Por Omar Estacio

Los buenos modales no salvarán la Patria. Pero la destruiremos más despacio, si logramos erradicar los atentados de “lesa urbanidad” en particular, los perpetrados por aquellos que a cada paso se preguntan qué sería de la humanidad sin los avances de los llamados equipos bidireccionales.

Una persona que en el punto culminante del “Allegro ma non troppo” del “Concierto para Violín en La menor”, de Dvorak, recibe un “PIN” a través de su “Black Berry” y se pone a teclear el aparatejo para responderlo, no debería volver a pisar, jamás, ni el foyer de una sala de ciertos. Lo sé, es una sentencia dura. Pero en esta materia no queda más remedio  Única posibilidad de indulgencia plenaria por semejante clase de atropello contra la cultura musical: que el concierto no sea de música sinfónica, de rock o guaguancó, sino de ópera y, por consiguiente, estemos ante un pretexto para librarnos del culebrón. Si la ópera es de Wagner, más indulgencias plenarias todavía. El usuario se hará merecedor de un mes gratis de “hablapegao” o cualquiera de esos planes de supuesto ahorro, pero lo único que consiguen es, aumentar la adición por el uso y abuso de los mencionados móviles.

Es lícito agredir a alguien que responde un “PIN” en medio de un sepelio. Al que lo hace con dos outs, parte baja del noveno, almohadilla llenas y con la carrera de irse arriba en segunda. Al que teclea su bidireccional en el cine, la iglesia o cuando conduce por la “Regional del Centro” a 180 KPH.  Pero también son lícitas medidas aún más severas, para aquellos que envían mensajes a todas luces abusivos, recurrentes y fuera de tiesto:

- Eh, Julián, soy Mendocita. Tengo toda la mañana enviándote mensajes y     no me los respondes ¡Se va a caer el negocio, Julián! Son cinco “melones”. Tienes que establecer contacto conmigo urgente ¡ porque pa’ luego es tarde!

-  Soy yo, Gertrudis. No me vengas con ese truco barato que tienes tu equipo en “stand by”.  Sé muy bien que estás leyendo este mensaje.  Me voy a suicidar, Julián ¿Entiendes? Sui-ci-dar. Acabo de terminar la carta en la que doy una explicación minuciosa de los motivos. Te doy cinco minutos para que me respondas, so desgraciado…

-  Julián, es tu mamá ¡Hay que comprar dólares! Me acaban de informar que el gobierno para reactivar la economía se prepara para decretar un “corralito” y que además va a practicar un capamiento general contra todos los miembros de la disidencia política ¡Mi pobre muchachito! Comunícate de inmediato, para contarte los detalles.

- Señor Julián, su empresa de telecomunicaciones lamenta participarle que su cuenta acaba de ser enviada al Departamento de Fraudes, Estafas y Cheques sin fondo. Favor ponerse en contacto con el inspector García.

- Soy yo, Gertrudis, otra vez. Me estoy subiendo a la ventana del piso 15 del apartamento. Te lo dije. Te vas a arrepentir.

- Julián, se trata de algo muy delicado. Comunícate urgente a “tu” casa…

 Dado que el auto de este último mensaje, no se identificó, que su nombre no aparece en los “contactos” del propietario del equipo receptor del mensaje pero, sobre todo, que el destinatario del alerta vive solo y no hay nadie en su residencia, toma una decisión heroica, desconecta de su sistema el estado de “ausente” y comienza a responder los mensajes

 - Julián, soy Mendocita,por fin de encuentro. Tengo dos horas intentado comunicarme contigo y nada. ¡Se va a caer el negocio!

- Es que estoy en un velorio, Mendocita.

- Caramba, lo lamento, te llamo mañana…

         - No Mendocita. Lo que me tengas que decir, dímelo ahora. Es que después de leer toda la mensajería de mi bidireccional, acabo de sufrir un infarto fulminante. Me entierran mañana a las 10 a.m.

 Total, para nada. Gertrudis los pensó mejor y se marchó a Margarita a pasarlo gordo con el fontanero. La empresa de telefonía para no cederle espacios a la competencia, le concedió indulgencia plenaria a todos los deudores maulas y en cuanto a las supuestas medidas gubernamentales, lo mismo de siempre, pura habladera de gamelote.  Casi, como todos los mensajes que circulan por los aparatejos bidireccionales.

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