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Por Antonio José Monagas
 
 
Se ha dicho siempre que “del dicho al hecho hay mucho trecho”. Es el aforismo que refiere cuando la distancia entre la intención y la acción es considerablemente amplia razón por la cual las realidades se apartan de las promesas. Es lo que hoy agobia al país. Más, cuando en medio de esta situación luce un cuadro de sentimientos encontrados y esperanzas frustradas que tienen profundamente decepcionado a buena parte de la población nacional. Aunque también debe decirse que pese a todo lo anterior, se han hallado vías de salida de la embrollada realidad político-institucional que ha oprimido libertades y conculcado espacios ante las posibilidades y necesidades de desarrollo económico y social que asoma Venezuela en el decurso de nuevos tiempos ganados en la carrera de nuevas oportunidades y mejores capacidades.
 
La crisis que confronta el país, ha puesto en claro conciencias y actitudes de venezolanos que han apostado por un futuro alineado con la democracia en la que se sembraron valores y condiciones que sirvieron para forjar el Estado democrático de Derecho y de Justicia Social que desde 1958, con evidentes y obvias dificultades, vino deparándose. No obstante, el curso de eventos marcados por el signo de la democracia venezolana, se ha visto zarandeado por quienes, desde el Alto Gobierno, buscan opacar cualquier posibilidad de avance y consolidación de desarrollo nacional. Y lo peor es que todavía hay muchos ofuscados que siguen pensando que en el país no pasa nada cuando todo sucede de forma contraria.
 
Las reiteradas protestas en Puerto Ordaz por parte de cientos de trabajadores de las empresas básicas, gerenciadas por la Corporación Venezolana de Guayana, desencantados por el sucesivo incumplimiento de las promesas del propio Ejecutivo Nacional, se han traducido en ingentes pérdidas del patrimonio físico  y moral de tan importante complejo industrial. Más aún, los contundentes reclamos aireados por las valientes comunidades de Curiepe  y Caucagua, del estado Miranda, tanto como de Araya, del estado Sucre, son demostraciones fehacientes del arrojo de venezolanos que padecen el maltrato que brindan quienes en posiciones de gobierno se creen inmortales y además vitalicios en sus ignominiosas funciones.
 
La valerosa compostura de estos venezolanos, se ha convertido en referencia de orgullo democrático y de dignidad nacional. Su ejemplo ha comenzado a reproducirse por cuanto incita respuestas hasta ahora contenidas quizás por miedo, precaución, o simplemente esperando la ineludible oportunidad para ondearla como flama de democracia, derecho y justicia.
 
Sería absurdo pensar que este mal remedo de gobierno, pueda enquistarse a sabiendas que lleva al país en retroceso con la injustificada excusa del “socialismo del siglo XXI”. Por esta razón, la decepción y el cansancio se confunden para potenciar formas de rechazo a las groseras pretensiones y equivocadas decisiones del actual gobierno cuando busca arrasar con construcciones democráticas y acallar libertades políticas, económicas y sociales. Es así que tan legítimo sentimiento de protesta a la retorcida acción gubernamental, ahora se hace práctica popular. Más que nunca, esto “pica y se extiende”.

 
VENTANA de PAPEL

 
EL TIRO LE SALIÓ POR LA CULATA
Las cúpulas de gobiernos arribados al poder mediante promesas embadurnadas de falseada democracia, como el caso de Nicaragua, Bolivia, Ecuador, amén de Venezuela, han comenzado a descubrirse ante los ojos del resto del mundo. Particularmente, por lo acontecido en Honduras pues por ello quedó evidenciado que la trampa se le revirtió al dudoso héroe  del Museo Militar. La truculenta estrategia de complotar la democracia desde adentro, no le funcionó tal cual la pensó. Todos se han dado cuenta de tal enmascarada. Por eso Venezuela va de mal en peor. O sea, que el país está realmente en honduras. De ahí que inventó el grotesco cuento del socialismo del siglo XXI que traduce: socio del capitalismo en el siglo XXI. Es decir, rojo sangre para el pueblo. Mientras que para los encopetados en cargos de poder popular, el grito de guerra es: amarillo oro y verde dólar, el binomio que inspira la revolución cubazolana. Así sí vale la pena ser oficioso afecto al gobierno y sumiso desvergonzado a las decisiones del gran piache rojo.
 
UNIVERSIDAD DE PUERTAS ABIERTAS
Mientras que algunos disfrutan merecidos días de vacaciones, otros siguen manteniéndose fieles a sus ideales de estudiantes universitarios, inquietos ante el propósito de ganarle la carrera al tiempo de formación profesional. Es la razón que asume la Universidad de Los Andes desde 1993, consecutivamente, organizándose para tener sus puertas abiertas durante el período regular vacacional y así poder ayudar a cientos de jóvenes universitarios dispuestos a aprovechar dicho lapso. De esta forma, la ULA sabe demostrar que sus funciones académicas continúan apegadas a su razón institucional de ser. En consecuencia, todas las Facultades movilizan buena parte de su personal docente, administrativo y de servicios en la dirección de impulsar sueños, esperanzas y expectativas de quienes solicitan avanzar en la cadena de contenidos curriculares para entonces situarse en el mercado laboral y dejar ver a la sociedad que la nación sólo puede construirse con estudio, formación, voluntad y capacidad.
 
DESDE MIRAFLORES SE ORDENA “ACABAR CON TODO”
Pudiera ser esa la orden que a manera de razón política, pudiera interpretarse como conclusión de la situación de crisis que viene hostigando a la sociedad civil venezolana. Hay un atropello organizado por el gobierno dirigido hacia todos los flancos.  No se salva ni la Iglesia. Tampoco las universidades, el sector productivo. Mucho menos, los medios de comunicación privados e independientes. Mayor aún, es el asedio contra la institucionalidad representada por las gobernaciones y alcaldías que, en buena lid electoral, desplazaron las fuerzas del oficialismo. Es entonces lo que de tal arremetida pudiera inferirse: acabar con todo para luego armar un país a imagen y semejanza de la demolida Cuba, cuyas calles y avenidas lucen más como museos de corotos invalidados por obsoletos que como urbanismo carcomido por las secuelas de una guerra que, aunque en realidad no ha ocurrido, los efectos son hasta peores porque allí se ven confinados ideales de desarrollo económico y social.
 
HUESOS DE BOLÍVAR CRUJEN POR TANTA ADULACIÓN Y EQUIVOCACIÓN
Desde que este gobierno tomó el nombre del Libertador Simón Bolívar para justificar sus desviadas pretensiones de refundar la República, cometió un delito histórico de desproporcionada factura moral. Sin embargo, no le quedaba de otra. Habida cuenta que tan equivocado proyecto de gobierno ya estaba moribundo desde sus inicios por cuanto estaba condenado al fracaso en virtud de sus excelsas incoherencias y graves inconsistencias. Y es que no hay otra vía que mejor ilumine el autoritarismo de quienes acarician el poder como esquema de vida. Precisamente, es el caso del actual presidente de la República, y también del PSUV, quien en sus bochornosas arengas descontextualiza a Bolívar para ajustar su vida y obra a las oprobiosas y desmesuradas decisiones adoptadas en aras de ambiciones personalistas. Sobre todo cuando las mismas le sirven, al igual que a otros dictadores de los siglos XIX y XX, para legitimar sus poderes políticos y militares. Tanto es así que los historiadores estudiosos de Bolívar, han reaccionado contra ese manido bolivarianismo del cual se vale el discurso presidencial para infundir consideraciones que sólo buscan recrear ilusas realidades. De esa manera, se está insuflando un populismo de nuevo cuño que encubre engaños con los que alienta su manutención en el poder político. Pobre huesos de Bolívar.

Mérida, 26.07.2009