Por Jim Lobe
WASHINGTON, 26 may (IPS) - La prueba subterránea de una bomba nuclear por parte de Corea del Norte llevó a Estados Unidos a promover en el Consejo de Seguridad de la ONU nuevas sanciones contra ese país. Washington tampoco descarta medidas unilaterales.
La detonación del domingo fue ligeramente más fuerte que la realizada por el propio régimen norcoreano en 2006, según la no gubernamental Organización para el Tratado de Prohibición Total de Armas Nucleares, radicada en Viena.
Analistas en Washington previeron que la operación puso en dificultades a China, que, a pesar de defender a Corea del Norte en la arena internacional, condenó la prueba.
En teoría, Beijing tiene una enorme influencia sobre Pyongyang, pues le facilita gran cantidad de alimentos y combustible.
China teme que retirar esa asistencia precipite el colapso del régimen comunista de Kim Jong Il y cause una crisis de refugiados en su territorio y en Corea del Sur, así como una intervención estadounidense.
El Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) condenó unánimemente la prueba nuclear en su sesión de emergencia del lunes. También anunció que comenzará a elaborar una nueva resolución en respuesta a la "clara violación" del derecho internacional por parte de Corea del Norte.
"La gran duda es si las sanciones le 'dolerán' realmente, y eso dependerá de China, que afronta decisiones muy difíciles", dijo Alan Romberg, experto de asuntos asiáticos y ex funcionario del Departamento de Estado (cancillería) estadounidense, hoy con la institución académica Centro Henry Stimson de Washington.
A la prueba siguió el lanzamiento de dos misiles de corto alcance, lo cual hace prever a Romberg y a otros analistas que se avecinan otras acciones provocativas por parte de Pyongyang, como otros proyectiles y el montaje de incidentes navales hostiles hacia Seúl.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, había ofrecido el envío de su enviado especial, el embajador Stephen Bosworth, a Corea del Norte, que contestó elevando la presión.
La escalada comenzó el 5 de abril, con el lanzamiento de un misil de largo alcance. Pyongyang aseguró que se trataba de un cohete de uso civil, pero Occidente consideró que la prueba violaba la resolución del Consejo de Seguridad que le prohíbe al régimen suspender todos sus programas balísticos.
China y Rusia rechazaron el proyecto de resolución presentado por Occidente en el Consejo para sancionar a Corea del Norte, pero accedieron el 13 de abril a que el presidente del órgano condenara el lanzamiento y a que el comité de sanciones de la ONU enumerara las empresas que colaboraron con la prueba, para someterlas a sanciones adicionales.
La reacción de Pyongyang fue retirarse permanentemente de las negociaciones entre seis partes sobre la península coreana (en la que participan las dos Coreas, China, Estados Unidos, Japón y Rusia) y ordenar a los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) remover los mecanismos de vigilancia de su casi inactiva planta nuclear de Yongbyon, así como retirarse del país.
Luego, el régimen de Kim anunció a fines de abril que iniciaría otro programa de enriquecimiento de uranio, reconstruiría la planta de Yongbyon y lanzaría pruebas nucleares y misilísticas.
Por lo tanto, la única sorpresa de la última prueba, cuya potencia fue equivalente a la de la bomba que detonó Estados Unidos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945, es que no pasó mucho tiempo desde la amenaza norcoreana. La mayoría de los expertos la preveían para más adelante.
Obama observó el lunes que tanto la prueba nuclear como los lanzamientos de misiles no eran sorpresivos pero sí preocupantes, pues "constituyen una amenaza para la paz y la estabilidad internacionales".
"Corea del Norte no sólo profundiza su propio aislamiento. También invita a una presión internacional más fuerte", dijo a la prensa. "Eso es evidente también porque Rusia y China, así como nuestros tradicionales aliados Corea del Sur y Japón, llegaron a la misma conclusión: Corea del Norte no encontrará respeto ni seguridad con amenazas y armas ilegales."
Obama se propuso "redoblar esfuerzos" hacia un "régimen internacional robusto de no proliferación" de armas nucleares".
Por su parte, la embajadora de Estados Unidos en la ONU, Susan Rice, sostuvo este martes que Corea del Norte "pagará el costo" por sus "provocaciones".
La creciente agresividad de Pyongyang es objeto de disímiles interpretaciones por parte de los expertos estadounidenses.
Algunos la atribuyen a una creciente lucha por la sucesión en el poder tras un supuesto infarto coronario sufrido por Kim el año pasado. Otros creen que las pruebas tienen el propósito de arrancarle asistencia humanitaria y económica a Estados Unidos, así como concesiones en materia de seguridad.
Pero casi todos los analistas coinciden en que Obama no respondería de acuerdo con esos aparentes deseos. Si Washington reconoce a Pyongyang como estado nuclear, por ejemplo, habría una "crisis de confianza" con Corea del Sur y Japón, según Victor Cha, experto en asuntos coreanos de la Universidad de Georgetown y miembro del Consejo de Seguridad Nacional de la presidencia de George W. Bush (2001-2009).