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Por Mario de Queiroz

LISBOA, feb (IPS) - Dos vuelos diarios entre Portugal y Angola ya no dan abasto para transportar a miles de pasajeros portugueses que cotidianamente procuran la ruta hacia una vida mejor.

Pese a sus problemas de pobreza, debilidad institucional y corrupción, la ex colonia africana se ha convertido en una suerte de tierra prometida para miles de portugueses que buscan nuevas oportunidades de trabajo para capear el temporal provocado por la depresión económica y financiera internacional.

El dominio portugués cerró su ciclo de cinco siglos en 1975, y pasadas poco más de tres décadas, los antiguos colonialistas se transformaron en emigrantes en busca de trabajos, inclusive modestos, ante la imposibilidad de supervivencia en su propio país, azotado por la recesión y un creciente desempleo.

El año pasado, la economía angoleña continuó su ritmo de crecimiento acelerado. En 2008 el producto interno bruto creció 15,6 por ciento y este año, a pesar de la crisis, el Fondo Monetario Internacional predice una expansión de 13,3 por ciento.

En su discurso de fin de año, el 29 de diciembre, el presidente José Eduardo dos Santos anunció que la caída de los precios del barril de petróleo y de los diamantes en los mercados internacionales obligarían a Angola a reajustar el Presupuesto General del Estado y el Plan Nacional para 2009.

Sin embargo, Dos Santos garantizó que esa situación no afectaría el proceso de reconstrucción nacional en curso. "Los ajustes no van a modificar la estrategia ni los objetivos establecidos en los dominios económico y social", dijo.

Aunque sin proponérselo específicamente, "en la oportunidad, el presidente de Angola tranquilizó también a los portugueses, que tienen cifradas esperanzas en ver solucionados sus problemas vitales emigrando a África", comentó a IPS el empresario luso-angoleño Manuel Calçada.

En un pasaje de su discurso, Dos Santos dijo que "a pesar de las consecuencias que Angola pueda sufrir por causa de la crisis económica mundial, pretendemos mantener nuestro modelo de desarrollo sustentable y la tendencia al fuerte crecimiento económico, con generación de empleos", recordó el empresario.

Cada mes, aparecen 150 ofertas de empleo en Angola, para las cuales "en promedio, recibimos unas 450 candidaturas" de portugueses, dijo Rui da Encarnação, responsable del portal de Internet Netempregos (Red de Empleos), al diario Jornal de Noticias de Oporto.

En cambio en Portugal, que entró en crecimiento negativo en el último trimestre de 2008, las ofertas de trabajo son cada vez más escasas, según las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) divulgadas a inicios de esta semana, que confirman el pesimismo de los portugueses.

El desempleo aumentó una décima en el cuarto trimestre del año pasado, situándose en 7,8 por ciento, un valor muy alto para este país, pues entre 1985 y 2005 se mantuvo entre 2,5 y 4,5 por ciento de la población económicamente activa.

Con 10,2 millones de habitantes, y ocho millones económicamente activos, Portugal cuenta hoy con 437.600 desempleados, según el INE, pero en verdad las personas sin trabajo suman más de medio millón, de acuerdo a los sindicatos, ya que no son considerados desempleados quienes efectúan trabajos precarios esporádicos.

En este cuadro en 2008 y lo que va de 2009, más de 80.000 portugueses han emigrado a Angola que --además de tener una de las tasas de crecimiento más altas del mundo-- superó hace poco a Nigeria como el principal productor de petróleo del África subsahariana.

"El flujo de personas que desean instalarse en Angola también se debe a que es necesario enfrentar los innumerables desafíos de la reconstrucción nacional, de un país destruido por casi 40 años de guerra", subrayó Calçada.

La guerra angoleña de liberación contra el ejército portugués (1961-1974), fue sucedida desde 1975 por el enfrentamiento entre el gobierno del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) y la Unión Nacional para la Liberación Total de Angola (Unita).

Las armas callaron el 22 de febrero de 2002, día de la muerte en combate del líder de la Unita, Jonas Savimbi. Pero el resultado fue un país casi totalmente destruido, con varias aldeas y pueblos reducidos a escombros.

Según el Programa Mundial de Alimentos, 40 por ciento de la población angoleña es pobre y 28 por ciento es indigente. Entre los niños en edad escolar, 50 por ciento no asisten a clases.

La reconstrucción "necesita de trabajadores calificados y exige grandes inversiones en diversos sectores, muy especialmente en la construcción civil, ferrovías, aeropuertos, represas, infraestructuras agrícolas, industriales e instalaciones para explotación de petróleo", añadió Calçada. La gran mayoría de los que emigran a Angola son trabajadores, pero también muchos empresarios, seducidos por el vertiginoso crecimiento del país africano y por el significativo aumento de las relaciones económicas entre las dos naciones.

Según cifras de Lisboa citadas por Calçada, que nació hace 48 años en la entonces Provincia do Ultramar africana, en los 10 primeros meses de 2008, las exportaciones portuguesas a Angola crecieron 30 por ciento.

Bancos de los dos países ofrecen créditos destinados a internacionalizar las empresas, "pero mucho cuidado a los que piensan que con eso está todo resuelto en un país como Angola, que cuenta con un mercado exigente, donde es necesario desarrollar un trabajo de muy buena calidad", concluyó Calçada.

Un reportaje del matutino Público de Lisboa relata el caso del empresario portugués Carlos Barbot, presidente de la empresa de pinturas y barnices que lleva su nombre.

Barbot inauguró una fábrica en Luanda en abril del año pasado y comenzó a producir en septiembre. En sólo cuatro meses facturó 1,2 millones de dólares, un monto que esperaba alcanzar en el plazo de un año.

El empresario estima que al finalizar este año habrá facturado unos 5,8 millones de dólares "ante la buena respuesta del mercado angoleño" a su inversión en la fábrica, cifrada en 2,4 millones de dólares.

Barbot criticó a los portugueses que no vislumbran el mercado angoleño a largo plazo.

Algunos se instalan en Angola "solo para aprovechar el boom y cuando las cosas corren mal, salen de allí rápidamente, acabando por perjudicar a los que quieren hacer negocio", concluyó.