*Fernando Lugo, el pecador ex obispo de San Pedro y presidente del Paraguay, declaró que apoyará a su hijo cumpliendo con lo que corresponde a un padre y que no le preocupa la reelección presidencial.

* Ya Cristo, para prevenir a sus discípulos de las tentaciones, había dicho en el Evangelio según San Lucas: “El espíritu es diligente; pero la carne es flaca”

* El Obispo de los Pobres busca encender el fulgor de las reflexiones sobre la condición humana, la ética “trivalente” y la necesidad de perdón y compasión sin aspavientos moralistas

* Antes, el sacerdote francés Urbain Grandier (1590-1639), apuesto doncel,  ostentó notoriamente su calidad de amante de una de sus penitentes, Madelaine de Brou y, casi al unísono de otra, Felipa Trincat

 

“Para hablar en serio no es necesario vestirse de luto” (AV)

 

Por Alí Venturini Villarroel

El amor como sentimiento sublime que redime los pecados de la infecta condición humana, el amor como instrumento trascendente para la perpetuación de la especie, el amor como enhiesto caballero que asume en permanente desafío la lucha con la muerte, el amor, en fin, como primer y último valor que da sentido a la existencia, a veces nos desconcierta por sus “formas y maneras” de manifestarse. Esto nos ha sucedido, por ejemplo, con los “amores sacrílegos”. Sobre esta premisa está mi desconcierto con el descubrimiento y constancia varonil del ex Obispo Fernando Lugo, hoy Presidente del Paraguay, país de “Yo El Supremo” y, más gratamente, de Roa Bastos y del “Pájaro Guarandol”, quien en estos momentos, bajo el Alba, está en Cumaná quizás tonificando su angustia con las brisas del Manzanares.

LOS DEMONIOS DE LOUDUN
Pues bien, con ánimo comprensivo, nunca inquisitorial, quiero referirles por mera asociación de ideas, la historia del apuesto padre Urbain Grandier (1590-1639) un sacerdote católico francés, quien fue párroco de St.Pierre de March, población cercana a Poitiers, ciudad medioeval que conocí con Neysa en el Congreso Mundial de Droit Rural bajo la guía de Jacques David, allá por los años ochenta; sin que para ese momento me percatara de que pisaba la geografía donde se desenvolvió lo que he de narrarles.
En efecto, según los datos que manejo, Grandier, apuesto doncel, no obstante, su adhesión al sacerdocio célibe y, como veremos adelante, su ardiente creencia en Dios, vivía, al decir de sus contemporáneos, como un hombre de sus tiempo. Eran aquellos, de moral trivalente, cuando los prelados, incluyendo cardenales, se permitían galanteos con feligreses e incluso con novicias de menor reciedumbre que Santa Teresa de Jesús.
Así, se afirma que nuestro sacerdote ostentaba notoriamente su calidad de amante de una de sus penitentes, Madelaine de Brou y, casi al unísono, de otra, Felipa Trincat quien, por añadidura, era la hija del Fiscal de la localidad. En ese ambiente, el padre Grandier, no ya como humano, sino como “demasiado humano”, trascendió a la política y aprovechando la caída momentánea del omnipotente cardenal Richelieu se burló de él con hiriente sátira.

INEVITABLE MEGALOMANÍA
Este hecho, que delata una constante en materia de “auge y caída del Poder”, cual es la venganza “acechante e imprescriptible” de los humillados, será importante; pero, no determinante de lo que le sucedió después. En efecto, ni la menguada dignidad burocrática del pretérito “ministerio público”; ni , tampoco, el haberse irrespetado al “no santo cardenal”, fue lo que influyó en el decurso de la vida de Grandier; sino el haber requerido a una prima de su eminencia a quien le pidió la renuncia “la cual aceptó”.
Y es que, uno puede “jugarse con el santo; pero no con la limosna”. Ahora bien, con ese prestigio de héroe civil y, a la vez, de adalid “precasanoviano y donjuanesco”, no es de extrañar que la madre superiora de las Ursulinas del Convento del lugar y otras hermanas carentes de terrenales afectos, sucumbieran a la tentación. Ya Cristo para prevenir a sus discípulos de las tentaciones había dicho en el Evangelio según San Lucas: “El espíritu es diligente; pero la carne es flaca” (Spiritus promtus est, cara autem infirma).
Mas, volvamos al mentor del proceso y como en política nunca se sabe quien murió o quién resucitó, apareció de nuevo Richelieu y con la inevitable megalomanía de quien ejerce el poder por mucho tiempo en virtud del “incienso y mirra” que prodigan los fieles “JB”, se enfureció con la sátira de Grandier y a partir de ese instante maniobró para conseguir una comisión de “magistrados complacientes” e incoarle al reverendo un proceso por Brujería.
Ello se dio, con exorcismos y demás aditamentos en un proceso que tuvo altibajos y rupturas; pero nunca contó con el patrocinio de Astrea. No obstante, las hermanas poseídas pusieron de relieve a través de contorsiones, posiblemente pornográficas, la presencia, no sólo de Asmodeo, sino del demonio “Zabulón” poco conocido entre nosotros.

EL PADRE LACTANTE

Pero, pusieron de relieve también con una declaración de la superiora, el refinamiento de Grandier, pues ésta confesó que accedió al sentirse hechizada por un ramo de rosas que cayo bajo el muro. Al lado de esas referencias, digamos que normales en los procesos por brujería, sobresale un hecho abrumador (nihil novum sub sole): el Fiscal de la causa “fabricó” un documento que, según su decir para aquellos superingénuos o hechizados, fue escrito del puño y letra del acusado y sustraído por Asmodeo del armario de Lucifer. En dicho documento, guardado por muchos años como curiosidad, constaba el pacto del acusado con el Diablo. Es importante destacar y así lo “avalan” los documentos del proceso, que Grandier resistió con mística prestancia la tortura realizada por el padre “Tranquille” y otros “capuchinos” sin confesar jamás que participó en hechizo alguno.

Esta circunstancia, desde el punto de vista procesal hubiera sido suficiente para absolverlo. Asimismo, lo hubiera sido el hecho de que la superiora hechizada se arrepintió y quiso retractarse públicamente sin que el poder la dejara. También el boticario que asistió a la “ordalia” se alzó contra la farsa e igualmente el DR. Forneau quien preparó la tortura. Nada valió. Grandier fue condenado a “Dos grados de tormento y a ser quemado vivo”. Un franciscano, el Padre Lactante, encendió la pira para el inconsciente y trágico deleite de las turbas. Se cuenta que Grandier, con gran lucidez antes de morir le dijo a su homicida: “Hay un Dios en el cielo que nos va a juzgar a ti pronto y a mí”.

 

 

AMOR SACRÍLEGO

Sobre esta historia verdadera, el año 1952, Aldous Huxley quien fue un icono de nuestra generación por “Contrapunto” y “Un Mundo Feliz”, retomó, con la base documental del proceso aludido, la vida de Grandier y escribió una novela excepcional que recuerdo haber leído en la edición argentina, no sé si de Losada o Sudamericana. Incluso ahora palpo, con memoria alternativa y posiblemente infiel, su portada gris suave con una viñeta medioeval color merey.

Asimismo, recuerdo conceptualmente que una de las declaraciones del Padre Grandier extraídas del juicio y citadas por Huxley, evidenciaban su convicción de haber usado el sexo en la forma que lo hizo, no sólo como expresión de una gracia divina; sino como una forma de alabanza al Supremo hacedor del Universo. Eso explica su fe y, en cierto modo, su grandeza espiritual que no fue menoscaba por la injusticia.

Es más, conforme a los extraños designios revelan algunas veces los misterios de la iniquidad, hubo justicia inclemente: el padre lactante que encendió la Pira, a los pocos días fue mordido por un perro rabioso y murió demente, como todos los confabulados. Del Cardenal, ya sabremos oportunamente si está en una de las pailas del infierno, o Dios, en su infinita misericordia le impuso otro castigo.

Hemos traído esta historia con ocasión al amor sacrílego del Obispo de los Pobres, como lo nombra nuestro Presidente, buscando encender, no la pira homicida, sino el fulgor de las reflexiones, ya sobre la condición humana, ya sobre la ética “trivalente”, ya sobre la necesidad de perdón y compasión sin aspavientos moralistas, ya sobre la ingenuidad, ya sobre la exigencia del recto andar de los políticos.

Pero, además, aún con desconcierto, hemos traído esta historia, porque el pecador, ex Obispo de San Pedro y presidente del Paraguay, declaró que apoyará a su hijo cumpliendo con lo que corresponde a un Padre y que no le preocupa la reelección presidencial, por lo cual, cuando abandone la presidencia volverá a la pluralista Iglesia Católica donde hay muchos lugares para trabajar a fin de que su hijo y otros niños tengan un futuro diferente y mejor ¡Ah! Se nos olvidaba un voto de aplauso para el abogado que instauró la ya retirada demanda de filiación y dio lugar a la publicitación de la aventura.

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CARLA ANGOLA “NO” TIENE CARA DE TONTA

Dejo, un poco exhausto, la tensión de los valores que implica lo que antecede, para refrescar el aliento de mi nota refiriéndome a Carla Angola. Para ello, hago previamente esta mínima afirmación personal: cuando tengo el “ego subido” (jueves y sábado) suelo añadir a mis profesiones de “abogado y músico”, la de “fisonomista”, que aprendí en mi natal Carúpano bajo las enseñanzas de varios maestros a los cuales debería rendir homenaje aparte quienes, partiendo de la vieja frase “la cara es el espejo del alma”, me enseñaron a distinguir la cualidades de las personas a través de ésta: “Ese tiene una cara de “eggvón que no la brinca un “venao”.

Por eso, la única vez que tuve oportunidad de dar una opinión sobre una conspiración lo hice con base en mis conocimientos fisonómicos. Fue cuando un amigo me pregunto al respecto y le pedí para opinar unas fotos de quienes comandaban la asonada. Al verlas le dije: “Paso”, éste, mientras se pule el bigote y la barba llegan los tanques enemigos ¡Por supuesto que el “golpe” no llegó ni a estado de “intentona”! De manera que me considero apto para rechazar la afirmación de un distinguido columnista de El Universal, según el cual “Carla Angola tiene cara de tonta; pero no lo es”. En efecto, afirmo que nuestra periodista tiene una cara agradable y ningún signo de tontería. Antes, por el contrario, sus reclamos a la oposición revelan que conoce muy bien la fábula de la cacería del Jabalí y, por extensión, la del “cochino e monte”.

 

 

LA CACERIA DEL “COCHINO E MONTE”

Ustedes saben que la caza del Jabalí, es una de las más sofisticadas del arte venatorio, por lo díscolo y aguerrido de estos animales. Entre nosotros el equivalente a esa “especie” es el “cohino e monte”, cuyo temperamento es poco proclive al redil. Sin embargo, la sabiduría popular ha creado sin sofisticación alguna el arte de cazar el “cohino e monte”.

Justamente, mi hijo Alí José, me refirió hoy que, en una tertulia informal, un compañero del pueblo le dijo que aquí pronto nos iban a cazar a todos como “cochino e monte”. “¿Cómo es eso?”, le preguntaron. “Muy sencillo”, contestó. Primero se les echa comida en un sitio abierto y ellos vienen siempre. Luego se les sigue echando comida por cierto tiempo y a partir de determinado momento se va levantando la cerca por un solo lado; luego por otro y así, suavemente, hasta cerrar el perímetro, oportunidad en que todos los “cochino e monte” quedan atrapados dentro del área del yantar. Cuando intentan salir se les vuelve a dar de comer hasta que el capitán del grupo, que sin el cerdo Napoleón de Rebelión en la Granja, cultiva también la política, les dice: “¿Para qué salir si aquí tenemos comida?”. Esto fue, al menos así lo entendí, lo que Carla Angola quiso advertir sin fábula a la oposición.