Buenos Aires, 26 oct. (Télam).- Al menos 132 personas murieron y cerca de 600 resultaron heridas por la explosión coordinada de dos poderosos coches bombas conducidos por suicidas en el centro de Bagdad, en el atentado más mortífero en Irak desde 2007.
Las detonaciones se sintieron con cerca de un minuto de diferencia durante la hora pico matinal de este domingo; la primera en el estacionamiento del Ministerio de Justicia, en el barrio de Al Salehiya, y la segunda en las oficinas de gobierno de la provincia de Bagdad, cerca del gran hotel Mansur.
Ambos puntos del brutal ataque se encuentran en los alrededores de la Zona Verde, un área que cuenta con estrictas medidas de seguridad y donde están emplazadas las embajadas de Estados Unidos y Reino Unido, además de algunos edificios gubernamentales iraquíes.
Las potentes detonaciones provocaron numerosos incendios en autos estacionados, además de abundantes daños en numerosos edificios aledaños.
El gran número de heridos obligó a utilizar -además de las ambulancias- vehículos privados para trasladar a las víctimas hasta los hospitales, informó la agencia de noticias Europa Press.
El ataque suicida se produce cuando el Comité Político de la Seguridad Nacional tiene previsto reunirse con el objetivo de tratar la reforma de la ley electoral, asunto de discusión en los últimos días entre los distintos bloques políticos.
Si bien aún nadie reivindicó el atentado, las primeras investigaciones apuntan a la célula iraquí de la red Al Qaeda o a miembros del antiguo partido del fallecido dictador Sadam Hussein, el Baaz.
El de hoy es el atentado más sangriento en el invadido país desde el 14 de agosto de 2007, cuando casi 800 personas murieron en un cuádruple atentado suicida contra la comunidad yazidí en las localidades de Qahtaniya y Jazeera, en el norte del país.
Washington y Londres condenan el ataque
En un comunicado, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama mostró su "dura condena" por los "atroces y destructivos" ataques y envió sus "más profundas condolencias a aquellos que han perdido a sus seres queridos".
Por su parte, el canciller británico, David Miliband, aseguró que los atentados son un "recordatorio terrible de la amenaza del extremismo violento".
Barack Obama telefoneó a su homólogo iraquí, Jalal Talabani, y al primer ministro Nuri al Maliki, a quien reiteró el compromiso de EE.UU. por trabajar en la mejora del país.
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