelga de hambre, en la que ni siquiera pedía la libertad sino el reconocimiento de su estatus de preso político. El gobierno insiste en todas sus declaraciones en calificarlo de delincuente. Así han procedido algunos mandatarios suramericanos como Evo Morales y Rafael Correa.
Han pasado 51 años de la revolución. El régimen encabezado por los mismos líderes, Fidel y Raúl Castro, no han encontrado la fórmula que les permita el respeto a los derechos humanos ni entender que con la represión y las cárceles provocarán el rechazo de un proceso que gozó de una gran popularidad en sus años iniciales y que constituyó una esperanza de haber encontrado un sistema político democrático y justo. Toda esperanza se esfumó en el tiempo y solamente ha quedado la horrenda imagen de una dictadura atroz, que sobrevive gracias a la represión política y la asistencia económica que le brinda el gobierno de Chávez.
Lamentable que líderes de la región como el presidente de Brasil Lula da Silva no hayan expresado a sus amigos Castro el rechazo a que se exponen con medidas represivas que llegan hasta provocar la muerte de sus adversarios. Más aún, han manifestado una posición propia de los gorilas de hace 40 años en el Cono Sur comparando las luchas de la disidentes con la delincuencia común.
PRIMAVERA NEGRA
La BBC entrevistó en La Habana a la líder del grupo de Damas de Blanco que manifestó estos días, Laura Pollán quien declaró que estos días están “enfrascadas en recordar la primavera negra de 2003, cuando 75 personas (periodistas, escritores y trabajadores) fueron condenados injustamente por hacer periodismo independiente, bibliotecas y oposición. Son siete de actividades demandando la libertad de los presos”.
Entre estos 75 estaban Orlando Zapata y Guillermo Fariñas, que continuó la huelga de hambre tras la muerte del primero. Fariñas es psicólogo y periodista, ha sido trasladado a su casa y a hospitales para reanimarlo. Pero su decisión es llegar al final aún a riesgo de su vida, reclamando la libertad de 26 presos políticos de aquel grupo de 75 que fue condenado a penas entre 20 y 35 años de cárcel. Muchos han logrado su liberación gracias a la solidaridad internacional.
El gobierno cubano niega la existencia de presos políticos en Cuba y califica a los disidentes de “delincuentes” y “mercenarios” al servicio de Estados Unidos.
Las Damas de Blanco se pronuncian contra las huelgas de hambre. Pollán expresó en sus declaraciones: “No apoyamos ni estamos de acuerdo con las huelgas de hambre ni de Fariñas ni de nadie. Dios da la vida y el es el único autorizado para quitarla. Fuimos a la casa de Fariñas para que depusiera la actitud pero no lo acepta. Lo respetamos pero no lo apoyamos”. En el mismo tenor se pronunció la madre de Zapata Tamayo: “Después de haber sufrido este gran dolor de perder a mi hijo, yo le dije a Fariñas que yo no aceptaba una huelga de hambre. Le aconsejé luchar pacíficamente contra el régimen pero que lo queríamos ver vivos a ellos y a los demás”.
El gobierno de los Castro asomó hace algunos meses la propuesta de intercambiar al grupo de los 75 por Los Cinco cubanos presos en Estados Unidos, acusado de espionaje. Al respecto Follán opina: “Nuestros presos prefieren cumplir hasta el último día en prisión antes que ser cambiados por los cinco. Porque ellos no son espías”.
Más de cien escritores, artistas, personalidades políticas, han firmado un llamamiento para que cese la represión en la isla. La Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) afirmó en un documento que “en la historia de la Revolución jamás se ha torturado un prisionero. No ha habido un solo desaparecido. No ha habido una sola ejecución extrajudicial. Hemos fundado una democracia propia, imperfecta, sí, pero más participativa y legítima que la que nos pretenden imponer”.
Los mismos argumentos repetitivos de este tipo de organizaciones burocráticas que justifican todos los desafueros que cometen estos regimenes autoritarios. En Cuba hay más de 200 presos políticos y millones de exilados. La disidencia aún dentro de las filas oficiales es castigada severamente. Ya no pueden utilizar el paredón. Como ocurrió con el general Ochoa, héroe de las luchas de liberación en África en los primeros años de la revolución, que fue fusilado por los mismos que le habían rendido honores y otorgado condecoraciones.
Los tiempos cambian y exigen trato humanitario, respeto a la dignidad y a los derechos humanos. Los pueblos tienen derecho a vivir en libertad y democracia. Sólo un grupo de países pequeño es víctima de tanta represión como ocurre en Cuba. Aunque el peligro de retrocesos siempre está presente. Si es verdad, que las dictaduras militares atroces de hace 50 años han desaparecido en la región. Un nuevo régimen perverso, militarista y autoritario se insinúa como una amenaza presente en algunos de estos países.
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