Análisis de Jerrold Kessel y Pierre Klochendler
JERUSALÉN, 27 may (IPS) - Los temblores que ocasionó la prueba nuclear del lunes en Corea del Norte se sintieron en todo el mundo. También en Israel, país que al parecer no está directamente afectado por la situación en Asia oriental.
Políticos israelíes muestran una gran preocupación --a la que califican, incluso, de temor existencial-- sobre las implicaciones de que Irán esté en el siguiente lugar de la fila.
"Hay similitudes entre las crisis nucleares de Irán y Corea del Norte, pero las diferencias son muy agudas", acotó Yossi Merman, uno de los principales analistas en materia estratégica de este país.
"Para el régimen norcoreano, la capacidad nuclear es un modo de asegurarse su preservación, el reconocimiento estadounidense de su soberanía y la asistencia económica. Si lo logra, Pyongyang podría acceder a desarmarse. Mientras, Teherán percibe su capacidad nuclear como una meta en sí misma y no renunciará a ella", afirmó Merman.
El primer ministro Benjamín Netanyahu está totalmente sumergido en el "espectro de un Irán con bombas nucleares", según sus aliados y adversarios.
Su visión es apocalíptica, señalan. Teme que el pueblo judío sufra no menos que un "segundo Holocausto" dentro de su propio estado. Prevenirlo a toda costa es su misión personal, indican observadores.
El mismo lunes, Netanyahu sufrió embates de dirigentes de su propio partido, el conservador Likud, opuestos a la demolición de los puestos de control en los asentamientos judíos en Cisjordania y a la no construcción de nuevas colonias allí, promesas del primer ministro al presidente estadounidense Barack Obama.
"La coordinación con Estados Unidos ante la amenaza iraní es más importante que mantener los puestos iletales", replicó. "Éstos no son tiempos normales. El peligro galopa encima de nosotros. Hay razones para preservar nuestra buena relación con Estados Unidos. Mi trabajo es ordenar nuestras prioridades con el objetivo de repeler el peligro."
"¿Quién removerá este peligro?", se preguntó. "Nosotros o nadie. Si nosotros no movilizamos a Estados Unidos y a las naciones del mundo, nadie lo hará."
Analistas israelíes evaluaron que, a la luz de la detonación del lunes, nadie sabe cómo reaccionaría Obama en caso de que Irán pruebe un arma nuclear.
"Netanyahu puso a dormir la doctrina del ex primer ministro Ariel Sharon, según la cual Irán no es sólo problema de Israel sino del mundo entero, y que por eso Israel no debía ubicarse en la vanguardia en esta batalla. Israel está ahora en la vanguardia", escribió el analista en política exterior del diario Ha'aretz, Aluf Benn.
La iniciativa de diálogo directo con Irán formulada por Obama no llevará a ninguna parte, e Israel no atacará a Irán a menos que ocurra algo inusual e inesperado, según una fuente cercana al presidente estadounidense citada, sin se identificada, por Benn.
Si Teherán continúa desarrollando su programa nuclear, Netanyahu deberá decidir si su país ataca por sus propios medios o no, agregó el experto.
Antes, debería resolver cuatro grandes cuestiones. La primera es básica: ¿Israel puede neutralizar por la vía militar el programa nuclear iraní?
La segunda y la tercera se refieren a la legitimidad de una acción militar unilateral, a través del apoyo tácito o explícito de países preocupados por la creciente influencia de Irán en Medio Oriente, como Estados Unidos, algunas naciones árabes y Turquía.
El jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense, Leon Panetta, rechazó cualquier operación que carezca de coordinación con su país.
"Están en el rango de tiro y no creo que yo pueda determinar cuáles son las necesidades de seguridad de Israel", dijo Obama en una reciente entrevista de la revista Newsweek. A Netanyahu, la lectura del artículo "le gustó muicho", según informes de prensa.
Por ahora, el primer ministro israelí se muestra dispuesto a acompañar el enfoque estadounidense de "convencer" a Irán de descartar su programa nuclear. Pero no oculta el convencimiento del gobierno israelí sobre un ataque solitario contra Teherán. En ese caso, Netanyahu necesitará mecanismos para no antagonizar con Washington.
Ésa es la gran complicación de la estrategia del primer ministro israelí. Obama, por su parte, no tiene pelos en la lengua al pronosticar que las concesiones israelíes en Cisjordania le facilitará la tarea de convencer a Irán de detener su programa nuclear.
La cuarta cuestión que Netanyahu debe tomar en cuenta es lograr apoyo de la ciudadanía israelí. Analistas nacionales creen que una guerra no es aún inevitable. Pero el primer ministro avanzó un paso esta semana al admitir públicamente que esa posibilidad existe.
También hay una quinta cuestión: si Netanyahu tendrá las agallas suficientes para demoler, además de los asentamientos, su propia ideología respecto de ellos.