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La cultura de la violencia se ha hecho consustancial al gobierno del presidente Hugo Chávez, cuyo agresivo discurso ha marcado los últimos once años de la vida venezolana, con nocivos efectos hacia el entorno internacional.
El agravio, la amenaza y el recurso de la violencia a la mano, son rasgos característicos de su discurso, en un caldo de cultivo corrupto y sin escrúpulos que a su vez genera violencia criminal contra la ciudadanía, por lo que Venezuela se lleva el trofeo mundial de asesinatos co n unos 15.000 por año, cárceles bañadas en sangre y todo tipo de humillaciones a la dignidad humana, y un lenguaje cotidiano cada vez más soez entre niños y jóvenes en escuelas y liceos.
Vivimos un verdadero drama nacional, en materia de violencia y agresividad social, que se expresa en el vocablo social, a todo nivel y en todos los estratos. El desconsiderado y vulgar léxico presidencial tiene sus exegetas en la televisora oficial Venezolana de Televisión, llevada a su máxima y ruinosa expresión en dos personajes de antología, Mario Silva y Alberto Nolia. Algunos ministros y parlamentarios se suman al halo de menosprecio que expresa el Presidente, quien es emulado con dicetrios otras vulgaridades.
Muerte, guerra, destrucción, mierda, batalla, combate, aplastamiento, barrido y expresiones como "lavarse ese paltó" o "enrollar el periódico y metérselo en el bolsillo", en las que "paltó" y "bolsillo" sustituyen "culo" -como todo el mundo comprende- forman paerte del habla cotidiana presidencial. Y simultáneamente, impone a la sociedad un lenguaje militarista, no solo verbal sino corporal, gestual (hasta se inventó uniforme militar para su desempeño, civil por excelencia, de sui responsabilidad como "Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional"), que a su vez convierte en hechos administrativos y políticos contra la sociedad civil democrática: "batallones" y "patrullas" en la organización de su Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV); "milicias" entre los pobladores, trabajadores y estudiantes; incitación permanente a la violencia ("si a mi me matan, arrasen con la oligarquía"); y sobre todo, un clima intimnidatorio en el que la violencia está presente como recurso inmediato y factible, más a allá del ordenamniento constitucional y jurídico que juró respetar y hacer respetar.
Ese Presidente agresor, vulgar y transgresor se ha hecho jefe único de las "milicias bolivarianas" y único controlador de la Fuerza Armada Nacional, mal llamada "Bolivariana" apellidando manipuladoramente la denominación oficial republicana establecida en la Constitución.
Esa ruinosa política presidencial conhtraría la esencia del Preámbulo de la Constitución, que plantea como objetivo de la nación, "establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones."
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CORRUPCIÓN Y ABUSO DE PODER
El clima de fuerza (violencia) es cultivado con esmero por Chávez, para tratar de ocultar sus fracasos, coaccionando e intimidando a la mayoría de la población que ya no lo sigue ni le cree, Cada día, las movilizaciones que promueve desde Miraflores son más penosas; financiadas con dinero y todo tipo de recursos del Estado, en una descarada muestra de corrupción y abuso de poder, que sus propios seguidores resienten. Pero, también, se compagina con lailegal incautación de empresas privadas, la ocupación forzosa de espacios urbanos y rurales, y otros atropellos todavía aplaudidos por unos pocos que creen que nunca les tocará a ellos.
Chávez ha cultivado una cultura de la violencia que los venezolanos rechazamos. No llegará a ninguna parte, maltratando y humillando, atropellando a la mayoría de la nación que no lo quiere ni respeta. Ese es su drama: no le mete miedo a nadie, y casi nadie lo respeta ni le cree. Sus burócratas enriquecidos lo adulan interesadamente, mientras los tenga chuoando del erario. Pero, en el fondo, la degradación que ha impuyesto en la vida venezolano se le revierte. Afortunadamente, la violencia y la vugaridad que promueve, no enraizará en nuestra sociedad, amante de la paz y el progreso, la solidaridad y la mistad entre los pueblos.
E.D.E.
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