Análisis de Gabriel San Rafael
MAGUINDANAO, Filipinas, 3 dic (IPS) - Filipinas se convirtió en el lugar más peligroso para los periodistas en todo el mundo, desplazando a Iraq, que llevaba esa dudosa distinción hasta la masacre perpetrada el mes pasado en esta meridional provincia filipina.
Filipinas antes se ubicaba en el cuarto lugar, tras Somalia, Iraq y Pakistán, según el Comité para la Protección de Periodistas, con sede en Nueva York.
Un día después de la masacre en la localidad de Ampatuan, ubicada unos 1.000 kilómetros al sur de Manila, la Federación Internacional de Periodistas calificó a este país "el lugar más peligroso en el mundo para los trabajadores de la prensa".
El 23 de noviembre, al menos 57 personas fueron sometidas a terribles atrocidades, acribilladas y enterradas tras ser interceptadas cuando se dirigían a la Comisión de Elecciones en Shariff Aguak, capital de la provincia.
El principal sospechoso de los asesinatos a sangre fría es el hijo del patriarca político de la provincia, Andal Ampatuan Jr., de 39 años, actual alcalde de la municipalidad de Datu Unsay, quien competirá con el vicealcalde de la localidad de Buluan, Ishmael Mangudadatu, en las elecciones para gobernador el año que viene.
Mangudadatu, quien había recibido amenazas de muerte que atribuyó al clan Ampatuan desde que se postuló para el cargo, envió a su esposa y a un séquito de partidarios a que inscribieran su candidatura en la Comisión de Elecciones, esperando eludir así ataques de sus rivales, pero se equivocó.
La Unión Nacional de Periodistas de Filipinas (NUJP, por sus siglas en inglés), en una declaración el 28 de noviembre, señaló que la masacre en Ampatuan fue más allá de una "rido", como se le llama a la guerra de clanes que involucra a familias en un círculo de represalias.
"Mujeres, abogados y periodistas… ninguno escapó a la ira de los carniceros", señaló la NUJP.
"La masacre de Ampatuan no sólo revela la capacidad de abuso que tiene un clan político que actuó como jefe, juez y ejecutor en su feudo, sino que es también una prueba gráfica de que las fuerzas del Estado de hecho protegen y ayudan a criminales que proveen favores a funcionarios de gobierno", añadió.
Otros grupos de periodistas, dentro y fuera del país, condenaron de inmediato los asesinatos.
"La masacre de periodistas en Maguindanao dejaron estupefacta a nuestra comunidad. Es un crimen de tal escala y horror que no se puede comparar con nada de lo que hayamos visto", dijo en un comunicado la red mundial de organizaciones no gubernamentales Intercambio Internacional por la Libertad de Expresión.
"Estamos especialmente consternados por los más recientes reportes de prensa de que por lo menos 28 de los asesinados en la provincia de Maguindanao el 23 de noviembre de 2009 eran periodistas", añadió.
El presidente de la Asociación Mundial de Periódicos y Editores, Gavin O’Reilly, al participar de una reunión internacional de periodistas esta semana en Hyderabad, India, calificó la masacre de "acto de ferocidad que escribió una de las páginas más negras de la historia de la prensa mundial".
Los periodistas que murieron en los sangrientos ataques habían sido invitados a cubrir lo que era anunciado como uno de los acontecimientos más importantes de la historia política reciente de Maguindanao, ya que nadie se había animado a desafiar a los "señores de la guerra políticos" en elecciones anteriores.
En la masacre también murieron la esposa, otros familiares y abogados de Mangudadatu.
La masacre reveló la situación de derechos humanos en este país, que no sólo se ha consolidado como el lugar más peligroso para los periodistas sino también un sitio riesgoso para civiles en general, amenazados por frecuentes ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y otras formas de abusos.
Este año, la Confederación Sindical Internacional ubicó a Filipinas primero en Asia y tercero en todo el mundo en la lista de países con mayor número de asesinatos de sindicalistas en 2008.
Los asesinatos en Maguindanao desenmascararon a una dinastía política que desde hace mucho tiempo ha gobernado la provincia, donde el grado de brutalidad se compara solamente con la impunidad en la que es perpetrada, y las denuncias de corrupción acosan al clan gobernante desde que tomó las riendas del poder.
Maguindanao es considerada la provincia más pobre de la Región Autónoma del Mindanao Musulmán (ARMM). La mitad de sus tres millones de habitantes viven en la indigencia. El gobernador de ARMM es Zaldy Ampatuan, hermano mayor de Ampatuan Jr.
La masacre del lunes 23 de noviembre, aunque mostró una atrocidad singular, ya tenía precedentes.
En 2003, poco después de la muerte en una explosión de Datu Saudi Ampatuan, otro de los hijos del patriarca político de Maguindanao, el gobernador Andal Ampatuan, varias personas que se consideraba sospechosas por el atentado fueron asesinadas con una brutalidad no muy diferente a las ejecuciones del mes pasado.
El clan Ampatuan acusó de la explosión al Frente Moro de Liberación Islámica (MILF), grupo rebelde musulmán separatista de Mindanao, que se habría vengado contra esa familia por su apoyo a la campaña del gobierno central contra la guerrilla secesionista en 1998, bajo la administración del entonces presidente Joseph Estrada (1998-2001), predecesor de la actual mandataria Gloria Macapagal-Arroyo.
El MILF negó haber estado detrás de la explosión que mató a Datu Saudi, entonces alcalde de Datu Piang, otra de las localidades de la provincia. Los sospechosos de estar involucrados en el atentado fueron aniquilados, y muchos de ellos, cerca de un centenar, desaparecieron. Algunos lograron escapar por poco.
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