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Agosto 04 (Telam).- Luego de mediar y obtener la liberación de las dos mujeres estadounidenses que habían sido condenadas por entrar ilegalmente en Corea del Norte, el ex mandatario vuelve a su país. Los familiares de las implicadas agradecieron muy especialmente su difícil misión.
El ex presidente de los Estado Unidos, Bill Clinton, recuperó un papel estelar en la vida pública del país al conseguir con su viaje a Pyongyang la liberación de Laura Ling, y Euna Lee, las dos periodistas estadounidenses que habían sido condenadas a 12 años de trabajos forzados por entrar ilegalmente en el país.
Según la agencia oficial de noticias surocoreana, en estos momentos, Clinton y las dos periodistas se encuentran volando hacia Los Ángeles.
Las familias de las dos periodistas, que han pasado cinco meses detenidas, han realizado un comunicado público en el que se encuentran "muy felices" por la noticia, y que "ya cuentan los minutos y los segundos que faltan para tener a Laura y Euna en nuestros brazos", según el diario español Elmundo.es.
En su comunicado, las familias agradecen al presidente Obama y a la secrearia de Estado su trabajo por la liberación de las dos chicas, y muy especialmente a Bill Clinton: "Queremos agradecer especialmente al presidente Bill Clinton por llevar a cabo una difícil misión, y al vicepresidente Al Gore por sus infatigables esfuerzos por traer a Laura y Euna a casa".
Ling, de 32 años, y Lee, de 36, trabajan para la televisión Current TV, propiedad del vicepresidente Al Gore, y fueron condenadas a 12 años de trabajos forzados por "realizar actos hostiles" contra la Corea del Norte.
Según los expertos, si el presidente norcoreano King Jong-Il no les hubiera concedido el indulto, lo más probable es que hubieran fallecido antes de cumplir su condena, pues las condiciones de las cárceles norcoreanas son durísimas.
Según mencionaron varias agencias de noticias, las dos jóvenes se encuentran muy aliviadas por su excarcelación, y están en buen estado de salud. Consciente de su valor como monedas de cambio, el régimen las mantuvo en lo que llama "casas de huéspedes", y no en una prisión, desde donde pudieron realizar llamadas a sus familias.
De momento, la Casa Blanca no ofreció ninguna reacción oficial, en línea con la cautelosa actitud que ha mantenido durante toda la crisis.
De hecho, cuando se supo del viaje sorpresa de Bill Clinton, el portavoz de la Casa Blanca, describió la visita del ex presidente como "una misión privada", y no como un enviado del gobierno norteamericano, que ha roto todo contacto con las autoridades norcoreanas a causa de la actitud desafiante que mantiene sobre su programa nuclear.
La única que reaccionó fue la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, esposa de Bill, que se mostró "aliviada" tras conocer la liberación de las dos periodistas. "Hablé con mi marido en el avión y todo ha ido bien. Estamos muy entusiasmados", dijo Clinton.
Sin embargo, esta no es precisamente la visión que ha ofrecido la agencia oficial de noticias norcoreana, que ha informado que Clinton era portador de un mensaje de Obama a King Jong-Il "expresando su profunda gratitud por este [indulto] y la visión de las formas en las que pueden mejorar las relaciones entre ambos países".
En un mensaje de consumo interno, la agencia de noticias explicó que "Clinton expresó sus sinceras disculpas a King Jong-Il por los actos hostiles cometidos por las dos periodistas".
Bill Richardson, que en 1996 fue el encargado de ir a Pyongyang para mediar en la liberación de otro ciudadano norteamericano y ha colaborado en la resolución de la presente crisis, ofrecía un versión diferente.
"No creo que Clinton haya ido a pedir disculpas", dijo el gobernador de Nuevo México en una entrevista en la CNN. Un miembro de la administración Obama confirmó que Clinton no pidió excusas.
Por lo que parece, con la simple visita del ex presidente norteamericano, Kim Jong-Il se daba por satisfecho. "Desde hace años que intentaba que Clinton visitara Corea del Norte", explicó Richardson, que recordó como Clinton recibió varias invitaciones para asistir a Pyongyang.
De lo que no hay duda es de que, a pesar de su bajo perfil, el gobierno de los Estados Unidos tuvo un papel determinante en el desarrollo de los acontecimientos.
Según informa ’The New York Times’, la secretaria de Estado, Hillary Clinton habría propuesto enviar diferentes emisarios, entre ellos Al Gore. Pero el régimen estalinista insistió en que quería al ex presidente Clinton.
Más allá del reconocimiento internacional que el viaje con Clinton supone, no está claro si Pyongyang puede haber obtenido alguna concesión por parte de los EE.UU.
El régimen norcoreano siempre expresó su disgusto por el formato de las negociaciones sobre su programa nuclear, prefiriendo mantener conversas bilaterales directamente con Washington.